jueves, 16 de mayo de 2013

CRÓNICAS DESDE ALEUZENEV III


 
Los Enchufados.


Ya se ha venido relatando cómo suele ser la vida en Aleuzenev, este lugar sórdido, de lógicas trastocadas desde el cual se escriben estas crónicas. Qué tipo de cosas ocurren aquí y con cuánto ahínco algunos buscamos escapar. Regresar al sitio donde estábamos antes de llegar a aquí ya no es posible, porque quizás este es el mismo sitio, el cual se terminó de poner patas arriba, esto deja como única opción, la de buscar ir hacia adelante, hacernos incluso otro lugar donde las cosas no vayan siempre de reversa, donde se pueda estar sin que la hipoteca de la violencia cobre sus altísimos intereses sobre saldo diario, de vidas humanas.  Donde no se engañe como premisa del poder, sino que sea un delito engañar y se castigue al que lo hace y no a aquel que le denuncia.

Uno de los habitantes más prominentes de Aleuzenev es el que conoce como El Enchufado, es una especie que pudiera confundir con la gente normal si no fuese porque a éste le encanta demostrar con creces su status de casta parasitaria y hematófaga. Los enchufados son como vampiros, como las rémoras que viajan adheridas a los costados de tiburones y cetáceos, alimentándose de sus fluidos corporales, se conectan al Estado con los ganchos de la adulación y ahí se intentan quedar, dirían ellos “hasta el 2021”

Cómo reconocer a un enchufado, lo primero que puede advertirse es una súbita mejora en el modelo de su medio de locomoción, ya que un enchufado puede evolucionar de tener un Fiat Uno en terribles condiciones de latonería, pintura y motor, hasta tener una Toyota 4Runner en menos de dos años. La metamorfosis automovilística de los enchufados es vertiginosa y varía dependiendo del lugar donde éste haya podido hincar sus colmillos; mientras más arriba en el organigrama del Estado, más lujosa y en mayores cantidades habrán de ser las camionetas, siempre camionetas, como condición obligatoria, porque a los enchufados esto de ser socialistas se les da muy bien si van por encima de los demás mortales.

A los enchufados les encantan las marcas, fundamentalmente gringas o europeas, tal vez esto sea porque han hecho una disquisición de la lucha de los contrarios, de la dialéctica marxista al más puro estilo de Aleuzenev, es decir al revés. Si se aplica el principio darwiniano de la adaptación, ellos se adaptan a su status de nuevos ricos, vistiendo prendas preferiblemente de marca Tommy Hilfiger, Columbia, Lacoste, Nautica, TechnoMarine, Rolex (Cómo les gusta un Rolex!), Armani,  entre otras. Su preferencia es que los logos y nombres de estas marcas queden bien expuestos en las prendas, que se vean pues, a los enchufados les va muy bien el lema “primero muerto que sencillo” por eso se esmeran en echarse cantidades alergénicas de perfume y recargarse de prendas en términos estilísticos del período barroco chabacano.

Hay que estar ahí,  para ser testigo cuando los Enchufados asaltan los centros comerciales, se meten en las tiendas más lujosas y agarran las prendas de a dos, de a tres, al por mayor,  no acostumbran medirse las cosas, solo compran compulsivamente, pa’ eso tienen real! (que no se trabajaron)

Gustan de los viajes; los Enchu (de cariño pues) aman Miami, Orlando, Panamá, en contraposición a Cuba donde solo van obligados, a cumplir con la Revolución Latinoamericana y Planetaria. Cuando están en el Imperio no se encargan de espiar ni de abrir los ojos de las masas oprimidas por el poder yankee, nada de eso, cuando los enchufados están en el Imperio, gastan! Van a los parques de Disney y se compran gorritos con orejas de Mickey, se montan en todas las montañas rusas, entran a See World y en contra de todas las demandas ecológicas de Green Peace, se fotografían con las orcas presas, no les importa el cautiverio  ni la sumisión de la naturaleza a los designios infames del capitalismo. Compran, compran y compran, les gusta gastar en cosas inútiles, como gimnasios portátiles para instalar en el garaje, nunca los instalan, la tecnología de punta los excita, adquieren lo más caro, lo mejor y luego se aburren y lo cambian. Se esmeran en pasearse por todos los sitios fashion y dejar registro fotográfico de sus visitas “pal feisbus"

Cuando regresan de sus viajes, los enchufados se incorporan a sus labores revolucionarias, desempolvan el chalequito rojo con cuarenta bolsillos y se van para las marchas a exorcizar la intoxicación imperial que se han inoculado. Una vez en el circo rojo, demuestran su “honesto e incondicional apoyo al proceso” con vítores, consignas y aplausos ante cualquier cosa que grite el orador de turno. Al cabo de pocas horas, luego de firmar las listas de asistencia, los enchufados se marchan, hechos los locos pal’ Sambil, si no hay Sambil despotrican de el pueblo donde estén porque no hay ni dónde comerse un Whopper  con papitas y Coca-Cola, ni donde hacer una comprita de última hora. Luego quizás se tomen unos Whiskys para estrechar los lazos de solidaridad con la izquierda mundial, en este caso, la escocesa y regresan a sus casas complacidos de haber cumplido con la patria.

 Al hablar de productos que escasean, es cuando más típico de Aleuzenev parece un enchufado, es ahí donde se nota claramente que éste es un personaje autóctono de esta dimensión, pues tan solo con mencionarle que  está costando conseguir algún producto de la dieta básica, el enchufado muy seguro de sí y con enorme jactancia, urticante, cual flaco de Intercable sale y dice “Te lo tengo!”  Basta, por ejemplo,  que alguien se queje de no conseguir harina de maíz para que el enchu salte diciendo “en mi casa tengo cuatro bultos” y de aceite? “doce cajas”, Café? “como arroz!” y arroz? Entonces el enchufado dirá “arroz tengo como alpiste!”
 
 Es increíble, todo lo que no se consigue, ellos lo tienen por cantidad y si no, tienen un amigo o un primo que tiene unos conteiners “de lo que tú quieras” de papel higiénico, de pollo, de cuanto pueda existir algún atisbo de sensación de ausencia en los anaqueles .Si se habla de que se va la luz, el enchufado te dice “eso será por tu casa, en la mía, no! y si se va, yo conseguí una plantica china que se trajo el compadre de mi comadre que está con el ministerio de energía eléctrica y me la dejaron casi regalada” Remata su glorificación de ese modus vivendi fraudulento y corrupto con la lapidaria frase “es que yo no sé de qué se queja la gente chico!”

A los enchufados pareciera que no los asaltan, ni los secuestran, no les roban sus pertenencias, ni perciben la violenta situación que se vive en Aleuzenev, no obstante, sí se dan cuenta de todo cuanto ocurre, lo que pasa es que se hacen los willys, como si no fuera con ellos. Esto sucede porque muchas veces ellos son hijos y cómplices de los mismos vicios que derivan en la impunidad que mata, roba y viola, la sutil diferencia es que los enchufados no son quienes roban con pistolas ni cuchillos, ellos lo hacen desde las oficinas, desde los puestos donde medran cuales Dragones de Komodo esperando cualquier posibilidad para arrebatar las sobras de los depredadores mayores, me estoy refiriendo al Toripollo, al Gorilita Enano y toda la infame pléyade de mercaderes de lo ajeno que integra el “alto standing de la revolución”

Esta es una aproximación a las características de otra de las especies que habita el Reino de Aleuzenev, una de las mejores distribuidas por todo el tramado gubernamental, cuenta con herramientas de supervivencia realmente llamativas, cambia de color, de actitud y de consigna de acuerdo a la situación, puede llorar, reír, rasgarse las vestiduras y arrodillarse, todo con tal de que le dejen estar adherido a cualquier sitio donde pueda llenar sus agallas hasta el máximo de su elástica capacidad, si hay un insecto con el cual se pueda comparar a los enchufados, es con las garrapatas, por aquello de que alguien dijo que éstas suelen ser muy inteligentes.

Es posible que alguien conozca a algún enchufadito. Lamentablemente, en muchas familias siempre hay uno que otro, de igual manera, hay enchufados que salen por televisión, animan sorteos de loterías socialistas (por extraño que parezca, en Aleuzenev la lotería es socialista, perdónalos Marx) Otros componen canciones por encargo y algunos no hacen nada pero simplemente están ahí, prestos para aparecer, arrodillarse y cobrar, esa es su terrible naturaleza; la de arrodillarse por dinero.
 
Illich Sánchez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario