lunes, 22 de abril de 2013

Por qué estos señores no son peores que Chávez, sino más de lo mismo.


 

 
En los estudios historiográficos académicos se suele criticar bastante la tendencia, natural en la gente, a ver la realidad social desde la perspectiva del presente como punto de comparación hacia lo que ha ocurrido antes, esta tendencia es denominada “Presentismo” y es entendida como un vicio del análisis socio-histórico, como un sesgo de los sentidos que lleva a que la persona lo analice todo bajo la influencia del inmediatismo, de lo que está sintiendo en un momento específico, obviando así otras posibilidades que le permitan sopesar con mayor cautela los elementos y variables del problema abordado. En relación a este particular nos pudiéramos preguntar con Descartes, ¿será que “los sentidos nos engañan”? pues casi siempre, nos es difícil ubicar el real desarrollo de un proceso contemporáneo en relación a uno pasado ya que estamos constantemente tentados a dejarnos abrumar por el resplandor de la inmediatez.

Como claro ejemplo de este dilema conceptual podemos mirar la situación actual de Venezuela, la coyuntura social que ha puesto en escena como herederos del poder político, luego de la muerte de Chávez, a los señores Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Y es que, desde el mismo momento en que ambos personajes asumieron en mando, vista la situación de incertidumbre sobre los problemas de salud del caudillo, la sobrevenida muerte, presuntamente en marzo 2013, el período de la presidencia encargada y finalmente, el proceso electoral que dio como vencedor (con muchas dudas) a Maduro, muchas personas con las que he conversado me han dicho con total firmeza que “estos señores son peores que Chávez”.

Las razones que mis interlocutores han expresado se pasean entre los desatinos de Maduro en sus alocuciones, los desafueros de malandro con poder de Cabello, la forma represiva con que han atacado a la oposición, a los manifestantes, a los trabajadores del sector público, al tratamiento que han dado a la economía,  a la descalificación discursiva en contra de los líderes de la oposición y al ventajismo con que emprendieron la campaña.

Con unos y otros argumentos, se me ha planteado que ante nosotros tenemos a unos herederos mucho más barbáricos que el propio Chávez, más ignaros, más feroces, en suma, más peligrosos para todos aquellos que les adversamos e incluso, para el país entero. Les he respondido a mis interlocutores que esto no es así, que estos señores son más de lo mismo y si se quiere más débiles que el caudillo que les engendró y encumbró en el poder. No obstante, el tema me parece lo suficientemente importante para el debate en estos momentos agitados, por tanto,  he decidido dedicarle unos párrafos para sumarlos a la discusión y a la lucha que estamos librando.

Entre los peligros que entraña el presentismo está el del olvido, la forma contundente con que nos suele golpear un suceso muchas veces nos puede hacer olvidar los momentos anteriores en cuyo seno pudieron ocurrir situaciones incluso más terribles que las que nos acaecen en la actualidad.

Cuando se dice que “éstos” son peores que Chávez en primer lugar se plantea que Maduro cada vez que habla “mete la pata” que Chávez sabía lo que decía, es falso, Chávez engañaba a la mayoría con una costumbre de citar libros y autores a los que muchas veces, desconocía, por tanto los confundía y mezclaba de forma indiscriminada, pasaba de La Biblia al Zaratustra sin mayores miramientos, nombraba a Whitman citando a Poe, hablaba de Marx y aplicaba en el terreno unas tesis económicas que hubiesen hecho sonrojar de orgullo a Adam Smith. Estando en China y alababa a Mao delante de señores que fueron presos de este líder. Chávez tergiversaba textos o amoldaba frases ante la situación que tuviese ante sí, en fin, su gran habilidad era la de fingir. De meter la pata, lo hacía bastante, leí decenas de artículos en nuestra prensa donde cantidades de académicos listaron cuantiosos errores conceptuales y contextuales, desatinos en los que incurría en las incontables horas de sus alocuciones para las cuales hizo un abusivo uso de los medios de comunicación.

            Sobre la economía se acude al nefasto tratamiento que estos señores han hecho sobre el problema financiero nacional, dos devaluaciones en tres meses. Sin ser un experto ni mucho menos, me atrevo a decir que toda devaluación monetaria es hija y producto de desaciertos en las políticas económicas de un país en un lapso previo, la última devaluación de nuestra divisa es consecuencia de haber mantenido una balanza de pago en negativo durante los dos últimos años, sino más, de mantener una política importadora de productos básicos, de la ineficiencia de los controles cambiarios, de la dependencia de la renta petrolera y la supeditación de todo nuestro aparato económico al fluctuante vaivén de los precios del crudo, al inmenso gasto público, al gasto y robo de las reservas internacionales, y todo eso ocurrió en tiempos en los que Chávez ordenaba y ellos hacían, por tanto, si el líder hubiese estado (vivo o) en condiciones para febrero, esa devaluación iba, era un hecho.

¿Más represivos, menos democráticos?
Ya nos olvidamos de la “garrapiña”, aquel objeto que consistía en un látigo de fierros con puntas afiladas en el extremo y que solo conocíamos por las películas de la Edad Media, el que utilizó la Guardia Nacional a discreción y orden del líder en contra de estudiantes y amas de casa, se nos olvidó Acosta Carlés golpeando mujeres y burlándose de éstas, no nos suena la sentencia del Líder Supremo “Y me les echan gas del bueno y me los meten presos” o a él mismo con un pito en la boca gozándose los despidos de cientos de trabajadores, los policías y jueces presos aun mientras a los asesinos de Puente Llaguno les hacen homenajes. No recordamos en cierre de RCTV, el de doscientas cincuenta emisoras de radio por orden suya, el desconocimiento del mandato popular cuando luego de haber perdido el referéndum de la enmienda constitucional, cuando incluyó la reelección indefinida como reforma  en otro referéndum. Habremos olvidado a Franklin Brito?

Cuando se plantea que estos  señores son más ineficientes que el caudillo, que él de alguna forma logró ciertas cosas, también me quedan dudas. Los casos de corrupción a los que hizo la vista gorda, los de PDVAL, por nombrar solo uno, los niveles astronómicos de la inseguridad  y la violencia hamponil, el crecimiento exponencial de la economía informal y el déficit habitacional que hoy tenemos, son todos hijos de sus catorce años en el poder. Chávez tuvo un inmenso aparato propagandístico y un indudable carisma, en eso si es muy superior  a Maduro y Cabello, además contó un una conexión afectiva con un importante sector de la población y es por eso, porque siempre tuvo una base que le sirvió en el terreno electoral por lo cual no desató toda su ira dictatorial sobre el país, sin embargo, todas las armas compradas y la confección de un modelo de Estado represivo apoyado en instituciones que le facturan completa adhesión al gobierno, son su idea y su práctica.

 Lo que hoy tenemos en Venezuela es la idea de Chávez sobre lo que deberíamos tener si él dejaba de estar, es su candidato, al cual un CNE que él nombró a través de su Asamblea Nacional, le adjudicaron las elecciones y hoy es presidente del país. Somos nosotros a los que él llamó apátridas, pitiyanquis, escuálidos, lacayos del imperio, burgueses y majunches los mismos que seguimos siendo objetivo de un Estado que él confeccionó para eso, para la represión, un Estado al más puro estilo Fascista.

Así pues, sostengo que es un error hacernos eco en este caso de esa tradición popular con la cual se exculpa a los que se van porque ya no están aquí, no debemos pensar que nuestros problemas comenzaron el 14 de abril porque Tibisay dijo lo que muchos sospechábamos y a pesar de eso fuimos a votar. Esto es un plan que viene forjándose en la mente dictatorial de personas que conciben la política como el sometimiento del otro por la vía que sea y que hoy, al verse repudiados por muchísima gente, al ver aflorar sus dilemas internos, al enfrentarse al hecho de la muerte de aquel a quien consideraban su deidad, entonces arremeten de la única forma que saben hacerlo y que siempre lo han hecho, reprimiendo de manera brutal.

Los ejemplos más sórdidos de esta represión aparecen con los ataques intimidatorios de policías, militares y grupos de forajidos motorizados a sueldo el propio 14 de abril y en los días subsiguientes, la campaña persecutoria de empelados públicos y con las amenazas del presidente de la A.N a los diputados y su reflejo en los consejos legislativos regionales, con la forma abusiva con la que el T.S.J desestimó el reclamo de la oposición y con el tratamiento grosero que ante dicho reclamo ha dado el C.N.E. Esto no es más que una continuidad en la forma como se vienen dando las cosas en el país desde el mismo momento en que Chávez comenzó a creerse amo y señor de nuestros destinos por obra y gracia de su golpe fallido y de su delirante sociopatía. Misma historia, solo cambian los sociópatas.

Illich Sánchez.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario