lunes, 10 de octubre de 2011

Rapto de Luna


Momentos posteriores a su captura en aquel café donde fue a reencontrarse con una amiga de los tiempos de colegio, a quien había contactado por Facebook, Luna, que yacía postrada en la parte posterior de una camioneta de lujo, sólo podía escuchar voces entremezcladas de los no sabía cuántos tipos que iban en el vehículo y que discutían alterados, maldecían, llamaban por teléfono, le gritaban insultos, le golpeaban con un objeto metálico, presumía, era un cañón. Lo otro que podía sentir, era los latidos de su corazón, casi como precipitándose por su boca. De resto no le había dado tiempo de pensar nada, de sentir si quiera miedo de lo que le estaba ocurriendo y podía pasarle después.

Luna Verónica Rodríguez Ganclini, estudiante de ingeniería química en una universidad pública, 22 años, hija de un pequeño empresario, clase media alta y su esposa, quien tiene una tiendita de ropa en un centro comercial, novia del hijo de un médico traumatólogo, quien estudia en su misma universidad, los fines de semana va la playa de los surfistas, no es muy de ir a discotecas, a veces ayuda a su mamá en la tienda, maneja un “yaris” 2008 azul dos puertas…esa era la información que manejaban los “hampa” que se la llevaron del café de la avenida 33. El encargado de recabar la información a cambio del 7% de la “pega”(el dinero del rescate), si todo salía bien, era un agente del cuerpo de investigaciones, quien la había tenido fácil, pues toda la información la sacó del Facebook y del “pin” de la chica, a la cual le había pedido lo aceptara como contacto y la muy despreocupada, le había dado a “aceptar” manteniéndolo entre sus contactos con el nombre falso de Gian Pablo y una foto de chico “papiao” como de gimnasio, con la cual aparecía en el teléfono “montao” que el regordete funcionario tenía destinado para el “trabajo” en cuestión. La tomaron por los cabellos, poniéndola en pié a empujones, tumbando sillas y mesas.

La estridencia del momento fue feroz, disparos al aire y al suelo hicieron que todos en el lugar se echaran al piso o corrieran fuera del local.

Una vez llegados a algún sitio, la bajaron del vehículo en el cual la tasladaron e hicieron caminar, aun vendada y atada, hasta sentarla en una silla y amarrarla a ella, una voz se le acercó susurrante, salivosa y terrible “tu lo que estás es bien buena carajita” “deja la guevonada! Que ésta vale unos reales” gritó una segunda voz. Como si de pronto sus sentidos comenzaran a despertar, se escuchó llorando, pidiendo la soltaran, la interrumpió una voz calmada, con una serenidad profesional “Mira Luna, necesitamos que todo salga bien, sabemos todo sobre ti, tu familia, tu novio, tu papá y tus amigos, así que no inventes, si nos pagan lo que vamos a pedir, te soltamos sanita y salva, si se les ocurre inventar una vaina, te jodiste, así que colabora y todo va a salir bien.”

Luna reaccionó a las instrucciones con un gemido que de inmediato se tansformó en llanto, la voz profesional le tocó la cabeza, “cálmate, cálmate, necesito que te calmes pa´ que hables con tu papá"…No podía parar el llanto, lo cual exasperó a la voz salivante, “mira maldita!” la golpeó, “tú quieres llorar, ah!?...” Luna gritaba, la voz salivante amenazaba, la voz profesional callaba y una tercera voz, femenina, entró en escena, en esa escena oscura de voces y latidos emergiendo por su glotis, pánico sin rostro y sin salida. “cállate pana, deja que la chama respire, así no va a hablar con nadie” dijo la voz femenina, la tomó por los hombros, con algo parecido al afecto, pero no era afecto. “vamos chamita, vete calmando, respira hondo, para traerte agua y después llamamos a tu familia que seguro están esperando para oírte” Luna comenzó a obedecer a esta tercera voz, la mujer le dio a beber agua, la cual todavía sorbió con dificultad.

Luego de la llamada, luna fue dejada, aun vendada y atada en la habitación, sentada en la silla comenzó a llorar, un hilo de sangre corría por una de sus comisuras, la voz salivante le había abofeteado una vez más cuando entró a hurtadillas al cuarto donde la habían dejado y le pasó la lengua por el rostro, Luna torció su cabeza hasta más no poder queriendo apartarla de aquella voz morbosa, gritó y el sádico secuestrador al verse increpado por la voz profesional la maltrató en venganza. Ahora sola, aun a oscuras y enfrentada con sus pensamientos se interrogó a sí misma, se hizo la pregunta que seguramente todos nos hiciéramos si nos sucediese tamaña tragedia…"Dios! Por qué a mí?"

Hacía rato que dejó de escuchar las voces, también de llorar…por primea vez se descubrió sintiendo algo más que los latidos de su corazón como queriéndole salir por la boca, se percató de un dolor en las manos, una rodilla le ardía, también, en la cara sentía las secuelas del último bofetón que recibió del dueño de la voz salivante.

Ahí amarrada a la silla, inerte por obligación, suficientemente consternada como para no prestar demasiada atención a los dolores en sus muñecas, en el rostro y las piernas, Luna comenzó a hundirse en el silencio de lo que debía ser ya la noche, la última vez que supo la hora fue cuando se bajó de su carro cerca del café donde se encontraría con su amiga. Eran las cinco en punto de la tarde, ahora no tenía idea de cuánto tiempo habría transcurrido desde el momento en que empezó todo este infernal estado de cosas, sólo se imaginaba que ya sería de noche, se quedó dormida, tal vez la habían sedado. Una de las sensaciones más terribles que puede sorprender a una persona, ha de ser, despertar y no pode ver nada, salir del sueño y seguir cegado, no ver la luz.

Cuando Luna Verónica salió del letargo en el que el cansancio la había sumido, chocó con la ceguera impuesta por la venda, gritó desaforadamente, al poco tiempo, sintió abrir una puerta, le habló la voz femenina “chama, quieres ir al baño? Tienes hambre?...” “quiero ir al baño, quiero agua” respondió “quítame esta venda por favor, por lo que tú más quieras” imploró sollozante. La voz femenina, salió de la habitación, Luna continuó llorando, ahora muy quedo. Al poco tiempo entró alguien, sin demasiada delicadeza le quitó la venda y con una pinza picó los amarres de sus manos y pies, “te quedas tranquilita que nada te va a pasar si te portas bien” era la voz femenina. Sus ojos se acostumbraron pronto a la luz pues la habitación estaba en penumbras, pudo ver a la mujer, más no su rostro, usaba una capucha, un pasamontañas negro, también advirtió un arma en la su cintura, miró alrededor, era un cuarto vació sin ningún mueble a demás de la silla y una colchoneta tirada en un rincón.

La voz femenina, le pertenecía a una mujer alta, más alta que Luna, algo gorda, usaba un Jean y una blusa negra, le señaló el fondo de la habitación, ella supo que era el baño, entró y buscó el pomo de la puerta para encerrarse pero no había, la voz le dijo, “tranquila, ese no va a volver a entrar si te portas bien” Luna miró sus muñecas laceradas por la lucha en contra de los “Tie Wraps”, su boca estaba rota, sus ojos hinchadísimos. Al lavar su rostro esperó en vano despertar de aquel sueño bizarro pero no ocurrió nada, esta era la realidad, la que ahora le tocaba a ella. “Ahí tienes una hamburguesa y una Coca-Cola Luna, come anda” Luna creyó notar cierta familiaridad en la voz de la mujer, pero se limitó a responder “no tengo hambre” la voz femenina que ahora tenía un cuerpo visible le respondió como aconsejándole “es mejor que comas, ahí te la voy a dejar” salió y aseguró la puerta del cuarto por fuera, Luna escuchó el sonido como de un interruptor y de inmediato quedó sin luz, totalmente a oscuras otra vez, sólo que ahora no tenía venda en los ojos. A tientas llegó hasta la comida y luego fue gateando hasta la colchoneta donde se tumbó e intentó comer.

Dos mordiscos a la hamburguesa y casi toda la coca-cola, de inmediato Luna estaba intentando conseguir una salida, trataba de no hacer ruidos, la habitación tenía una ventana, sellada al punto de no dejar pasar luz de afuera, o tal vez era de noche, había una total confusión en sus sentidos de ubicación en el tiempo y el espacio, una sensación de ubicuidad terrible, de incertidumbre comenzaba a desplazar las imágenes y sensaciones del momento en que la capturaron, el baño también carecía de ventanas, no tenía más objetos que un rollo de papel higiénico y un espejo remachado a la pared. Luna volvió a la colchoneta.

Continua.

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