Mi-radas intenta mostrar una perspectiva de ciertas cosas que nos suceden en estos inmensos y a la vez claustrofóbicos espacios urbanos en lo contemporáneo. Illich Sánchez-tt: @illichsf
miércoles, 19 de octubre de 2011
Rapto de Luna (continuación)
SECUESTRADA ESTUDIANTE DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA NACIONAL. Así encabezaba un ejemplar del diario que yacía sobre el escritorio del funcionario del Cuerpo de Investigaciones que formaba parte de la operación del rapto de Luna. Con el fin de rendirle cuentas a sus secuaces, él se mantenía al tanto de todos los movimientos del cuerpo detectivesco. Sin embargo, esto no había sido parte del acuerdo inicial, con el cual el funcionario a quién en la operación daban el mote de “Gian Pablo”, donde se exigía de éste, datos sobre los movimientos de Luna a cambio de 7% del monto del rescate, pero el agente, justificando en su avaricia en la importancia que revestía mantenerlos informados, había subido sus exigencias a 15% a fin de informar a los captores sobre las estrategias de sus colegas de otra profesión. La exigencia de alias “Gian Pablo”, como se podía prever, suscitó complicaciones con el resto de secuestradores los cuales discutían airadamente fuera del reducto donde confinaban a la joven.
Luna salió de su letargo debido a los gritos y “mentadas de madre” de la voz salivante y las palabras tanto menos airadas, como de alguien que lo tiene todo controlado, de la voz profesional, por un tiempo que no hubiese podido precisar, se había encontrado en una duermevela terrorífica, sobre su cuerpo caía un cansancio enorme, pero incluso esta fatiga era menor aun que el miedo que la embargaba, cada vez que sus ojos se cerraban la sobresaltaban las imágenes visuales y auditivas del momento de su rapto, revivía golpes, gritos, el asco de un inmediato recuerdo de esa voz asquerosa escupiéndole sus deseos maledicentes en el cuello, al oído, en su rostro.
Trataba de entender de qué iba la pelea de las voces, tal vez, pensó, se acercaba el momento de su liberación, sintió un apresurado alivió. Su padre, sus amigos, la familia de su novio habían conseguido el dinero y los captores, salvajes hampones, ahora peleaban como única forma de llegar a un acuerdo sobre la repartición del botín. De pronto pensó en algo acerca de lo cual no había tenido tiempo ni algo parecido a la serenidad para poderlo de imaginar si quiera, de cuánto dinero se trataba… esto disipó de su mente aquel prematuro entusiasmo, sabía que su padre tenía relativo éxito en sus negocios, pero no eran ricos, él siempre se quejaba de los giros del carro que le había regalado, de los impuestos, de los servicios, hasta se había visto obligado a reducir parte de su personal, entre los cuales se encontraba su asistente personal con quien había tenido una relación laboral de 12 años. Sin duda, no era un momento boyante para la economía de la familia Rodríguez Ganclini.
Luna no era una chama demasiado perdida en términos de sentido común, sabía perfectamente que sus padres no podrían reunir en poco tiempo un capital demasiado elevado, pensó entonces, no debía tratarse de mucho, o tal vez de esto precisamente se trataba la pelea de las voces, los plagiarios y su familia no alcanzaban aún algún tipo de acuerdo por su liberación, cuánto más estaría así, pensó, encerrada a merced de estos sujetos… súbitamente un miedo más se sumó a sus angustias…y si la cantidad era impagable? Quién sabe cuántas cosas pueden pasar por la mente de alguien sometido al encierro, a la incertidumbre, al vacío abismal de ignorar todo sobre su destino más inmediato.
Las laceraciones en las manos y la rodilla rasguñada ya no dolían, los latidos habían dejado de salirle por la boca, de alguna forma, aunque cueste creer que pueda ocurrir, Luna comenzaba a adaptarse al cautiverio, lloraba menos, o más bien ya no a gritos, no volvió a oír la voz salivante cerca de ella, en su lugar, sólo tenía contacto con la voz femenina de quien sólo alcanzaba a ver la silueta en la penumbra cuando la puerta se abría y la mujer le dejaba la comida, dos veces al día, se trataba principalmente de comida rápida, cosas como empanadas, arroz chino, perros calientes…“cómete eso carajita, anda, tranquila que todo va a salir bien” le decía la voz femenina cuando la veía hundida en el rincón, agazapada como un animalillo temeroso.
Por las veces en las cuales había recibido esos alimentos, Luna podía deducir que llevaba de cuatro a cinco días cautiva, a oscuras sentada y acostada en esa colchoneta a la cual se había mudado toda su vida desde aquel momento terrible, se cambiaba de lado cuando sentía inundada de lágrimas la parte donde recostaba su rostro, sabía que era de día porque sentía calor, sudaba, se fundían en su rostro las lágrimas y las gotas de sudor, también advertía más actividad de las tres voces en ciertos momentos, en otros, el silencio la aturdía y se cerraba la boca con las manos, tratando de atrapar el llanto, para que no la oyera la voz salivante y se sintiera con una razón para entrar a callarla, a abusar de ella.
ESTUDIANTES DE LA U.A.N EN VIGILIA POR LA PRONTA LIBERACIÓN DE LUNA RODRÍGUEZ, rezaba uno de los diarios de circulación regional el cual “Gian Pablo” compró en un kiosco, enrolló y puso debajo de su brazo de camino a su trabajo en la comandancia del cuerpo de Investigaciones, al llegar a su oficina recibió un mensaje de texto escrito con mala ortografía: “YAMANOS” con la excusa de salir por desayuno se ausentó, se dirigió a un puesto de alquiler de teléfonos y efectuó la llamada, sólo escuchó sin decir una palabra, colgó, pagó, improvisó un comentario intentando ser gracioso con el tipo del puesto de teléfonos y regresó a su oficina.
En el escondite donde guardaban a Luna cual mercancía, la voz profesional colgaba la llamada luego de dictar a “Gian Pablo” sus instrucciones. Luna pensaba en su madre, en su novio y amigos de la universidad, su madre estaría desesperada al igual que su papá, su novio, moviendo contactos gracias a las influencias de su familia. “Por qué a mí?” la pegunta volvía una y otra vez, aunque había sabido de secuestros de gente relativamente cercana, el tío de su mejor amiga, la hermana de una comadre de su mamá, el hijo de unos vecinos de la urbanización, Luna, como suele ocurrir, poco reparaba en que esta realidad pudiera volcarse sobre ella. Más le preocupaba que le fuesen a robar el vehículo, más pensaba en que le pudieran arrancar el celular o la cartera, y no era su culpa el hecho de no pensar en esto, pues, a pesar de los diarios reportes en la prensa, de saber sobre los familiares de conocidos en esa situación, a Luna le ocurría como nos puede pasar a todos, un bloqueo mental, habitaba en ella un dejo de indiferencia sin el cual muy pocos pudieran salir a la calle ni transcurrir por la vida por temor a estos peligros, a la muerte, tal vez sea eso mismo que nos hace impasibles ante estos eventos, hasta cuando efectivamente nos suceden y comenzamos a jugar el doble rol de protagonista y víctima a la misma vez.
Alias “Gian Pablo”, sudando copiosamente se acercó a la oficina del Sub-Comisario, temblaba, su camisa mostraba enormes marcas de sudor bajo las axilas, “tenía arepas”. El superior lo miró de arriba abajo como escaneándolo, “siéntate” le ordenó, el agente obedeció, “mi comisario, la gente dice que así no hay trato, que le van a dar chuleta a la chama y nos van a echar la paja con la prensa”, el superior se incorporó de su silla, prendió un cigarrillo a pesar del enorme cartel rojo y blanco que declaraba la oficina como espacio libre de humo, de inmediato le habló, calmado y en una voz muy baja, casi no le oyó pero le leyó muy bien los labios y las intenciones “tú sabes que no van a hacer eso, pa’ dónde van a coger?…aquí las cosas se hacen así, la mitad pa´ ustedes y la mitad pa’ mi, la chama viva y listo, perro a cagár!… porque si no, les meto la Brigada Especial y muerto to’ el mundo, me los echo al pico a todos, ustedes verán!”
Luna escuchó al la voz profesional gritándole airadamente a sus cómplices, jamás lo percibió así, esa no era la imagen que se había estado haciendo de él y esto le pareció como un momento de ruptura, algo importante, quizás algo grave estaba por suceder, sus sentidos se avivaron, volvió su corazón a agolpársele en la garganta, ella se incorporó y el miedo se levantó tras ella. Inmediatamente escuchó las respuestas de las otras voces, más insultos, gritos, el “clack” de las armas cuando las montan. Se abrió la puerta de un empujón, era la voz salivante, encapuchado, traía la venda consigo, los tie wraps, ésta vez no la acosó, simplemente la levantó del suelo, la amarró fuerte, se dolió en las muñecas, además ahora la amordazó, casi se ahogaba, al terminar de atarla la devolvió al piso con violencia extrema, Luna por instinto se arrastró hasta chocar con una pared, no sabía cual, no importaba.
“Luna Verónica Rodríguez Ganclini, estudiante de ingeniería de la U.A.N está siendo trasladada en estos precisos momentos en ambulancia a un hospital cercano al sitio donde estaba retenida por sus captores, luego del intenso tiroteo que se produjo entre los plagiarios y funcionarios de La Brigada Especial del Cuerpo de Investigaciones quienes descubrieron el paradero de la joven y rodearon el lugar. Los presuntos secuestradores, sin mediar palabras con los funcionarios abrieron fuego, siendo repelidos por los agentes, el hecho arrojó el saldo de tres sujetos muertos, entre ellos una mujer, y lamentablemente, según fuentes extraoficiales, la joven Luna también resultó herida durante el incidente” reportaba la periodista de la fuente de sucesos de un canal de TV quien se trasladó al lugar poco después de advertir la gran movilización policial y de corroborar sus sospechas con una llamada a un contacto dentro del comando.
La ambulancia se abría paso entre el tráfico citadino, el conductor se esmeraba en adelantar vehículos, la sirena aturdía como si gritara la emergencia. Adentro, Luna era atendida por los paramédicos quienes intentaban, entre el bamboleo de la camilla, detener la sangre que brotaba copiosamente de sus dos heridas, una a la altura del abdomen, otra en un hombro.
Minutos antes, Luna comenzó a escuchar los disparos mientras estaba en un rincón de la habitación, se encogió sobre sí misma, gritando por auxilio se pegó como adherida a ese rincón donde fue instintivamente y como pudo a esconderse, el pandemónium de balas y alaridos duró la eternidad de 12 minutos pero ella jamás hubiese pensado que transcurrió menos de un siglo, un siglo de gritos, detonaciones y cosas que se quiebran, incluso ella se sintió quebrar cuando la traspasó una bala, la segunda no la alcanzó a sentir, ya estaba en shock. Cuando la levantaron del suelo Luna ya no era ella, era un ser en agonía.
El Sub-Comisario del Cuerpo de Investigaciones, en rueda de prensa, leyó el parte oficial “Hoy en una acción de inteligencia llevada a cabo por el Cuerpo de Investigaciones se logró dar con el paradero de la joven Luna Rodríguez, una vez en el lugar de los hechos, se intentó entablar negociaciones con los plagiarios, a fin de proteger la vida de la víctima, a lo que estos antisociales, sin mediar palabras, arremetieron con armas largas en contra nuestros funcionarios, los cuales se vieron obligados a responder el fuego, con el penoso desenlace de un agente fallecido y tres de los secuestradores abatidos, se desconoce si hubo más implicados pero nos mantenemos en las pesquisas. Por otra parte, la ciudadana en cuestión también quedó lesionada con dos heridas de bala, se presume que los plagiarios al verse arrinconados por la acción policial, arremetieron contra ella.”
La prensa adelantó versiones sobre el suceso, complementando el parte policial con informaciones filtradas de manera extraoficial. Se supo que la mujer, hoy occisa, la cual formaba parte del grupo delictivo, había sido una empleada de confianza del padre de Luna, fue despedida por éste y entabló un litigio laboral por, despido injustificado, honorarios profesionales y salarios caídos, por lo que se presume la presencia del elemento de la venganza. Los otros dos secuestradores estaban ligados al “crimen organizado” y ambos tenían amplio prontuario policial por múltiples delitos. Sobre el agente abatido se supo que se había hecho merecedor de un ascenso post mortem aunque sobre él, jamás se pudo conocer sus posibles nexos con los secuestradores, alias “Gian Pablo” murió por herida en la región intercostal izquierda con orificio de salida a la altura del cuello, mientras participaba de la operación de rescate. No obstante, sobre ese agente la información que todos terminaron manejando fue la de que éste había sido un héroe caído en cumplimiento de su deber.
A los 3 días de su ingreso a la terapia intensiva del centro hospitalario, luego de varias intervenciones quirúrgicas practicadas de emergencia, Luna Verónica Rodríguez Ganclini, joven de 22 años de edad, estudiante de ingeniería de una universidad pública dejó de existir a causa de los impactos de bala recibidos en la operación de su rescate.
lunes, 10 de octubre de 2011
Rapto de Luna
Momentos posteriores a su captura en aquel café donde fue a reencontrarse con una amiga de los tiempos de colegio, a quien había contactado por Facebook, Luna, que yacía postrada en la parte posterior de una camioneta de lujo, sólo podía escuchar voces entremezcladas de los no sabía cuántos tipos que iban en el vehículo y que discutían alterados, maldecían, llamaban por teléfono, le gritaban insultos, le golpeaban con un objeto metálico, presumía, era un cañón. Lo otro que podía sentir, era los latidos de su corazón, casi como precipitándose por su boca. De resto no le había dado tiempo de pensar nada, de sentir si quiera miedo de lo que le estaba ocurriendo y podía pasarle después.
Luna Verónica Rodríguez Ganclini, estudiante de ingeniería química en una universidad pública, 22 años, hija de un pequeño empresario, clase media alta y su esposa, quien tiene una tiendita de ropa en un centro comercial, novia del hijo de un médico traumatólogo, quien estudia en su misma universidad, los fines de semana va la playa de los surfistas, no es muy de ir a discotecas, a veces ayuda a su mamá en la tienda, maneja un “yaris” 2008 azul dos puertas…esa era la información que manejaban los “hampa” que se la llevaron del café de la avenida 33. El encargado de recabar la información a cambio del 7% de la “pega”(el dinero del rescate), si todo salía bien, era un agente del cuerpo de investigaciones, quien la había tenido fácil, pues toda la información la sacó del Facebook y del “pin” de la chica, a la cual le había pedido lo aceptara como contacto y la muy despreocupada, le había dado a “aceptar” manteniéndolo entre sus contactos con el nombre falso de Gian Pablo y una foto de chico “papiao” como de gimnasio, con la cual aparecía en el teléfono “montao” que el regordete funcionario tenía destinado para el “trabajo” en cuestión. La tomaron por los cabellos, poniéndola en pié a empujones, tumbando sillas y mesas.
La estridencia del momento fue feroz, disparos al aire y al suelo hicieron que todos en el lugar se echaran al piso o corrieran fuera del local.
Una vez llegados a algún sitio, la bajaron del vehículo en el cual la tasladaron e hicieron caminar, aun vendada y atada, hasta sentarla en una silla y amarrarla a ella, una voz se le acercó susurrante, salivosa y terrible “tu lo que estás es bien buena carajita” “deja la guevonada! Que ésta vale unos reales” gritó una segunda voz. Como si de pronto sus sentidos comenzaran a despertar, se escuchó llorando, pidiendo la soltaran, la interrumpió una voz calmada, con una serenidad profesional “Mira Luna, necesitamos que todo salga bien, sabemos todo sobre ti, tu familia, tu novio, tu papá y tus amigos, así que no inventes, si nos pagan lo que vamos a pedir, te soltamos sanita y salva, si se les ocurre inventar una vaina, te jodiste, así que colabora y todo va a salir bien.”
Luna reaccionó a las instrucciones con un gemido que de inmediato se tansformó en llanto, la voz profesional le tocó la cabeza, “cálmate, cálmate, necesito que te calmes pa´ que hables con tu papá"…No podía parar el llanto, lo cual exasperó a la voz salivante, “mira maldita!” la golpeó, “tú quieres llorar, ah!?...” Luna gritaba, la voz salivante amenazaba, la voz profesional callaba y una tercera voz, femenina, entró en escena, en esa escena oscura de voces y latidos emergiendo por su glotis, pánico sin rostro y sin salida. “cállate pana, deja que la chama respire, así no va a hablar con nadie” dijo la voz femenina, la tomó por los hombros, con algo parecido al afecto, pero no era afecto. “vamos chamita, vete calmando, respira hondo, para traerte agua y después llamamos a tu familia que seguro están esperando para oírte” Luna comenzó a obedecer a esta tercera voz, la mujer le dio a beber agua, la cual todavía sorbió con dificultad.
Luego de la llamada, luna fue dejada, aun vendada y atada en la habitación, sentada en la silla comenzó a llorar, un hilo de sangre corría por una de sus comisuras, la voz salivante le había abofeteado una vez más cuando entró a hurtadillas al cuarto donde la habían dejado y le pasó la lengua por el rostro, Luna torció su cabeza hasta más no poder queriendo apartarla de aquella voz morbosa, gritó y el sádico secuestrador al verse increpado por la voz profesional la maltrató en venganza. Ahora sola, aun a oscuras y enfrentada con sus pensamientos se interrogó a sí misma, se hizo la pregunta que seguramente todos nos hiciéramos si nos sucediese tamaña tragedia…"Dios! Por qué a mí?"
Hacía rato que dejó de escuchar las voces, también de llorar…por primea vez se descubrió sintiendo algo más que los latidos de su corazón como queriéndole salir por la boca, se percató de un dolor en las manos, una rodilla le ardía, también, en la cara sentía las secuelas del último bofetón que recibió del dueño de la voz salivante.
Ahí amarrada a la silla, inerte por obligación, suficientemente consternada como para no prestar demasiada atención a los dolores en sus muñecas, en el rostro y las piernas, Luna comenzó a hundirse en el silencio de lo que debía ser ya la noche, la última vez que supo la hora fue cuando se bajó de su carro cerca del café donde se encontraría con su amiga. Eran las cinco en punto de la tarde, ahora no tenía idea de cuánto tiempo habría transcurrido desde el momento en que empezó todo este infernal estado de cosas, sólo se imaginaba que ya sería de noche, se quedó dormida, tal vez la habían sedado. Una de las sensaciones más terribles que puede sorprender a una persona, ha de ser, despertar y no pode ver nada, salir del sueño y seguir cegado, no ver la luz.
Cuando Luna Verónica salió del letargo en el que el cansancio la había sumido, chocó con la ceguera impuesta por la venda, gritó desaforadamente, al poco tiempo, sintió abrir una puerta, le habló la voz femenina “chama, quieres ir al baño? Tienes hambre?...” “quiero ir al baño, quiero agua” respondió “quítame esta venda por favor, por lo que tú más quieras” imploró sollozante. La voz femenina, salió de la habitación, Luna continuó llorando, ahora muy quedo. Al poco tiempo entró alguien, sin demasiada delicadeza le quitó la venda y con una pinza picó los amarres de sus manos y pies, “te quedas tranquilita que nada te va a pasar si te portas bien” era la voz femenina. Sus ojos se acostumbraron pronto a la luz pues la habitación estaba en penumbras, pudo ver a la mujer, más no su rostro, usaba una capucha, un pasamontañas negro, también advirtió un arma en la su cintura, miró alrededor, era un cuarto vació sin ningún mueble a demás de la silla y una colchoneta tirada en un rincón.
La voz femenina, le pertenecía a una mujer alta, más alta que Luna, algo gorda, usaba un Jean y una blusa negra, le señaló el fondo de la habitación, ella supo que era el baño, entró y buscó el pomo de la puerta para encerrarse pero no había, la voz le dijo, “tranquila, ese no va a volver a entrar si te portas bien” Luna miró sus muñecas laceradas por la lucha en contra de los “Tie Wraps”, su boca estaba rota, sus ojos hinchadísimos. Al lavar su rostro esperó en vano despertar de aquel sueño bizarro pero no ocurrió nada, esta era la realidad, la que ahora le tocaba a ella. “Ahí tienes una hamburguesa y una Coca-Cola Luna, come anda” Luna creyó notar cierta familiaridad en la voz de la mujer, pero se limitó a responder “no tengo hambre” la voz femenina que ahora tenía un cuerpo visible le respondió como aconsejándole “es mejor que comas, ahí te la voy a dejar” salió y aseguró la puerta del cuarto por fuera, Luna escuchó el sonido como de un interruptor y de inmediato quedó sin luz, totalmente a oscuras otra vez, sólo que ahora no tenía venda en los ojos. A tientas llegó hasta la comida y luego fue gateando hasta la colchoneta donde se tumbó e intentó comer.
Dos mordiscos a la hamburguesa y casi toda la coca-cola, de inmediato Luna estaba intentando conseguir una salida, trataba de no hacer ruidos, la habitación tenía una ventana, sellada al punto de no dejar pasar luz de afuera, o tal vez era de noche, había una total confusión en sus sentidos de ubicación en el tiempo y el espacio, una sensación de ubicuidad terrible, de incertidumbre comenzaba a desplazar las imágenes y sensaciones del momento en que la capturaron, el baño también carecía de ventanas, no tenía más objetos que un rollo de papel higiénico y un espejo remachado a la pared. Luna volvió a la colchoneta.
Continua.
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