Alguien me dijo “En nuestros tiempos las luchas si eran buenas” Hice silencio, viré la mirada y en lo que pude me quité de su lado. No quise decirle a esa persona que no entendí nada sobre aquella afirmación, tampoco estaba de ánimo para informarle que acababa de ver a estudiantes de mi universidad heridos con perdigones de plomo, lacerados por las refriegas da la noche anterior, que había fotografiado una ruma de casquillos pertenecientes a las balas que les habían disparado. No le dije nada y me alejé.
Luego me vino a la mente la peregrina aseveración de aquella persona y de inmediato pensé ¿Cuándo han podido ser buenas o mejores las luchas? En primer lugar, tener que luchar, pelear y protestar para que los políticos cumplan con lo que es su mandato jamás ha sido algo bueno, mucho menos, idílico, como para ser evocado como que si antes “sí se luchaba bonito y ahora no”
Pero si fuese menester comparar a lo que se enfrentó mi generación y la forma en que abordó la lucha estudiantil con lo que ahora enfrentan los estudiantes venezolanos. Tendría que aceptar sin un dejo de vergüenza que en mi tiempo de estudiante la cosa era muchísimo, muy distinta, por no decir, muchísimo menos peligrosa.
No era muy dado a lanzar piedras ni a quemar cauchos, sin embargo, cuando me tocó y consideré que era inevitable, lo hice. En el lapso en el que estudié en la universidad asesinaron a un estudiante, cosa imperdonable! Salimos a las calles durante casi un mes, luchamos en contra de la policía, tragamos gas, lanzamos piedras, corrimos, dormimos en el campus, algún compañero fue arrestado, golpeado y luego dejado libre sin cargos. No estoy diciendo que era paradisíaco y que éramos unos Teletubies luchando contra unos Barnies. No obstante, la cantidad de violencia empleada por el Estado, se podría decir, hoy lo puedo asegurar, era extraordinariamente menor. En aquella época, nos enfrentábamos a un gobierno de “la derecha” por cierto.
Desde el pasado 12F, nuestros estudiantes han ido cayendo casi en proporción de uno por día, los detenidos se cuentan por centenares, los heridos pasan de mil y para mayor tragedia, los casos de tortura muestran el encono, la maldad y la premeditación que en nuestra historia solo podemos comparar con las políticas de miedo implementadas por los dictadores Gómez y Pérez Jiménez.
Cada estudiante venezolano detenido por los cuerpos de seguridad de este Estado Forajido que ha sido devuelto con los suyos, no sale a la calle con libertad plena, se les imputan los cargos más inverosímiles, se les intimida, se les ha cobrado a sus familias para “garantizarles la vida”, se les ha amenazado con la muerte. Durante su captura y detención les han golpeado brutalmente entre varios funcionarios, con cachas y cascos, con fusiles, los han pateado, vejado de múltiples maneras. Todas estas aseveraciones están bien registradas en videos y fotografías donde gráficamente se documenta lo que funcionarios como la “Defensora del Pueblo” la “Fiscal General” y toda la plana gubernamental niegan con espantosa desvergüenza.
Otros detenidos aun siguen en manos de los cuerpos de seguridad. ONGs como el Foro Penal Venezolano ha denunciado las trabas que les ponen para leer los expedientes, para conversar con los detenidos, les niegan informaciones básicas y contempladas en la ley, como derechos elementales de cualquier ciudadano que enfrente procesos similares.
Mientras todo esto ocurre a los estudiantes, los paramilitares tarifados por el régimen asedian barrios y urbanizaciones en complicidad con policías y guardias nacionales, roban, matan y atemorizan impunemente a quienes se atreven a protestar, en ejercicio de un derecho humano y consagrado en la constitución de este país.
No hay comparación entre las luchas de mi generación y la heroica gesta que encaran los estudiantes de este tiempo, a nosotros no nos llamaban fascistas, a nosotros no nos disparaban a diario para asesinarnos, no nos dejaron sin medios de comunicación, no nos sacaron aviones de guerra, no nos combatieron con grupos paramilitares terroristas, a ninguno de nosotros lo violaron con un fusil, ni nos asaltaron valiéndose de una ambulancia, acto que ni en la peor de las guerras ha ocurrido, por lo menos desconozco que se usara un ardid tan sucio y cobarde jamás contra estudiantes, contra el propio pueblo.
Por todo esto, por todas las violaciones de los Derechos Humanos, por el terror que impone esta mafia que ha empoderado a los maleantes y se los ha lanzado encima a la ciudadanía, por cada veinteañero asesinando, truncados sus sueños, dobladas por el dolor sus madres es que estos estudiantes son incomparables.
Esta lucha es inédita, demasiado arrechos son estos chamos que no se la calaron más! Han vivido la mayor parte de sus vidas soportando a un sociópata dirigir el país, para desembocar en este arrebiate de persona que se llama Nicolás Maduro, el mismo que baila cuando la gente muere. Y hoy, luego de haber sido combatidos con todos los medios por el régimen, siguen en pié, siguen luchando y como ellos mismos dicen, siguen ACTIVOS!
VIVAN NUESTROS ESTUDIANTES CARAJO!
Illich Sánchez.
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