martes, 24 de noviembre de 2009

Estudiantes de Catálogo, Profesores de Manual



ADVERTENCIA: lo que van a leer puede que moleste, aunque reconozco que la generalización suele ser altamente irritante, me arriesgo y pido disculpas si ofendo, quién no se vea reflejado por favor tenga mi saludo y sincera deferencia.



Han sido varias las ocasiones en las cuales al llegar a mis cursos de Sociología o Filosofía en la universidad, he visto en la tabla del pupitre de muchos de mis estudiantes un catálogo, es decir, una revista pequeñita de estas que van mostrando en sus páginas y a todo color, los productos, precios y modelos de marcas determinadas, con el fin de programar el encargo y forma de pago con la que el cliente se hará de aquello que previamente ha seleccionado. Situado ahí, compartiendo lugar con el material de la clase o incluso, como único elemento que acompaña al educando en el momento de comenzar la sesión, el catálogo de alguna empresa cuya estrategia de venta requiere el estudio minucioso de dicho "texto", se muestra ante mis ojos, cada vez con más frecuencia.

Los hay de muchos tipos, de cosméticos, ropa interior femenina, de utensilios para el hogar y pare de contar, estos manuales de compra/venta de productos que nos hacen "la vida fácil", y a su vez sirven para el necesario rebusque (acción prioritaria en tiempos y economías actuales), no se puede dudar, forman parte de la utilería diaria de no pocos estudiantes universitarios. Al verlos en las mesas de las aulas de un instituto de educación superior, me resultan discordantes y me obligan de inmediato la interrogante, ¿será que un catálogo de brassiers se acomoda más a la realidad de nuestros estudiantes universitarios que cualquier obra de la literatura universal?.

El análisis postmodernista del status de crisis de la cultura occidental nos permite llegar a discernir sobre qué nos puede estar avisando la presencia de los citados libelos en las manos de los que supuestamente deberían estar inmersos en el mundo académico. El malestar de la cultura, el cual se expresa en las subsecuentes crisis de la autoridad del conocimiento, de la micro economía, de las instituciones, crisis de las que no se escapan las universidades, y que han ido erosionando el propio sentido de lo que es ser ESTUDIANTE, lo ontológico propiamente dicho del acto de educarse a nivel andragógico, el cual debería consistir en encontrarse a diario con saberes especializados y con elementos de la llamada cultura general, en espacios prestos para el desarrollo de las diatribas teóricas, ideológicas, artísticas y poéticas. Dichos recintos hoy no parecen fungir como tales, por el contrario se muestran hostiles, calurosos, inconvenientes para poner en circulación ejercicios del pensamiento y la sensibilidad.

Todo esto ocurre sin mayores sobresaltos, los catálogos se van dejando colar hasta llegar a los sitios donde los estudiantes deberían tener sus textos de consulta y las obras que en cualquier caso, por escasa que fuera la cultura lectora, deberían ser imprescindibles para "entender" el mundo.

A riesgo del dolor que esto pueda causar a algunos, incluso a mí, a mí en demasía,cabe preguntarse, ¿será que hoy se puede entender el mundo tan sólo con leer manuales de hágalo usted mismo, catálogos de AVON, de TUPPERWARE, CYZONE u otras especies del mundo de las ventas por encargo? Iremos más allá, ¿será necesario hoy por hoy entender el mundo a través de los libros?. Me refiero a lo siguiente, da la impresión de que una persona corriente se puede levantar por la mañana, hacerse el aseo personal, tomar el desayuno, abordar su vehículo o el transporte público, llegar al trabajo o a la universidad, transcurrir el día en sus labores, regresar a casa, compartir con los suyos, ver la tv. e ir a dormir, y así volver una y otra vez, todos los días de un mes, de un año, de toda su vida, sin prestar la atención más mínima a lo que dijeron Homero, Lope de Vega, Cervantes , por nombrar algunos clásicos de la literatura universal. Es decir, se puede vivir por toda una vida creyendo que García Márquez escribió Doña Bárbara o mejor aun, como en el caso de la inefablemente bella Miss Antióquia, cito: "Confusio fue el señor chino o japonés que inventó la confusión".

De esta manera sería posible explicarse, al menos someramente, por ejemplo, cómo los estudiantes no encuentran relaciones entre los pensamientos producidos en el Siglo de las Luces francés (S.XVIII) y los acontecimientos políticos del siglo XIX en Venezuela, pero cómo pedirlo si ya hay bastantes problemas para que muchos encuentren distinción entre las palabras AY (expresión admirativa), HAY (conjugación del verbo haber) y AHÍ (adverbio de lugar), sin que esto les mortifique, en realidad, sin que les importe en lo absoluto.

Para ser justos, y sin temor a que nos aplaste la crítica gremial, tendríamos que preguntarnos, cuánto de responsabilidad tenemos los profesores como parte del sistema educativo, como tutores de los saberes que se deberían dictar y compartir en la clase, cuánta responsabilidad tiene un profesor que no lee los trabajos de sus estudiantes, no se afana en asignar, discutir y analizar lecturas ajustadas al nivel de exigencia que debía tener el estudio universitario, cuántos de nosotros, no dejamos de dar cardinal importancia a los textos matrices de nuestras especialidades y en su lugar preferimos compendios de tipo resumen o peor aun, qué pensará un docente universitario cuando manda a leer textos de AUTOAYUDA como material de consulta y análisis en sus respectivas "cátedras", digo análisis de forma peyorativa pues, ¿habrá mucho o algo que analizar de un manual de pasos para la felicidad total como lo son los libros de Paulo Coelho?, ¿qué tiene EL SECRETO, en cualquiera de sus versiones (video o texto) que ver con LA UNIVERSIDAD, en términos de exigencia para la mente, de reflexión, de profundidad intelectual?

Obvio, no hablo de todos los profesores, tampoco de todos los estudiantes, los hay de unos y otros que se esfuerzan por producir conocimientos, por profundizar los saberes, por gestar una universidad dentro de nuestra universidad, a pesar de las condiciones a veces tan adversas, pues ya sabemos lo difícil que resulta filosofar, resolver teoremas y hacer poesía en 40 grados de calor bajo la sombra, dentro de un salón situado a metros de una avenida con todos sus ruidos y con las consecuentes interrupciones semanales, diarias, perennes, que nos agobian, "protestas", delincuencia, falta de dotación, todas soportables si se les compara con la falta de voluntad para el estudio y el trabajo académico.

Los Estudiantes de Catálogo y los Profesores de Manual, se esfuerzan por no esforzarse, se empeñan en la trampa, en ponerle una celada a la inteligencia, "vivos", sí, al estilo de TÍO CONEJO, se creen la ilusión del "erudito de supermencado" como dice Arjona, pretendiendo conocer sobre lo que no han estudiado mientras se encargan de repetir frases de "lugar común" las cuales van ajustando a todas las circunstancias que les acaecen, son conocimientos plegables, desarmables y fáciles de guardar así como algunos de los productos de venta en los catálogos y recetas totalizantes como las de los manuales de "hágalo usted mismo", hágase profesional en diez fáciles pasos y si no puede, entonces, "la Culpa será de la Vaca."



Illich Sánchez.







4 comentarios:

  1. Resulta "laudatorio" los estudiantes del denominado sistema andragógico que en mínima expresión muestran la intención de leer "algo", aunque este algo se traduzca a escritos del adinerado Paulo Coelho, revistas de farándula, catálagos de naturaleza diversa o esa suerte de pasquínes que transforman su acostumbrado contenido político y satírico por temas referidos al autoestima o posiciones sexuales. Tal afirmación pareciera una infausta apología a la insensatez... empero, no lo es. Sólo es una somera comparación, sin ánimos de ofender ni generalizar, con los seudo-estudiantes que no tienen el más ínfimo roce con la lectura ni de forma inducida y menos por una embestida de espontaneidad. Personas a quienes les pareciera de mayor significación cultivar hortalizas en la granja virtual, unirse a la mafia cibernética, observar la inintelegible y al mismo tiempo elemental novela estelar; o escuchar la nueva canción de reggeton de la semana.
    ¿Será que es una quimera concebir que los estudiantes de educación superior puedan deleitarse con las ilusorias aventuras del Quixote, de Lo Bello y lo Sublime que nos plantea Kant o de cualquier otro escrito que por el simple hecho de percibirlo se sienta vivo y productivo?
    Aún no encuentro la naif y optimista respuesta a esta inquietud. Y tú?
    M.V.G.

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  2. Me voy a hacer seguidor de tus comentarios, gracias por opinar, bienvenida a la fiesta de la decepción, donde nos debemos encantar con frases prefabricadas que usan unos y otros, a diestra y siniestra, "lugares comunes" para llenar la ausencia de sentido común, diría kant, un camino inconcluso hasta el incluso inacabado Hombre, como nos enseñó Nietszche.

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  3. Porfesor estoy sorprendido por el estilo literario y el nivel de pensamiento en relaciòn a la actualidad y a cosas tan cotidianas... Espero ser un buen alumno de su materia... Bendiciones

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  4. Es posible que personas incultas supuestos profesores que lo que leen son catalogos de avon, sean los encargados de inducir a la nueva generacion, sean los encargados de enseñar a los niños??? quizas si es posible pero sera eso lo justo?? que les enseñaran??

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