lunes, 24 de marzo de 2014

Laissez-Faire*


 

Acto I

Una de las líneas tendenciales asentadas en el tiempo por parte del gobierno, ha sido la de “dejar hacer, dejar pasar*” Jugar al cansancio y al agotamiento del oponente para luego, ya disminuido en número y en ímpetu ir por él, atacarlo con todas sus fuerzas, las legales, las ilícitas y las de dudosa legalidad también. Con esa estrategia han afrontado las numerosas crisis que sus propias políticas han ocasionado en esta larga y penosa década y media que lleva su hegemonía.

 Los venezolanos hemos normalizado situaciones que son intolerables, la fuerza de la repetición y la costumbre nos ha hecho adaptarnos a vivir en violencia, en escasez, en ausencia de norma, en  falla de los servicios más esenciales, en desbalance en cuanto a nuestros derechos políticos y civiles. Durante estos 15 años hemos aprendido demasiado bien y lastimosamente, a sobrevivir siempre en crisis.

De ahí que el Ministro de Alimentación Félix Osorio se atreva a decir, palabras más palabras menos que si hacemos colas para ir a conciertos, al cine o en el banco, cuál sería el problema en que las hagamos para comprar comida. Este funcionario no está aventurando esas palabras, él no las dice porque éste sea un hecho que puede llegar a ocurrir, lo dice porque ya este fenómeno está bien calado dentro de la performatividad de nuestra sociedad.

El Ministro también lo dice porque él sabe que la escasez va a seguir por tiempo indefinido  ¿Por qué va a seguir?  Pues debido a las políticas del gobierno de Maduro, las mismas que han generado la merma de la producción, disminución de las importaciones, corrupción en la red de distribución de alimentos, la carencia de divisas, estancamiento de las inversiones, entre otras. Con ese mensaje el gobierno apuesta a su juego normalizador por vía del Laissez-faire. Ellos intentan llevar a la palabra algo para lo cual están conscientes de no tener ninguna solución pues, cuando ya resulta débil el pseudo argumento del “cerco económico” su nueva huida hacia adelante es plantear que hacer colas para comprar comida es algo, sino bueno, al menos “normalito


Acto II

Otro eslabón de esta cadena, lo de cadena lleva doble sentido, lo podemos visualizar en la forma como el gobierno ha tratado desde hace mucho tiempo las protestas en el país. Si bien es cierto, la presencia del asesinato como estrategia represiva se ha incrementado a partir del 12F, también lo es que brutalidad represiva se viene sintiendo desde tiempos de Chávez. La represión ha estado acompañada de una estrategia comunicacional en la cual se intenta vender la imagen de que nada está ocurriendo en Venezuela.

En este contexto, las “cadenas presidenciales” en las cuales Maduro llama al diálogo, según su palabra, a los “grupúsculos financiados por la ultra derecha” Acusándolos de minorías extremistas que generan la anarquía en un país donde todo está bien, al tiempo que felicita la acción de los grupos paramilitares que se hacen llamar “colectivos” los cuales salen a matar manifestantes a discreción o a la Guardia Nacional cuyos efectivos caídos o lesionados son tratados como héroes, mientras que a los civiles muertos se les echa la culpa de haber sido asesinados por el simple hecho de protestar.

Este discurso, actúa en tres  direcciones, por un lado culpabilizando a quienes ejercen la protesta, por otro lado, negando las razones y el alcance de las mismas y en tercer término, justificando los excesos de unos cuerpos de seguridad del Estado y sus irregulares adjuntos,  que cumpliendo órdenes de sus jefes nacionales y locales  han asesinado, secuestrado, torturado, vejado, asediado y allanado a personas y hogares cuya participación en las protestas les han costado y siguen costando su vida, su salud y su sosiego. Mientras esto ocurre, los reclamos no son atendidos y las políticas de hambre siguen acentuándose.

A la hora de bajarle intensidad a los reclamos por la forma inhumana con que el régimen ha atacado a la población civil, funcionarios del Estado como la Defensora del Pueblo Gabriela Ramírez ,ha esgrimido excusas como su tristemente célebre justificación de la Tortura “Si no te quieren sacar información, entonces no te están torturando” La pregunta que me hago en cuanto a esta terrible aseveración es ¿Dolerá menos que te golpeen, te apliquen electricidad, te rocíen gas irritante en la boca y los genitales, te quiebren los huesos, si al hacerlo no te preguntan nada?

Aquí no hay torturas dice el régimen, aquí los que mueren se lo buscaron, los colectivos están haciendo patria y hacer colas no está tan mal ya que en el cine las hacemos y no nos quejamos. Todo un orden discursivo que procura dar asiento verbal a las condiciones infrahumanas a las cuales nos está sometiendo el régimen  Maduro-Cabello y sus cómplices de la dictadura cubana.

Todo muy “transparente” como en la OEA, todo muy “normal” como imputar por agresión a quien recibe golpes y condecorar al que los reparte.

Illich Sánchez.

 

jueves, 13 de marzo de 2014

13M. ESTUDIANTES…LIBERTAD!

 
 
 
Alguien me dijo “En nuestros tiempos las luchas si eran buenas” Hice silencio, viré la mirada y en lo que pude me quité de su lado. No quise decirle a esa persona que no entendí nada sobre aquella afirmación, tampoco estaba de ánimo para informarle que acababa de ver a estudiantes de mi universidad heridos con perdigones de plomo, lacerados por las refriegas da la noche anterior, que había fotografiado una ruma de casquillos pertenecientes a las balas que les habían disparado. No le dije nada y me alejé.
 
Luego me vino a la mente la peregrina aseveración de aquella persona y de inmediato pensé ¿Cuándo han podido ser buenas o mejores las luchas? En primer lugar, tener que luchar, pelear y protestar para que los políticos cumplan con lo que es su mandato jamás ha sido algo bueno, mucho menos, idílico, como para ser evocado como que si antes “sí se luchaba bonito y ahora no
 
Pero si fuese menester comparar a lo que se enfrentó mi generación y la forma en que abordó la lucha estudiantil con lo que ahora enfrentan los estudiantes venezolanos. Tendría que aceptar sin un dejo de vergüenza que en mi tiempo de estudiante la cosa era muchísimo, muy distinta, por no decir, muchísimo menos peligrosa.
 
No era muy dado a lanzar piedras ni a quemar cauchos, sin embargo, cuando me tocó y  consideré que era inevitable, lo hice. En el lapso en el que estudié en la universidad asesinaron a un estudiante, cosa imperdonable! Salimos a las calles durante casi un mes, luchamos en contra de la policía, tragamos gas, lanzamos piedras, corrimos, dormimos en el campus, algún compañero fue arrestado, golpeado y luego dejado libre sin cargos. No estoy diciendo que era paradisíaco y que éramos unos Teletubies luchando contra unos Barnies. No obstante, la cantidad de violencia empleada por el Estado, se podría decir, hoy lo puedo asegurar, era extraordinariamente menor. En aquella época, nos enfrentábamos a un gobierno de “la derecha” por cierto.
 
Desde el pasado 12F, nuestros estudiantes han ido cayendo casi en proporción de uno por día, los detenidos se cuentan por centenares, los heridos pasan de mil y para mayor tragedia, los casos de tortura muestran el encono, la maldad y la premeditación que en nuestra historia solo podemos comparar con las políticas de miedo implementadas por los dictadores Gómez y Pérez Jiménez.
 
Cada estudiante venezolano detenido por los cuerpos de seguridad de este Estado Forajido que ha sido devuelto con los suyos, no sale a la calle con libertad plena, se les imputan los cargos más inverosímiles, se les intimida, se les ha cobrado a sus familias para “garantizarles la vida”, se les ha amenazado con la muerte. Durante su captura y detención les han golpeado brutalmente entre varios funcionarios, con cachas y cascos, con fusiles, los han pateado, vejado de múltiples maneras. Todas estas aseveraciones están bien registradas en videos y fotografías donde gráficamente se documenta lo que funcionarios como la “Defensora del Pueblo” la “Fiscal General” y toda la plana gubernamental niegan con espantosa desvergüenza.
 
Otros detenidos aun siguen en manos de los cuerpos de seguridad. ONGs como el Foro Penal Venezolano ha denunciado las trabas que les ponen para leer los expedientes, para conversar con los detenidos, les niegan informaciones básicas y contempladas en la ley, como derechos elementales de cualquier ciudadano que enfrente procesos similares.

Mientras todo esto ocurre a los estudiantes, los paramilitares tarifados por el régimen asedian barrios y urbanizaciones en complicidad con policías y guardias nacionales, roban, matan y atemorizan impunemente a quienes se atreven a protestar, en ejercicio de un derecho humano y consagrado en la constitución de este país.
 
No hay comparación entre las luchas de mi generación y la heroica gesta que encaran los estudiantes de este tiempo, a nosotros no nos llamaban fascistas, a nosotros no nos disparaban a diario para asesinarnos, no nos dejaron sin medios de comunicación, no nos sacaron aviones de guerra, no nos combatieron con grupos paramilitares terroristas, a ninguno de nosotros lo violaron con un fusil, ni nos asaltaron valiéndose de una ambulancia, acto que ni en la peor de las guerras ha ocurrido, por lo menos desconozco que se usara un ardid tan sucio y cobarde jamás contra estudiantes, contra el propio pueblo.
 
Por todo esto, por todas las violaciones de los Derechos Humanos, por el terror que impone esta mafia que ha empoderado a los maleantes y se los ha lanzado encima a la ciudadanía, por cada veinteañero asesinando, truncados sus sueños, dobladas por el dolor sus madres es que estos estudiantes son incomparables.
 
Esta lucha es inédita, demasiado arrechos son estos chamos que no se la calaron más! Han vivido la mayor parte de sus vidas soportando a un sociópata dirigir el país, para desembocar en este arrebiate de persona que se llama Nicolás Maduro, el mismo que baila cuando la gente muere. Y hoy, luego de haber sido combatidos con todos los medios por el régimen, siguen en pié, siguen luchando y como ellos mismos dicen, siguen ACTIVOS!
 
VIVAN NUESTROS ESTUDIANTES CARAJO!
 
Illich Sánchez.

lunes, 10 de marzo de 2014

Maracay, lunes 10M.


 
Hoy, lunes 10 de marzo de 2014, a casi un mes del inicio de las protestas en contra del gobierno de Cabello, Maduro y sus secuaces. Más de dos decenas de venezolanos muertos a manos de los cuerpos represivos del Estado y de sus aliados paramilitares, centenares de heridos, presos y torturados, poblaciones asediadas, atemorizadas y asaltadas de forma impune, en un despliegue inconcebible de brutalidad. Hoy, al pasar por una calle de mi ciudad a las 6:25am vi una cola de gente esperando la llegada de un camión de gas de uso doméstico.

Cuánto más tiene que pasar para que gran parte de nuestra población reaccione y enfrente la desoladora condición en la cual este régimen nos ha sumido a todos. Por qué aun amplios sectores de nuestra sociedad parecen esquivar la mirada ante la crueldad sistematizada de un régimen que por un lado reprime con violencia desmedida a ese sector que le protesta, pero por el otro, asfixia económicamente a la amplísima sección de la sociedad cuya condición de vida es la más depauperada.

Una de las múltiples razones de esta inacción puede residir en la dependencia que el régimen ha ido forjando con los años, primeramente adueñándose de todas las instituciones y luego destruyendo todo el aparato productivo del país. Aun así, cuesta creer que a estas alturas se vea gente con la pasmosa tranquilidad que muestran mientras, sentados en el suelo o en banquitos improvisados, esperan bajo el sol que llegue el camión del gas, lo mismo ocurre con todos los productos de la dieta básica.

Los sectores populares son sin duda aquellos en los cuales el gobierno invierte más en publicidad. Una impresionante parafernalia comunicacional que explota lo afectivo, va a los sentimientos e intenta, lamentablemente, con éxito que la gente crea que la revolución trabaja para su felicidad. Al tiempo que este mismo empeño comunicacional procura culpar de todo lo que sale mal, que es todo,  a factores externos tales como los reiterados intereses de los Estados Unidos, la burguesía, los gobiernos adversos, entre otros, en sabotear los “nobles” esfuerzos del gobierno por cumplir con sus labores.

No quiero con esto justificar la pasividad de tanta gente, intento entender el por qué de ésta. En este momento coyuntural se han vivido fenómenos que rompen la continuidad del devenir de la lucha social en Venezuela. Por un lado, es evidente que se han sumado muchas personas al repudio de las acciones  y políticas del gobierno, bien sea de forma activa en la calle o con un público desmarque de la línea gubernamental. El otro fenómeno importante es la carencia de apoyo espontaneo al presidente Maduro y su pléyade de corruptos. El gobierno se ha visto obligado a hacer uso de la tarifa, del pago por lealtad, con mucha más propensión que en otras oportunidades.

Es un hecho que en los sectores populares el gobierno ha perdido apoyo, en no pocas barriadas del país incluso se les ha protestado y en otras, el sentimiento de reclamo pareciera crecer, pero aun falta para que éste sentir se convierta en acciones. En el barrio se infunde miedo, los paramilitares se mantienen amenazantes, muestran sus armas  y se apoyan en delatores para ir a tocar la puerta de quienes se asumen contrarios y amenazarles con atrocidades tales como incendiarles las casas.

Sin embargo, por más paramilitares que pueda haber en una barriada, éstos empuñando sus armas despóticas, no son la mayoría en el barrio y en algún momento no van a poder contener a la gente que no consigue comida, no le alcanza el dinero y sufre tanto como cualquiera, incluso más, los desgracias que les causa el gobierno. La última de estas calamidades se expresa en  anunciado ayer por  Maduro, una tarjeta de racionamiento, como en Cuba, como en los guetos judíos de la Europa de Hitler, como en los campos de refugiados de Siria, Somalia y Uganda. Como en Haití!

Hasta allá nos ha llevado el Socialismo del siglo XXI, hasta la pérdida de todas nuestras seguridades, a que la vida valga lo que se le ocurra a un asesino con o sin uniforme, a no saber qué o cuando comeremos, a no contar con que haya luz, agua, aseo, medicinas, salud, paz!

Que siga la protesta, que despierten los inertes!

Illich Sánchez