lunes, 10 de enero de 2011

Centros Comerciales. Consumismo o Dinámica Social.



Cuando voy a un centro comercial generalmente lo hago con un fin puntual, ir al cine o a realizar alguna compra. No siempre fui así, en algún momento de mi vida llegué a utilizar los centros comerciales como espacios donde gastar mi tiempo libre, lo que ha cambiado puede ser precisamente el que ahora tengo mucho menos tiempo libre, además que ciertamente con el tiempo he desarrollado un parcial miedo por las multitudes, y en los centros comerciales, las multitudes son cuestión de todos los días.

Sin embargo, a veces es inevitable tener que pasar al menos dos veces por semana por un lugar de éstos, bien sea para una comida rápida, para una compra de última hora o para una cita de trabajo, un encuentro romántico o con amigos. Es muy común que se acuerde "nos vemos en la feria de comida". El sentido de esta disquisición es entonces, establecer qué hay en los centros comerciales que nos convoca aun y cuando no vayamos de shopping,qué pasa o qué dejó de pasar en el resto de la ciudad, donde cada vez menos decidimos encontrarnos, es simplemente el mero consumismo, el plano y pueril impulso por adquirir lo que no necesitamos y de lo que los "MALLS" están abarrotados lo que nos atrae hacia ellos, o más bien, hay un conjunto de relaciones sociales que otrora solían dirimirse en plazas, bulevares, parques y avenidas, y que actualmente se desenvuelven en lugares como el Sambil, la Cascada, el Metrópolis, las Américas, Los Aviadores, entre otros muchos.

Qué vemos en los centros comerciales, únicamente tiendas, maniquíes, carteles de oferta y la puesta en práctica de cuanta técnica de venta se pudiere imaginar o, aunado a todo ésto, conseguimos un montón de relaciones tejiéndose, situaciones de la dinámica social acaeciendo al mismo tiempo en lugares donde media una sensación de seguridad relativa, la misma que dejó de sentirse en la calle, en las plazas, en los lugares públicos.

Sólo hay que fijarse y se podrá encontrar por ejemplo, personas en entrevistas de trabajo, madres paseando a sus hijos disfrazados en carnaval, parejas cortejándose, grupos de estudiantes, oficinistas departiendo una sobre mesa, algunos habrán comprado su comida, otros habrán abierto sus viandas y comprado sólo un refresco. Se puede encontrar personas haciendo encuestas, grupos de estudio reunidos con sus libros abiertos sobre las mesas.

Por los pasillos se ven caminar gentes con looks muy variopintos, emos con un ojo tapado por la pollina y vestidos de negro y morado, hipsters, rockeros greñudos con franelas de Metallica, Rastas con dreclos, tukis con pantalones anchos a lo Daddy Yankee, sifrinos que dicen un "oseeeaaaa" cada tres palabras y punketos con crestas. De igual forma se encuentran seres híbridos de unos con otros, rock/emos, rasta/tukis, emo/tukis, sifri/emos, sifri/rastas, tuki/hipsters punk/emos y pare de contar todas las combinaciones posibles e imposibles de la genética social que logre uno imaginarse.

Se aprecian reuniones en grupos que se asocian por su indumentaria, la cual se traza de acuerdo a los patrones que dicta la tribu urbana (importante revisar el concepto de tribu urbana en Mafessoli) a la que se pertenece, otras por sus intereses inmediatos y otras personas que simplemente van a lo que van, están de paso mientras realizan una gestión bancaria o alguna diligencia, en fin, en los centros comerciales se puede transitar o se puede permanecer según sea la opción que los individuos decidan. O que el lugar permita...

En relación a la sensación de seguridad relativa a la que anteriormente me referí, los centros comerciales, no dejan de estar amenazados por el flagelo de la inseguridad que aqueja a toda nuestra sociedad, son miles los atracos que ocurren anualmente en estos espacios, robos de vehículos en los estacionamientos, carteristas y timadores que tanto como las personas, han hecho la mudanza de las calles a los MALLS para hacer de las suyas, de hecho, los atracos espectaculares a los bingos y joyerías de los centros comerciales, en operaciones tipo comando son parte ya cotidianidad y han pasado a ser cosa común en esta Venezuela de pistoleros en la que vivimos. 

Entonces, hay o no una tal sensación de seguridad en estos lugares? me atrevo a decir que sí, que es sólo una sensación y que puede operar gracias a que éstos son espacios generalmente cerrados, donde aparecen con frecuencia elementos de la seguridad interna y que aunque no hagan mucho, no hagan nada o peor aún, a veces trabajen para la delincuencia, el mirarlos pasar con frecuencia montados en esas patinetas espaciales con un radio en la mano puede tender a hacer preferir estar en un centro comercial antes de ir a la Avenida Bolívar de cualquier ciudad del país.

Para concluir, espero haya quedado claro que no estoy haciendo apología de los centros comerciales, más bien lo que se intenta es, dar una descripción del clima sociológico que de dirime en estos espacios para ayudar a echar por tierra el discurso barato donde se les denuncia como escenarios de la perversión consumista del capitalismo, donde la gente va de forma automática a gastar lo que no tiene en lo que no se necesita. De manera que se entienda que actividades tales como ir al cine, al banco, al supermercado, compartir con otros, gastar lo que cada quien decida en cuanto tenga y pueda, no son actividades moralmente reprobables y menos aún, cuando de acuerdo con la insania de nuestra economía ya sean lujos más que necesidades primarias; compréndase que factores como la inseguridad, la toma de las calles por personas que también sobreviven a través de la economía informal, el tráfico y la anarquía de las urbes, han arrinconado a los ciudadanos, los cuales ante la pérdida del espacio público (la acera, el bulevar, la plaza, el parque, etc.)

Nos vemos tentados, cuasi obligados a asistir a los centros comerciales para cambiar la reclusión a la que estamos sometidos en las casas, el claustro de las cabinas de los vehículos por el encierro colectivo entre vidrieras, escaleras mecánicas y ferias de comida.

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