Los sentidos se le
fueron, se apagaron. Uno por uno se le fueron borrando.
Primero, la vista. Cuando
se quedó ciego casi enloqueció, salió corriendo dando tumbos, se golpeaba
contra las cosas que había en la habitación. Sintió la oscuridad, la tibieza y
el sabor ferroso del hilo de sangre que corría por la comisura izquierda de su
boca. La saboreó y de inmediato llegó el dolor, pero casi no lo tomó en cuenta.
Intentó incorporarse,
sin ver, luego de haber caído, solo llegó a sentarse y ahí quedó.
De súbito se dio cuenta
que no escuchaba, se percató porque al tropezar con el mueble y derrumbarse sobre
el piso un estruendo de objetos rodando y chocando entre sí lo había aturdido. Ahora podía golpear
y patear los trastos en el suelo pero éstos no le sonaban. Gritó y no pudo
escucharse a pesar de que el esfuerzo le reflejó un dolor vibrante en la
garganta.
Se llevó las manos al
rostro pero no consiguió nada, dejó de sentir sus manos o éstas dejaron de
sentir lo que tocaban, se hincó las uñas donde creyó que quedaba su cara, no
encontró dolor, ni roce alguno. Se echó hacia atrás, pensó que era hacia atrás,
hasta que algo le detuvo de golpe. Una pared, tal vez.
Salir de ahí, debía
salir, pero ¿Para qué? No veía ni escuchaba, tampoco sentía las cosas. Por no
escuchar, no sabía si hablaba, si sus gritos eran audibles por alguien más. Todo
tan confuso, tan junto, tan de pronto, tan definitivo.
Inspiró fuertemente,
volvió a hacerlo, se percató de que no podía oler las cosas. Tampoco tenía
olfato.
Ni siquiera dolor
percibía, ni texturas, nada de sensaciones térmicas. Una angustia vacía, un limbo ingrávido y atemporal, miedo!
Un terror indecible,
flotante y absurdo ¿Muerto? Había muerto o tal vez no, estar muerto, nadie lo
está, se muere y ya… Así decía un libro que alguna vez leyó. No se trata de eso,
de qué, entonces, de un encierro o más bien la deriva total, un naufragio
dentro de sí mismo.
Preguntas agolpadas y
atormentantes cayendo en avalancha, en estampida, una interrogación aplastante,
ahogo, no obstante no sabía si respiraba, hiperventilaba o se había quedado en
paro de todas sus funciones vitales ¿Cómo saberlo? No podía saberlo ¿Qué podía
saber? Algo, nada… fuera de los sentidos nada se sabe, todo se intuye.
Illich
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