jueves, 16 de octubre de 2014

A PROPÓSITO DE NIETZSCHE



Alguien muy cercano me dijo "Hoy es el cumpleaños de Nietzsche, no vas a escribir nada?" Le respondí, "Nietzsche es un pensador intempestivo, no me imagino picándole una torta..."

La verdad es que minutos después de dar esa respuesta me comencé a sentir en deuda, no con el autor sino conmigo, con mi constante vuelta a Nietzsche, a sus aforismos, a sus ideas sueltas y enredadizas, incluso con mi recurrente ejercicio reflexivo sobre la voluntad que él defiende con su vida y a costa de sí mismo.

No se trata de decir Happy Birthday Fredrich sino de imaginar un ocaso Sils María, una tarde entrando otoño, ya a punto de bajar los Alpes para apaciguar los fríos invernales que le calaban los huesos entre los azules del Adriático.

En esa postrera tarde en Sils María, imaginar al sabio atormentado caminando senderos junto al lago, con las manos detrás de la espalda y la vista empobrecida clavada en el camino, a grandes zancadas recorriendo el espacio sin tiempo de lo pensado y vuelto a pensar, escrito y arrugado, vuelto a alisar con rabia, con temple y luego trémulamente. Una idea, un parto, una embriaguez danzarina, un zarpazo y una lágrima lacónica sin destino.

Ahí voy a sentarme junto a él, sin preguntarle nada, ya en el tiempo podré leer en Zaratustra lo que seguro no me podría decir a causa de sus soledades acumuladas y los años de malos entendidos y de farsantes expertos en consignas y en nada más.

Illich


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