Los
Enchufados.
Ya
se ha venido relatando cómo suele ser la vida en Aleuzenev, este lugar sórdido,
de lógicas trastocadas desde el cual se escriben estas crónicas. Qué tipo de
cosas ocurren aquí y con cuánto ahínco algunos buscamos escapar. Regresar al
sitio donde estábamos antes de llegar a aquí ya no es posible, porque quizás
este es el mismo sitio, el cual se terminó de poner patas arriba, esto deja como
única opción, la de buscar ir hacia adelante, hacernos incluso otro lugar donde
las cosas no vayan siempre de reversa, donde se pueda estar sin que la hipoteca
de la violencia cobre sus altísimos intereses sobre saldo diario, de vidas humanas.
Donde no se engañe como premisa del
poder, sino que sea un delito engañar y se castigue al que lo hace y no a aquel
que le denuncia.
Uno
de los habitantes más prominentes de Aleuzenev es el que conoce como El
Enchufado, es una especie que pudiera confundir con la gente normal si no fuese
porque a éste le encanta demostrar con creces su status de casta parasitaria y
hematófaga. Los enchufados son como vampiros, como las rémoras que viajan
adheridas a los costados de tiburones y cetáceos, alimentándose de sus fluidos
corporales, se conectan al Estado con los ganchos de la adulación y ahí se
intentan quedar, dirían ellos “hasta el 2021”
Cómo
reconocer a un enchufado, lo primero que puede advertirse es una súbita mejora
en el modelo de su medio de locomoción, ya que un enchufado puede evolucionar
de tener un Fiat Uno en terribles condiciones de latonería, pintura y motor,
hasta tener una Toyota 4Runner en menos de dos años. La metamorfosis
automovilística de los enchufados es vertiginosa y varía dependiendo del lugar
donde éste haya podido hincar sus colmillos; mientras más arriba en el
organigrama del Estado, más lujosa y en mayores cantidades habrán de ser las
camionetas, siempre camionetas, como condición obligatoria, porque a los enchufados
esto de ser socialistas se les da muy bien si van por encima de los demás
mortales.
A
los enchufados les encantan las marcas, fundamentalmente gringas o europeas,
tal vez esto sea porque han hecho una disquisición de la lucha de los
contrarios, de la dialéctica marxista al más puro estilo de Aleuzenev, es decir
al revés. Si se aplica el principio darwiniano de la adaptación, ellos se
adaptan a su status de nuevos ricos, vistiendo prendas preferiblemente de marca
Tommy Hilfiger, Columbia, Lacoste, Nautica, TechnoMarine, Rolex (Cómo les gusta
un Rolex!), Armani, entre otras. Su preferencia
es que los logos y nombres de estas marcas queden bien expuestos en las prendas,
que se vean pues, a los enchufados les va muy bien el lema “primero muerto que
sencillo” por eso se esmeran en echarse cantidades alergénicas de perfume y
recargarse de prendas en términos estilísticos del período barroco chabacano.
Hay
que estar ahí, para ser testigo cuando
los Enchufados asaltan los centros comerciales, se meten en las tiendas más
lujosas y agarran las prendas de a dos, de a tres, al por mayor, no acostumbran medirse las cosas, solo
compran compulsivamente, pa’ eso tienen real! (que no se trabajaron)
Gustan
de los viajes; los Enchu (de cariño pues) aman Miami, Orlando, Panamá, en
contraposición a Cuba donde solo van obligados, a cumplir con la Revolución
Latinoamericana y Planetaria. Cuando están en el Imperio no se encargan de
espiar ni de abrir los ojos de las masas oprimidas por el poder yankee, nada de
eso, cuando los enchufados están en el Imperio, gastan! Van a los parques de
Disney y se compran gorritos con orejas de Mickey, se montan en todas las
montañas rusas, entran a See World y en contra de todas las demandas ecológicas
de Green Peace, se fotografían con las orcas presas, no les importa el
cautiverio ni la sumisión de la
naturaleza a los designios infames del capitalismo. Compran, compran y compran,
les gusta gastar en cosas inútiles, como gimnasios portátiles para instalar en
el garaje, nunca los instalan, la tecnología de punta los excita, adquieren lo
más caro, lo mejor y luego se aburren y lo cambian. Se esmeran en pasearse por
todos los sitios fashion y dejar registro fotográfico de sus visitas “pal
feisbus"
Cuando
regresan de sus viajes, los enchufados se incorporan a sus labores
revolucionarias, desempolvan el chalequito rojo con cuarenta bolsillos y se van
para las marchas a exorcizar la intoxicación imperial que se han inoculado. Una vez en el circo rojo,
demuestran su “honesto e incondicional apoyo al proceso” con vítores, consignas y aplausos ante cualquier cosa que grite el orador de turno. Al cabo de pocas
horas, luego de firmar las listas de asistencia, los enchufados se marchan,
hechos los locos pal’ Sambil, si no hay Sambil despotrican de el pueblo donde
estén porque no hay ni dónde comerse un Whopper
con papitas y Coca-Cola, ni donde hacer una comprita de última hora. Luego quizás se tomen unos Whiskys para estrechar los lazos de solidaridad con
la izquierda mundial, en este caso, la escocesa y regresan a sus casas
complacidos de haber cumplido con la patria.
Al hablar de productos que escasean, es cuando
más típico de Aleuzenev parece un enchufado, es ahí donde se nota claramente
que éste es un personaje autóctono de esta dimensión, pues tan solo con mencionarle
que está costando conseguir algún producto
de la dieta básica, el enchufado muy seguro de sí y con enorme jactancia, urticante,
cual flaco de Intercable sale y dice “Te lo tengo!” Basta, por ejemplo, que alguien se queje de no conseguir harina
de maíz para que el enchu salte diciendo “en mi casa tengo cuatro bultos” y de
aceite? “doce cajas”, Café? “como arroz!” y arroz? Entonces el enchufado dirá “arroz
tengo como alpiste!”
Es increíble, todo lo que no se consigue,
ellos lo tienen por cantidad y si no, tienen un amigo o un primo que tiene unos
conteiners “de lo que tú quieras” de papel higiénico, de pollo, de cuanto pueda
existir algún atisbo de sensación de ausencia en los anaqueles .Si se habla de
que se va la luz, el enchufado te dice “eso será por tu casa, en la mía, no! y
si se va, yo conseguí una plantica china que se trajo el compadre de mi comadre
que está con el ministerio de energía eléctrica y me la dejaron casi regalada”
Remata su glorificación de ese modus vivendi fraudulento y corrupto con la
lapidaria frase “es que yo no sé de qué se queja la gente chico!”
A
los enchufados pareciera que no los asaltan, ni los secuestran, no les roban
sus pertenencias, ni perciben la violenta situación que se vive en Aleuzenev,
no obstante, sí se dan cuenta de todo cuanto ocurre, lo que pasa es que se hacen
los willys, como si no fuera con ellos. Esto sucede porque muchas veces ellos
son hijos y cómplices de los mismos vicios que derivan en la impunidad que
mata, roba y viola, la sutil diferencia es que los enchufados no son quienes
roban con pistolas ni cuchillos, ellos lo hacen desde las oficinas, desde los
puestos donde medran cuales Dragones de Komodo esperando cualquier posibilidad
para arrebatar las sobras de los depredadores mayores, me estoy refiriendo al
Toripollo, al Gorilita Enano y toda la infame pléyade de mercaderes de lo ajeno
que integra el “alto standing de la revolución”
Esta
es una aproximación a las características de otra de las especies que habita el
Reino de Aleuzenev, una de las mejores distribuidas por todo el tramado
gubernamental, cuenta con herramientas de supervivencia realmente llamativas,
cambia de color, de actitud y de consigna de acuerdo a la situación, puede
llorar, reír, rasgarse las vestiduras y arrodillarse, todo con tal de que le
dejen estar adherido a cualquier sitio donde pueda llenar sus agallas hasta el máximo
de su elástica capacidad, si hay un insecto con el cual se pueda comparar a los
enchufados, es con las garrapatas, por aquello de que alguien dijo que éstas
suelen ser muy inteligentes.
Es
posible que alguien conozca a algún enchufadito. Lamentablemente, en muchas
familias siempre hay uno que otro, de igual manera, hay enchufados que salen
por televisión, animan sorteos de loterías socialistas (por extraño que
parezca, en Aleuzenev la lotería es socialista, perdónalos Marx) Otros componen
canciones por encargo y algunos no hacen nada pero simplemente están ahí,
prestos para aparecer, arrodillarse y cobrar, esa es su terrible naturaleza; la
de arrodillarse por dinero.
Illich Sánchez.
Illich Sánchez.
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