lunes, 16 de septiembre de 2019

LOS TERRITORIOS DEL SILENCIO



 “El silencio existía en ese lugar, como un elemento más de la naturaleza”
Haruki Murakami
Silencio-Johann Heinrich Füssli-1800

Casi imperceptible es el sonido que ocurre, si es que éste ocurre, mientras paso las páginas de un libro, el trasegar de la mirada por las líneas, las pausas entre una y otra expresión, las ideas que asaltan casi al unísono de la lectura; todos parecen ser en parte, los territorios del silencio.

Cuáles son los dominios del silencio. Dónde se posa cada uno, dónde se alojan, cuánto tarda un silencio y qué cosas comunica. He oído decir, y lo he sentido, que en la música habitan los silencios, los he leído en la poesía, entre líneas, incluso más allá de la mascullada frase de Neruda “me gusta cuando callas…”, cuando el poema calla, éste y tantos otros, cuando pausa en busca de una bocanada de aire. ¿Se pintan los silencios? Se asoman entre una y otra digitación de la guitarra, entre nota y nota, la música está poblada de silencios, son acaso más largos los del blues, será que son proporcionales a la extensión de las notas. Es un silencio lo mismo para Mendelssohn que para Puccini, o para Paul Desmond.

Será que el silencio es, es algo en lugar de nada.

Tengo la impresión de que el silencio nada tiene que ver con el vacío, es más, ni siquiera sé si se conocen, se pasarían uno junto al otro sin solo saludarse. Iría el vacío colmado de ausencias por una calle en la que al pasar entre muchos, hasta pudiese tropezar con el silencio sin que éste lo viera a la cara. Tiendo a pensar que el silencio está lleno de algo, porta una esencia, está habitado de un sentido y de una forma.
Qué sabemos del silencio que ocurre justo antes de un primer beso, es un silencio sin tiempo, denso, inflamado y exterior, el universo entero calla y dos bocas se acercan lentas y magnéticas. O el de las caricias más suaves; trascendente, llano y cálido. El silencio íntimo de los anhelos, uno que acaece distinto en cada alma. 

Dalí-Museo Dalí- St. Petersburg. Fl
El silencio de una duda, el de la espera, silencios eternos como el de la muerte, inacabables y siniestros, trémulos, corrosivos, erosivos, son silencios de plástico opaco, pálidos como una ceguera temporal sin fecha límite.
Hay una geografía del silencio en todo cuanto queremos decir, justo antes de decirlo y en aquello que nombramos, justo después de haberlo hecho. Fronterizos.

Esa territorialidad de los silencios puede expandirse y colonizar, hacerse desierto y contraerse hasta su núcleo más denso, volver dentro de sí y llevarnos con él. Los hay silencios líquidos, etéreos y contundentes, punzo penetrantes.

No pueden evitarse los silencios, basta que lo intentes para que lo sepas bien y aprendas que estás inexorablemente postrado a su merced.

Tal vez estamos fabricados de silencio y no nos dimos nunca cuenta, nos pasamos milenios otorgándole a la voz, al sonido y al ruido un lugar preeminente en la jerarquía de las cosas, y resulta que mientras, el silencio aguardaba al cruzar la esquina de la penúltima frase de cada discurso, en la antesala del verso y los orgasmos, antes y luego de los sueños, un silencio yace tumbado de espaldas posterior al grito, a los ruegos, acompañando las pulsiones, a la salida de un presagio, en la trastienda de un susurro, previo y posterior a los disparos, y al llanto, los miedos, la boca del túnel y el final de los cuentos.

Habitamos en sus feudos, en sus territorios insondables, le pertenecemos al silencio.

Illich






1 comentario:

  1. Me dejas muda y pensativa....
    Detalló en mi mente cada paso que hom

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