Desde tiempos inmemoriales hemos conocido héroes, primero en la mitología más arcaica (leyendas como las de Prometeo, Teseo, Perseo, etc.) y luego en la narrativa épica, en la cual se inscriben obras como las de Homero, Las mil y una noches, El cantar del Mio Cid, pasando por los cuentos de Hans Christian Andersen hasta la saga Star Wars, entre muchas otras. Todas han ido imprimiendo en el ADN de nuestra cultura un esquema, una manera de contar/visualizar las gestas trascendentales.
En dicho esquema, entre otros elementos, aparece el héroe como aquel personaje a través de quien discurren los sucesos narrados y se tejen las historias y leyendas que hoy forman buena parte de nuestra morfología socio/antropológica, e incluso lingüística.
El héroe puede aparecer dentro de la historia por una gran diversidad de causas que casi siempre desembocan en el aspecto de la predestinación. Es decir, el héroe puede ser un príncipe valeroso y noble como Héctor en la Ilíada, alguien que perderá la vida defendiendo a los suyos. También, este héroe puede haber sido capturado por la circunstancia y arrastrado a una situación que él no estaba buscando; por ejemplo podemos nombrar a Aladino, quien se consiguió al genio de una lámpara y de ahí, por casualidad comenzó una trepidante aventura en la cual tuvo que descubrir para sí mismo su valor. Se hizo héroe sin antes saber siquiera que era un sujeto valiente.
Muchas de las películas que vemos, libros que leemos y hasta los cuentos que nuestros padres nos narraron y nosotros narramos a los chicos antes de dormir, están influidos por esta lógica de sentido, la cual podemos abreviar de esta manera:
El héroe se encuentra en una situación dilemática, la cual le plantea un motivo y una salida, el héroe decide, luego encara, o sea, asume su responsabilidad y posteriormente actúa (todas estas acciones se inscriben en el terreno de la Ética).
El héroe se encuentra en una situación dilemática, la cual le plantea un motivo y una salida, el héroe decide, luego encara, o sea, asume su responsabilidad y posteriormente actúa (todas estas acciones se inscriben en el terreno de la Ética).
Es ahí, luego de la decisión ética, donde el citado personaje juega su papel de ancla de la historia y se enfrenta a la adversidad, acaba con el malo, rescata a la doncella. Y posteriormente recibe la recompensa, por ejemplo, el oro, el trono (pendientes con lo del ORO y EL TRONO), el favor del rey, el amor de la princesa, y en el caso de Héctor que murió por la espada del pélida Aquiles, la gloria.
Algo significativo dentro de todo esto, es que este esquema heroico también aparece, quizás tan ancestralmente impreso, en la narrativa histórica,o sea, aquella la cual creemos que se ajusta a hechos verdaderos. De ahí que los países tengan próceres, libertadores, padres fundadores, entre otras figuras de cohesión de la nacionalidad. En fin, esa es otra narrativa, solo que a ésta se le da carácter de verosimilitud y no de literatura o leyenda.
Ahora bien, qué cuernos tiene que ver toda esta perorata con Padrino López (actual Ministro de la Defensa de Venezuela) y con #MoisesDavid, una etiqueta inspirada en el nombre de un chamo que tuvo la idea de mandar un tweet en el que decía “@NicolasMaduro chúpalo”. Con el agravante mediático de que el receptor del tweet lo leyó en vivo en una alocución posterior a la aplastante derrota sufrida por su partido, y por él mismo en las elecciones del 6D.
Pues bien, el eslabón vinculante entre Padrino López y #MoisesDavid con todo lo antes dicho es que en torno a ambos estamos, consciente o inconscientemente, generando narrativas heroicas. Perfilando a ambos sujetos, en el primer caso, el del general, como el salvador de la victoria opositora, y en el caso del chico, como el portador del estandarte de lo que el 70% de los votantes del país, e incluso más, hasta muchos de los hoy derrotados electoralmente quisieran decirle a Maduro en su cara.
En el caso del ministro creo que el asunto es serio, tal vez grave. Podemos estar en presencia de la gestación/difusión de una matriz discursiva en la cual, aparece la fuerza castrense, otra vez como la responsable de la salvación de la patria, y a este sujeto como el héroe que se “embraguetó” ante los intereses perversos y desconocedores de los jerarcas del régimen.
El peligro de aceptar esto, es que tal narrativa desconoce de plano que la victoria, el cuido de la victoria y la responsabilidad de catalizarla son méritos de la sociedad civil. De cada quién que fue a votar, incluso de muchísimos otrora defensores del gobierno que el pasado domingo decidieron castigarlos con el voto, de las organizaciones políticas y las que vigilaron el proceso, de cada uno de nosotros.
Los héroes fuimos todos nosotros.
Darle gracias al ministro, luego de olvidar que ha dicho cosas como “Chávez debe estar sembrado en todos los cuarteles y en todos los rincones”, que ha amasado una fortuna producto de los cargos en los que ha sido puesto por los que ahora supuestamente enfrentó, que es corresponsable de la corrupción imperante en la Fuerza Armada. Es forzar el elemento heroico donde, valga la redundancia, resulta demasiado forzado. Alguien me dirá, bueno pero algunos villanos se redimen como el caso de Darth Vader.
Ummm... puede ser, pero ese es Darth Vader y no voy a permitir que me vengan a comparar al al Gran Anakin Skywalker con este señor. Parafraseando a Luke, en Vader aun se podía percibir algo de bondad.
Ummm... puede ser, pero ese es Darth Vader y no voy a permitir que me vengan a comparar al al Gran Anakin Skywalker con este señor. Parafraseando a Luke, en Vader aun se podía percibir algo de bondad.
Por otro lado, me gustaría quedarme con Moisés David, el es el héroe circunstancial, el que surge producto de la casualidad y de pronto es el protagonista de un estallido mediático en el cual cientos de memes recrean y parodian el ya "híper parodiable" evento en el que EL PRESIDENTE de un país no pudo ejercer un mínimo freno inhibitorio para evitar ¡leer en voz alta! la frase que ha hecho famoso al chamo, aunque también lo ha asustado y con razón, pues le han llovido las amenazas. Mientras nosotros, le hemos encumbrado como un paladín de nuestra coartada libertad de expresión.
En resumen, Moises David no estaba buscando ser un héroe, a lo sumo quería burlarse de un tipo mucho, muy, extremadamente burlable. No obstante, Padrino López, quizá sí lo busque, por sus intereses (recordemos El Oro y El Trono) o por los intereses de una parte del gobierno que busca cómo salvarse, intentando reflotar del TITÁTNIC’o hundimiento de Cabello, Maduro y toda la partida de impresentables que aun se mantienen gobernando.
A fin de cuentas, creo que si alguien debe asumirse como héroe en todo esto eres tú mismo. En realidad pienso, no sería demasiado pedante decir, en el cuento que narres a tu hijo esta noche antes de ir a la cama…
“Amado hijo (o para hacerlo más informal) Mira chamo, en la historia que hoy voy a contarte, te hablaré de alguien muy normal, sin poderes arácnidos ni armas láser. Este cuento se trata de alguien que un domingo se levantó temprano y fue a votar”
PD. Disculpen por no incluir la arista, manejada por muchos, donde se cree que Maduro hace esas cosas apropósito. Yo sí creo que es extremadamente inútil, y eso incluye cada mamarrachada que se le sale.
Illich.
Muy acertado todo. También me quedo con Moisés David que apareció en el protagonismo de carambola. Ahora, lo de Padrino Lopez yo creo que es una leyenda urbana creada precisamente por esa necesidad de mucha gente de un héroe y como lo comenta ud es delicado, es querer volver al peligroso camino de los "salvadores" militares. Todos deberíamos ver que en esta victoria, en esta paliza electoral los héroes fuimos todos.
ResponderEliminarMuy de acuerdo, sí, una leyenda urbana o un experimento bien preciso para buscar otro líder desde el cuartel.
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