viernes, 25 de abril de 2014

Cuando de dialogar con las paredes se trata.


 

Desde que comenzó el llamado “Diálogo” muchos y me incluyo teníamos nuestras reservas sobre la posibilidad de lograr acuerdos con el gobierno en materias que influyeran de forma sólida en el mejoramiento de la situación de vida de los venezolanos. Materias como la economía, el respeto a los derechos humanos, las garantías democráticas, la seguridad ciudadana y la prestación de los servicios públicos, las cuales son a su vez las causas que generaron el malestar cívico que desencadenó la protesta y por consiguiente soltó los demonios de la represión, el asesinato, las torturas, todos estos monstros, ordenados y perpetrados por el gobierno y sus brazos ejecutores.
Los políticos que se sentaron asumieron el costo de ser llamados traidores y vendidos por parte de los ciudadanos que  se mantenían en la lucha o en apoyo a los manifestantes. Otro sector albergaba la esperanza de que como realmente ocurrió, los representantes de la oposición plantearan en público, en cadena y para el mundo las quejas que la censura impuesta por el régimen habían ahogado sin medios para ser expuestas de forma eficaz.
No obstante, como también era previsible, luego de un primer encuentro donde una vez más el gobierno y sus representantes se atascaron en el lodazal de las excusas, siguieron mordiéndose la cola como siempre lo hacen en las redundadas teorías conspirativas y evadieron sus responsabilidades, la realidad, el carácter inhumano de sus acciones. Para decirlo de forma breve, salieron con lo que siempre salen, la espasmódica huida hacia adelante, sin comprometerse ni aceptar que lo han hecho terrible, que no solucionan y  por el contrario, su gesta transita entre las esquinas del fiasco y la ruina.

A partir de ahí ya no hubo más “Dialogo en Cadena” pero hábilmente, sin darle una patada a la mesa como suele decirse en la jerga política, el gobierno permaneció en las conversaciones, en un coloquio infecundo a través del cual mantener la apariencia de una voluntad de dialogar y mientras tanto seguir desatando su desesperada empresa de control social a costa de lo que sea.

Luego de la propia invitación hecha por el gobierno a dialogar, quienes le adversamos volvimos a caer en la trampa de la división, no es que no estuviésemos divididos ya, pero si bien, los factores que se ganaron a la idea ya venían también tratando de mediar en la protesta, criticando las guarimbas, repudiando algunos sectores de la insurrección, también lo es que quienes se mantenían en la lucha no se sentían representados por los que acudieron al conversatorio.
Sin embargo, luego de las intervenciones de los políticos opositores, algunas de ellas brillantes, todas montadas en argumentos compartidos por quienes marchan, guarimbean, cacerolean y lanzan piedras. Muchos, me cuento entre ellos, comenzamos a pensar, aun con desconfianza en la voluntad del gobierno para resolver algo, que este diálogo podía servir para enterar al mundo de nuestra situación, llegar a los sectores de la población que no manejan las redes sociales y apoyados en la denuncia presionar al gobierno para que diera evidencias de rectificación en la política de Terrorismo de Estado con la que venía tratando la protesta y a quienes la hemos ejercido, así como en las demás materias de la agenda nacional.
Pero no, el gobierno se mantuvo en su línea de acción, dando la razón a los escépticos, al unísono con el “Diálogo” la represión ha continuado, las persecuciones, allanamientos, encarcelamientos y golpizas se han mantenido allí donde la protesta continúa.
Todavía peor, el gobierno adelanta o retoma su ofensiva anti educativa e ideologizante con la implementación de un cambio de pensum escolar donde la trama medular de la educación sea la justificación histórica de la alabanza a Chávez, el culto a la personalidad, valiéndose de una sarta de disparates listos para ser impresos en el imaginario colectivo desde los primeros años de vida de los venezolanos.
Mientras se da el “Diálogo” han subido los alimentos hasta situar el precio de la canasta básica en 17000 Bsf. Aumentaron el precio del transporte público en un 25% , continúa la escasez de productos de la más cotidiana necesidad, la delincuencia y violencia hamponil ha seguido su incremento en todo el territorio, continúa la corrupción, el cobro de facturas políticas, la violación de los derechos elementales al punto de que el TSJ ha derogado el derecho constitucional a la protesta a través, nuevamente, de la manipulación a pedido del gobierno del texto de la Carta Magna.
Ya el “Diálogo” no lo pasan por televisión, es a puertas cerradas, mientras este se ha dado, el gobierno ha seguido abusando de la ciudadanía, justificando sus violaciones, profundizando sus esquemas de control, imponiendo la lógica perversa del totalitarismo, por todo eso me surgen estas interrogantes ¿Por qué no se paran de la mesa? ¿Por qué seguir ahí? ¿Hay razones o muestras del gobierno de querer cambiar algo? Y finalmente ¿Habrían tenido razón aquellos que repudiaron la idea de sentarse con el gorilato chavista, denunciando el fulano diálogo como una trampa caza bobos?

Illich Sánchez

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