Así los llamaba Maduro cuando los condecoraba y halagaba
luego de sus "valientes acciones en defensa de la revolución"
Los días que siguieron al 12 de Febrero, viendo caer uno
tras otro a nuestros jóvenes, cuando morían con disparos en la cabeza,
arrollados, en la tortura, cuando eran detenidos ilegalmente. El mundo
presenciaba, por los medios que aun lograban transmitir, el despliegue impune
de los motorizados, el trabajo conjunto que mezclaba ferozmente a la GNB, la Policía y los temidos Colectivos, los cuales indistintamente arremetían contra
mujeres, hombres, menores de edad y ancianos sin un dejo de civilidad, armados
y sedientos de sangre. Declaraban sus amenazas por los medios del Estado y
merodeaban las calles propiciando saqueos, robando, destruyendo. ¿Qué eran estos grupos? ¿Por qué estaban armados? ¿Quién los armó? Eran preguntas comunes y la respuesta obvia sería; Eran grupos paramilitares, trabajaban para el gobierno, único responsable de haberlos armado y empoderado.
Escudo de la Revolución, reza en la entrada del escondrijo donde murieron a manos del CICPC los cinco, ahora delincuentes, hasta hace semanas, héroes del "proceso" los defensores del régimen, los vitoreados por el propio Nicolás Maduro, aquellos que actuaban sin ley pero con permiso, los que incendian universidades, los que controlan el tráfico en los barrios, los que imponen el cobro de vacunas y a los que de forma burlesca como de costumbre el régimen nombraba "Colectivos de Paz"
Son los mismos, los asesinos del 12F, hoy ya son
incontrolables y son desechables, ya no le son útiles a la jerarquía fascista
de Maduro y Cabello (el que ahora se siente amenazado) Por eso se enfrentan,
una guerra de mafias, un conflicto de malos contra peores y no se sabe cuáles
son unos o los otros.
En medio de todo, la epidemia, la escasez, la indolencia, la
inflación, el desamparo, el peligro constante del olvido, pues con cada
escándalo seguimos olvidando el anterior. Como sociedad olvidamos conectar unos
hechos con los otros, y así, una montaña de calamidades se yergue ante nuestros
ojos que solo apuntan a la cima, nada de conexiones con todo lo demás que ocurre/nos/ocurre.
Ya no hay guerra bacteriológica, ni guerra económica, ni guerra del contrabando. Ahora el problema es que los ingobernables mercenarios se le han salido de las manos y al pueblo le toca estar en medio de su guerra de pandillas, de facciones de una misma mafia, racimo de corruptos de distintos calibres, todos armados, todos peligrosos, todos inmensamente cobardes!
Ya no hay guerra bacteriológica, ni guerra económica, ni guerra del contrabando. Ahora el problema es que los ingobernables mercenarios se le han salido de las manos y al pueblo le toca estar en medio de su guerra de pandillas, de facciones de una misma mafia, racimo de corruptos de distintos calibres, todos armados, todos peligrosos, todos inmensamente cobardes!
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