viernes, 13 de mayo de 2011

Tostón El Oráculo Indigente.


Entre los intersticios de la urbe se viven eventos que no llegan a historias porque nadie los cuenta, quedan en el anonimato etéreo de vidas que pasan las noches con un ojo abierto y otro cerrado, en la duermevela de los acechados por peligros insomnes y otras fantasmagorías del tipo de las que deambulan pegadas a las paredes y se agazapan en los sótanos húmedos de los edificios, esperando el día siguiente.

En una de esas ciudades chantajistas, de las que por el día reclaman atención en vidrieras, en cafés de esquina y avenidas atragantadas de vehículos y por la noche cobran con vidas su dote de meretriz del alto standing, casi/no/vivía Tostón. Un “recojelatas” más, uno que alguna vez fue alguien, a quien la ciudad se había encargado de lavarle el nombre y quitárselo de encima, al tiempo que le vestía de mugre, de jirones grisáceos y de una nueva identidad pública. Con un mote hecho nombre y ya casi una leyenda urbana sobre sus espaldas, Tostón tenía una particularidad, se creía de él que era un Oráculo infalible. Entre murmullos casi ininteligibles, el inmundo mendigo enunciaba profecías sobre cosas que sus voces internas le susurraban. Entre la gente de su gremio era famoso por haber predicho cuando un indigente iba a ser atropellado por un carro o cuando otro sería golpeado por drogadictos cabezas rapadas en sus frecuentes orgías de violencia noctámbula.

Una vez Tostón quedó fijo mirando a los ojos secos de una mujer invidente la cual pedía dinero frente a un banco, la mujer no percibió nada hasta que este le habló cerca del oído diciendo “QUÍTATE DE ENFRENTE DE LOS TIROS” pero, para dónde se iba a mover, la invidente siguió su acción mendicante por dos horas más hasta que una ráfaga de ametralladora le cruzó el pecho. Al día siguiente apareció en las noticias reseñado el asalto a un banco, con el saldo de una delincuente capturada herida y luego muerta en su traslado al hospital, la acusaron de cómplice del robo y la prensa decidió creer esa versión.

Sin embargo, las predicciones de Tostón no solamente comprendían tragedias, el dependiente de un kiosco de periódicos solía contarle a toda su clientela que aquel indigente tenía poderes. "Una vez, así contaba el kiosquero, cierta dama estaba comprando un Kino, el loco Tostón se acercó a mi kiosco y tomó otro, antes que yo lo espantara se lo dio en la mano a la señora diciendo “ESTE ES”, ella dudó un poco pero se quedó con el boleto, ¡cuál es mi sorpresa! a la semana volvió la señora diciendo que había pegado 14 números, dejó un regalo para mi y preguntó por Tostón, al que le había comprado un pollo asado…"

La rutina de Tostón era circular, cíclica como la de muchos indigentes un tanto extraviados de razón, consistía en ir de aquí para allá, buscar mendrugos, tomar cosas de un lado y dejarlas en otro, perseguir niños de la calle quienes de vez en cuando le gastaban bromas pesadas, ese tipo de cosas. Solía dormir aproximadamente cuatro o cinco horas cubierto con cartones y periódicos en un escondite que se había procurado en un estacionamiento cuyo vigilante nocturno lo dejaba quedarse desde un día en que Tostón le dijo un dato de lotería. Aunque aquel hecho afortunado no había vuelto a ocurrir, el vigilante le tenía simpatía al mendigo quien llegaba con relativa puntualidad rondando las 11:00 pm y se arrumaba bajo el promontorio de cartones hasta hacerse imperceptible.

Tostón tenía un perro, lo llamaba Diógenes y lo tenía desde que un día lo escuchó llorar en un cesto de basura, al escuchar los chillidos bajitos se acercó, removió algunos papeles y ahí estaba un diminuto cachorro amarillo, un "cacri", con manchas color café, los ojos hermosos y grandes de un azabache lloroso, famélico hasta casi la muerte por inanición. El indigente lo tomó con una delicadeza impresionante, como quien carga un niño neonatal y lo llevó consigo. Por una semana dejó de alimentarse, si se le puede llamar alimentación a lo que arroja un mendigo en su estómago, para dar de comer al perrito, incluso llegó a robarse un frasco de vitaminas de una tienda de mascotas y se las suministró de forma solícita. Desde la primera noche que compartió con el cachorro lo acomodó junto a él en su lecho de cartones para dormir, desde ahí en adelante nació un sólido vínculo entre ambos.

Una madrugada a las 3:00 am como era común en él despertar para salir a caminar la ciudad, a esa hora la urbe es aun territorio de chulos y prostitutas, Tostón advirtió que tenía una hoja de periódico cubriéndole su cara, la quitó y en lugar de echarla a un lado como de costumbre, la metió en el único bolsillo sin hueco que quedaba entre sus harapos, cuando aclaró el día la sacó y pudo leer un titular (porque sin recordar cómo, él sabía leer)la noticia hablaba sobre un hombre que estaba perdido en una montaña y de su rescate, su nombre era Diógenes, Tostón miró la foto, en ella aparecía un montañista muy delgado, volvió la mirada hacia el perro y le dijo Diógenes, a lo que el can respondió satisfecho moviendo la cola y lamiendo sus manos. De seguido el hombre dijo, vamos Diógenes y siguieron su marcha.

Las cosas comenzaron a cambiar un día que a Tostón le dio por meterse en una manifestación de protesta, él no sabía por qué protestaban, no importaba, sólo se sumó y junto a él, Diógenes. La gente gritaba consignas, arengaba y ellos, perro y mendigo caminaban en el sentido que todos lo hacían. De pronto todos se detuvieron, una columna de la policía hizo frente a la marcha, los agentes, apertrechados en exceso, como de costumbre, trancaron el paso a la protesta y amenazaban con arremeter. El oficial de turno estaba a punto de dar la orden de atacar cuando de entre la multitud, Tostón rompió la primea fila y caminó con Diógenes directo hasta su persona, quien estaba custodiado por dos de sus agentes, llegó hasta dos metros del jefe policial y este le gritó “Quítate loco el coño!” Tostón simplemente le miró fijo y dijo “TU HIJO Y TU HERMANA MENOR ESTÁN EN LA MARCHA”, el tombo se timbró, ordenó a los escoltas, echaran a un lado al recojelatas y estos procedieron, un pastor alemán de peso completo emprendió contra Diógenes, este se le enfrentó al perro germano y los pacos empujaron a Tostón con el esperable exceso en el uso de la fuerza disuasiva. Los manifestantes lo ayudaron a incorporarse, las cosas se caldeaban y el oficial llamaba por teléfono, un distinguido de la policía le preguntó con premura al jefe “¿¡le damos con todo a estos payasos mi comandante!?” y el oficial respondió “¡¡NO!! Mantengan sus posiciones hasta que venga el Alcalde”, mientras entre dientes se le podía oír maldecir.

Las cosas se calmaron tensamente, la gente que vio la valiente acción del indigente, le aplaudió sin entender qué cosa había dicho al policía, las cámaras de algunos medios de comunicación captaron la escena y de pronto Tostón era la curiosidad del noticiero vespertino.

“¿Quién es este personaje?” comenzaba diciendo la periodista que anunciaba el noticiero, “¿qué le dijo al oficial, como para detener la acción de fuerza en contra de la marcha?” “Salimos a la calle a peguntarle a la gente” en el centro de la ciudad muchos de los entrevistados sabían quién era Tostón, decían “sí, ese es un loco tranquilo, se la pasa por aquí y por allá” una señora mencionó algo sobre el poder de adivinación del indigente, pero los detalles más precisos los dio el Kiosquero “sí, ese hasta se ganó un pollo asado con todo y hallaquitas, una vez que le dio el kino ganador a una señora, el tipo del estacionamiento siempre gana en la lotería gracias a él (exageró); se llama Tostón y es adivino…”

Tostón y Diógenes compartían media hamburguesa, desperdiciada por un niño que solo quería el juguetico, sentados en la puerta de un Mc Donalds, cuando de pronto llegaron los medios, cuatro periodistas, con respectivos camarógrafos y su enorme aparataje, todos se le encimaron, Diógenes se puso a la defensiva pero Tostón lo calmó, les miró estoico, impávido, de inmediato se puso a ver su reflejo en los lentes de las cámaras y dejaba pasar las preguntas de los reporteros de un lado a otro de su cabeza como si vinieran dichas en una lengua que él no comprendía. Una periodista no podía aguantar la humillación de tener que entrevistar a un recojelatas, volteaba la cara evitando el olor del binomio perro e indigente, los cuales parecían más interesados en los aparatos de filmación que en las personas. Otra periodista, un poco más arrojada le dijo “hola señor Tostón, los televidentes quieren saber si usted está de acuerdo con las luchas de la oposición y qué fue lo que le dijo al oficial en la marcha?” Tostón la miró fijamente y le dijo estas palabras “JEFA DE PRENSA” luego volteó hacia la que le miraba con asco y dijo “DESPEDIDA”, Diógenes asintió la predicción con un ladrido. Luego Tostón se dirigió a una cámara que transmitía en vivo y directo y dejó salir “DERRUMBE”…

Esa noche, gracias al sensacionalismo televisivo, Tostón era un personaje famoso, tal vez por ese día y ya, pronto pasaría al olvido como suele ocurrir con muchas cosas las cuales se usan y se gastan de tanto usarlas, así también pasa con las noticias de política o farándula, se habla de algo hoy y mañana, para luego ser sustituido por otros titulares, entonces se esfuma el tema. Literalmente, se esfuma…

El vigilante del estacionamiento recibió a Tostón con un perro caliente y una gaseosa “aquí está el héroe del día, mi pana el Tostón jejeje… te vi en televisión! En 4 canales brother, mira; te compré cena y todo, siéntate ahí” el mendigo partió el hotdog en dos y puso una mitad en el suelo para Diógenes que la tragó de un bocado, con el refresco hizo lo propio, dejó caer porciones en el suelo para que el cánido lo lamiera. Acto seguido, miró a los ojos de su benefactor y dejó salir su predicción “SERÁS PADRE OTRA VEZ”. Luego, Junto a Diógenes, el Oráculo se fue a dormir a sus cartones.

Los damnificados hacían cola por comida en el refugio, reclamaban atención de las autoridades, llegaba la prensa, funcionarios iban y venían, el caos al que acostumbran las tragedias… sin embargo, en el programa de la mañana de uno de los canales de Tv. más importantes, el astrólogo de turno hablaba con docta propiedad del fenómeno del recojelatas encantado que había predicho la tragedia, al tiempo que atribuía su don délfico a la alineación de ciertos planetas y a la pureza del alma del indigente.


Cuando Tostón revisaba los cestos de basura buscando algo de comida, notó como en torno suyo se arremolinaban personas, le preguntaban cosas, Diógenes ladraba y gruñía, él, sorprendido y aturdido buscaba un orificio para escapar pero la gente se le abalanzó. Una señora le preguntaba si iba a conseguir su casa, un joven quería saber a cerca de los caballos que ganarían en el 5 y 6 y una muchacha le preguntaba cuándo se iba a hacer las “tetas”. La bulla se hizo insoportable para el ahora vuelto famoso Tostón, así que se desesperó, cargó a su perro y salió corriendo a empellones entre la multitud, corrió como loco, como lo que era, y la gente atrás, una patrulla de la policía y las unidades móviles de los canales y los periódicos seguían a la turba, el señor del kiosco vio pasar al mendigo corriendo, luego al cortejo y pensó en voz alta “coño, pobre loco!”

Lo bueno de ser indigente, pensarán ellos, es que se llega a conocer la ciudad subterránea, se podría decir, la sub ciudad, un inframundo de pasadizos y rutas alternas que solo los “homless” y los gatos conocen a la perfección. Tostón tomó uno de estos atajos y en poco tiempo estaba en el estacionamiento. Al entrar, el vigilante que estaba bebiendo cervezas en horas de servicio, recibió al aturdido mendigo con un abrazo que olvidaba su aspecto y su olor “usted es mi compadre, dijo el celador, destapó una cerveza y se la dio, tostón como de costumbre tomó la mitad y lo demás fue donde Diógenes “voy a ser papá, mi pana, el segundo tripón y usted va a ser el padrino, carajo!” Tostón y el perro se fueron a dormir.

Al día siguiente, Tostón se despertó más tarde, la jornada anterior estuvo muy agitada y por eso los cartones aminoraron su hostilidad hasta las 5:00 am. Al levantarse notó un bullicio poco común, en la entrada del estacionamiento, el vigilante, a duras penas, ordenaba a la multitud mientras gritaba “bueno señoras y señores, damas y caballeros, todos y todas, el iluminado está guindando o sea descansando, así que colóquense por orden de llegada y vayan dejando las 50 lucrecias en esta cajita por aquí, él los va a atender uno por uno y les va a responder una sola pegunta por cabeza”

De inmediato Tostón se dispuso a escapar por la salida alterna pero el vigilante le había puesto un candado a la puertecita por donde pensaba salir, se le acercó y le dijo, “mira mi pana este es el chance pa’ salir de abajo, diles lo que se te ocurra y yo te compro en la noche una Reina Pepiada y un Ricomalt. pa’ que vayas bien y al perro le compro su arepa también, ¿si va? No me dejes morir, mira que quien te ha dado un techo pa´ dormir soy yo, así que tú te sientas en esa sillita, le dices la vaina a los clientes y listo!”

Casi a empujones Tostón fue llevado al lugar de las consultas, el cual no era otro que la garita de la entrada del estacionamiento, la gente se "ordenó" y comenzaron a pasar, uno por uno. La logística del vigilante era bastante precaria, después que dijo que era una sola pregunta, le ofrecían 20 Bsf más o 30 y éste accedía y le gritaba al Iluminado que respondiera. En la cola, los demás reclamaban, casi se amotinaban y Tostón no respondía o se abstraía y se quedaba como abstraído en su mundo, lo que provocaba que le gritaran al vigilante “!Esto es una estafa, este tipo no sabe nada, no es ningún iluminado nada!”

Casi a punto de estallar el tumulto, apareció una comisión de la policía anti motines, al mando, el oficial de la manifestación, dispersaron a la multitud, apresaron al vigilante por estafador y acordonaron el área, el oficial se acercó a la garita, encendió un cigarrillo y acercó otro a Tostón, este lo rechazó, tal vez porque no podía compartirlo con Diógenes, el perro en tanto, advertía el aroma del perro policía y pelaba los dientes.

“No sé como lo haces pero lo cierto es que lo haces, nos vamos para donde el Alcalde ciudadano, él necesita hacerte unas preguntas” Tostón fue trasladado por la comisión policial en una jaula de llevar presos, como se rehusó a montarse sin Diógenes, lo lanzaron dentro con todo y perro. Accedieron a la alcaldía por una puerta trasera hasta un sótano donde esperaba el Alcalde, cuando abrieron la puerta se asomaron perro y mendigo, bajaron y se situaron frente al burgomaestre que sin mediar modales, por qué habría de hacerlo con un recojelatas, le preguntó “¿quién va a ser el próximo gobernador?” Tostón le miró fijamente y le dejó saber “IRÁS PRESO”.

La rabia del político no tenía precedentes públicos, los agentes presenciaron como golpeó al Oráculo, al que hace minutos esperaba con ansias, pateó al perro que salió en su defensa y sacó un arma para dispararles, en ese momento el oficial intervino diciendo “señor, no se ensucie las manos con este loco de mierda, déjemelo a mí que yo lo desaparezco bien desaparecido con todo y el bicho flaco ese con que anda!” el Alcalde bufaba su rabia muy hondo, de a poco se fue calmando, guardó el arma y ordenó “Llévate a este maldito tú sabes pa’ donde y le aplicas tú sabes qué!” El policía mandó sus escoltas a que encerraran a Tostón y a Diógenes en la jaula, de inmediato arrancaron. El carro del oficial seguía el transporte de presidiarios donde Tostón sobaba los golpes en las costillas del perro.

Llegaron a un lugar desconocido, habían rodado como tres horas, el oficial en persona descorrió el cerrojo y abrió la portezuela, esta vez no salieron, los ocupantes estaban ateridos del miedo, no hay que estar muy cuerdo ni ser muy oráculo para sospechar que algo malo estaba por suceder “¡Bájate!” Ordenó con severidad el oficial, ambos seres se incorporaron, primero Tostón seguido por Diógenes, bajaron de la jaula, se quedaron muy juntos uno al lado del otro.

5 comentarios:

  1. Muy Bueno Illich, con cada párrafo mi imaginación volaba a mil por hora, sobre todo cuando tostón escucha los chillidos bajitos de un diminuto cachorro amarillo con manchas color café,ojos hermosos y grandes de un azabache lloroso. El final si me dejo pensando mucho, aunque estamos en Venezuela, y aquí la mayoría de las cosas se resuelven de la formas mas fácil, tu me entiendes.

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  2. Excelente, esperaba un final feliz pero entiendo que fuera de la iluminación de tostón, estas son las cosas que pueden pasar en el plano Real, cuando sin adornos ni abstracciones le dices la verdad a los tiranos que ostentan el poder.

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  3. Excelente Relato mi querido amigo. Y lamentable y triste final. Aunq muestra fehacientemente como personas inmorales con poder. Resuelven las verdades que los comprometen. Saludos heemano.

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  4. Buena historia. Dinde se demuestra que cuando al hombre enfermo de poder no se le complace, puede llegar a convertirse en una besria.

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