jueves, 9 de mayo de 2013

CRÓNICAS DESDE ALEUZENEV II




Un país que va al revés. El Fascismo aleuzeneviano. 

En el mundo que conocíamos, aquel que dejamos atrás el día en que no se sabe por cual razón cruzamos el vórtice transdimensional que nos trajo hasta Aleuzenev, se denominó fascismo a una tendencia política nacida y criada en la Italia en el período entre guerras, la misma, fue potenciada por el tristemente célebre Benito Mussolini a quien se solía llamar Il Duce. Mussolini fue un bajito personaje quien dirigió Italia con poderes dictatoriales entre los años 1922 y 1943. A pesar de su corta estatura, era  altivo y desbordante de energía, para il Duce, hacer uso manipulador del pasado histórico y de la magnificencia del legado romano, eran la base para generar toda una pragmática segregacionista de la diferencia política que basaba su justificación teórica en el nacionalismo. A esta práctica política se le conoció y aun se le denomina FASCISMO, por ser éste incluso el nombre del partido y movimiento político que encabezaba Mussolini.

Con una retórica incendiaria, con la cual intentaba conectar el pasado imperial del mundo romano, la necesidad recuperar las glorias y la grandeza del tiempo de los emperadores con la tentativa de  hacer de Italia una potencia beligerante y dominante en el concierto político del momento (Cuanto parecido, no?). Esgrimiendo un culto cuasi religioso a la tradición y apoyado en la situación social derivada de a la decadencia económica que sumió a Europa en ese período y a una precaria estabilidad política de la región,  il Duce logró acceder al poder y de igual forma controlar en poco tiempo todos los poderes del Estado, amoldó las instituciones a las necesidades de su proyecto político, y auspició, diseñó y perpetró la persecución, encarcelamiento y eliminación de todos cuantos plantaran algún tipo de crítica a éste, su emprendimiento hegemónico.

El fascismo de Mussolini en el poder, se caracterizó principalmente por tener una red de espionaje e inteligencia que fue abarcando todos los espacios de la vida pública y privada de la gente, creó un status perenne de sospecha donde cualquier persona era proclive de ser acusada, denunciada y luego apaleada, hecha presa o simplemente desaparecida. Los “crímenes” por los cuales se podía acusar a alguien de ser un disidente,  pendulaban entre quejarse del régimen, hacer un chiste sobre il Duce,  hasta escribir un artículo que incomodara a la clase en el poder. De ahí también se desprende la necesidad del régimen sobre el control de la prensa, la radio y el cine, los medios de difusión del momento, los cuales debían estar principalmente destinados a la propaganda oficialista, por lo demás comenzó a operar la censura y el control de cuanto se hacía y decía.

Los Camisas Pardas, un grupo para policial de choque,  eran quienes se encargaban de ejecutar las palizas, torturas, amedrentamiento y desapariciones de aquellos sobre cuyas cabezas cayeran las sospechas de ser conspiradores contra el régimen y por ende, aliados de el enemigo. Este grupo actuaba al margen de la ley pero con la venia del propio Mussolini y de todos los poderes del Estado. Sobre los detenidos, desaparecidos y torturados solo había silencio de las calles,  desprestigio y repudio en la propaganda que circulaba a través de los medios de masa. (a qué se le parece?)

El fascismo, como señala Umberto Eco en su conferencia el Fascismo Eterno (1995), más que una ideología funciona como un conjunto de prácticas y tácticas que se pueden aplicar desde cualquier ideología si lo que se quiere es eliminar todo tipo de pensamiento o acción disidente, es una receta que incluso muchos regímenes han utilizado para diezmar a sus opositores y así mandar a placer mientras sumen a la población en el miedo, en el terror incluso.

Por este motivo es que el Fascismo, visto como concepto, pasa de ser  aquel que designa a un movimiento político de un grupo que se hizo con el poder en un momento y lugar determinado y se convierte en un adjetivo que se ha seguido utilizando para calificar el conjunto de prácticas totalitaristas que intentan silenciar, reprimir y finalmente eliminar a la oposición política en cualquier lugar y momento posterior a la segunda guerra mundial. Para ahondar en este concepto de fascismo se puede visitar la magistral obra de Hannah Arendt los Orígenes del Totalitarismo.
 
Así pues, se ha denunciado a regímenes tan diversos en sus ideologías como el cubano y al de Pinochet en Chile de haber utilizado tácticas fascistas en contra de la población, las mismas que se han podido evidenciar en las dictaduras argentinas y de la Europa oriental, indistintamente que éstas fuesen de derecha o de izquierda. En la forma como en algunas democracias muy reconocidas se impone el orden cuando por alguna razón se sale de las manos el control de las masas, también se ha podido escuchar el adjetivo fascista como ejemplo de la desproporción represiva del Estado, como ejemplo se pueden citar las protestas recientes en Grecia o algún tiempo atrás en Francia. Con mayor o menor razón se ha denunciado el exceso en el uso de la fuerza, la persecución y la intromisión del Estado en la vida privada de algunos líderes disidentes, como rasgos fascistoides en el performance de algún régimen al cual les haya sido dado en algún instante saltarse la nomenclatura de los derechos humanos y haya decidido abusar del poder utilizando la posibilidad que le está dada a través del uso de las fuerzas armadas, los cuerpos de orden público o grupos de matones a sueldo con intenciones represivas o sicariales.
 
En fin, y a manera de síntesis, como Fascismo hoy se conoce a las prácticas abusivas, en su conjunto y planificación, emprendidas por un Estado que se plantea eliminar a quienes oponen al gobierno, a sus políticas o a los funcionarios que manejan el poder.

Por este uso tan elástico del término en cuestión, debe ser que aquí en Aleuzenev nos ha dado por llamarnos FASCISTAS unos a otros. Suele escucharse a los personeros del gobierno acusar de fascistas a los opositores, éstos a su vez devuelven el término a los gobernantes, como quienes juegan al ping-pong con el concepto y con todas sus implicaciones éticas e históricas. Todo esto es muy digno de esta realidad bizarra de un inframundo retorcido, donde como fue descrito en la entrega anterior de estas crónicas, las cosas no solo parecen estar volteadas, eso sería sencillo, por acá todo resulta tan entremezclado, distorsionado, como si todos estuviésemos bajo el efecto de poderosos narcóticos alucinógenos que nos hacen ver las cosas como escenarios creados por Tim Burton en su etapa más dark o pintadas por El Bosco. (escoja usted)

En Aleuzenev, donde algunos rezuman locura y delirios persecutorios, se les llama fascistas a los que se oponen a un gobierno que tiene el control de todas las instituciones y poderes del Estado, así como dice la historia que fue el régimen que dio origen al concepto. Aquellos que usan franelas rojas, los cuales actúan tal cual brigada de choque motorizada y  parapolicial, amparada por los cuerpos de orden público, tildan de fascistas a un grupo de manifestantes que tocan cacerolas desde las puertas de sus casa, al tiempo que amedrentan y arremeten contra cualquier forma de protesta.

En este universo paralelo se utilizan los medios de comunicación para saturar a la gente con la propaganda oficialista, para interrumpir el libre ejercicio de la información proyectando a la figura del dictador de turno cada vez que se les venga en gana. Se persigue a la gente en sus trabajos, se les mantiene en vilo y bajo amenaza de ser despedidos, de ser apartados como parias políticos por el simple hecho de haber votado en contra. Se les llama fascistas a los que no manejan las fuerzas armadas, ni la economía, ni la educación, ni todos los procesos productivos del país.

Para concluir esta entrega de las Crónicas desde Aleuzenev, queda recalcar que el fascismo como conjunto de prácticas  de Apartheid político ha mostrado variadísimas expresiones en últimos 15 años de esta contemporaneidad viciada y maltrecha, tan solo su última expresión fue golpiza inmisericorde en contra de los diputados de oposición, en una Asamblea Nacional rebajada a gallera, a circo romano en tiempos de Nerón, a submundo donde los dueños del Estado hacen su cobarde voluntad amparados en la impunidad que han producido como práctica diaria. En Aleuzenev a fin de cuentas pasa lo que en todos los regímenes de este cariz, pues los totalitarismos  se parecen tantos que solo difieren en el color de las camisas de sus malandros, pardas, negras o rojas, el fascismo es el mismo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario