jueves, 5 de febrero de 2015

ROMA, CAPITAL DE QUÉ..?



Ayer durante mi clase de Introducción a la Filosofía hice un inciso para hablar someramente sobre la Filosofía Helenística, no da tiempo durante el semestre para dedicarle mucho a este interesante momentum de la historia del pensamiento. Por eso, un vuelo rasante que afirmase algunos elementos sobre ciertas ideas de las que el mundo mediterráneo legó a la humanidad, pensaba yo, no estaría de más.

En medio del relato comencé a ver las caras de mis estudiantes con expresiones ausentes, como si nada de lo que les hablaba les significase alguna cosa. Hay que decir que el semestre ya se encuentra en su fase de culminación, que algo, pensé yo, les iba quedando de las clases previas, de las lecturas, de las evaluaciones.

Las miradas neutras, sin sorpresa; unas miradas que no te exigen ni siquiera que termines sino que están ahí mientras uno habla como la maestra de Charlie Brown (wawawa-wawawa) Sí, solo se puede decir que las miradas eran neutras, como un vehículo en neutro, encendido pero sin marcha.

Advertir esto me hizo detenerme y preguntarles ¿Saben de qué les estoy hablando? El Mar Mediterráneo, Alejandro Magno, la expansión de la cultura griega, el Imperio Romano, Roma…


¿Saben dónde queda Roma? ¿De cuál país es Roma hoy la capital?
Luego de un silencio de aproximadamente dos minutos, repregunté ¿Saben ustedes dónde queda Roma?


Mis estudiantes, en este caso de primer semestre tienen edades que oscilan entre los 17 y los 23 años, algunos tienen más edad pero ese debe ser el promedio. Son jóvenes cuya formación educativa ha transcurrido en este siglo XXI, el siglo del internet, de las redes sociales, el siglo de La Revolución…

Es obvio que el conocimiento y sus formas de adquisición han vivido cambios debido a los elementos presentes en las nuevas formas de socialización en tiempos de globalización. Ahora la gente lee menos, sin duda. Pero también es cierto que hay más posibilidades de información.

Pongámoslo sencillo, no sabes ni te importa qué diablos fue el Imperio Romano pero has visto alguna foto de El Coliseo, has mirado Spartacus en la tele o te vacilas los juegos de “El Calcio” los fines de semana. Le vas a “La Roma” porque admiras a Totti a quien también viste jugar en El Mundial representando a Italia. Serian simples analogías para algún joven de esta época que usa facebook, twitter, tiene tv por cable…

Entonces, si es sencillo conseguir información ¿Qué pasa que estos estudiantes no logran conectar cosas tan simples? Estaremos hablando entonces del sistema educativo que los ha formado desde el preescolar hasta llegar a la universidad, qué hace la propia universidad por ellos, qué pasará cuando se gradúen con esas falencias, esa poca capacidad de retener cosas sencillas, luego de por años haberse negado a la lectura. Me pregunto ¿Pueden leer? De manera interpretativa, tratando de hacer algo más que decodificar caracteres.

Estos chamos han sido formados por una escuela que asumió que hay que pasar de grado a todos los estudiantes para que no se traumaticen, porque reprobarlos es un acto discriminatorio. ¿Puede la carencia de apetito intelectual de los estudiantes ser una consecuencia, al menos parcial de esta forma de conducir el proceso educativo? Un sistema educativo que después es promocionado ante la UNESCO como altamente exitoso y de rendimientos record en índices de aprobación.

Sería simplista al extremo plantear que éste es el único factor que genera el fenómeno en cuestión. Hay otros, la calidad de los maestros, la descontextualización del estamento escolar en torno a otros elementos de la sociedad, la propia reticencia de la Escuela como institución a cambiar, a superar sus aspiraciones disciplinares, a incorporar nuevas/diversas formas de intercambio de saberes.

No obstante, con todos los problemas que presenta la Escuela como institución de La Modernidad, pudiera decirse que éstos alcanzan per sé para generar una situación tan grave como la que vivimos hoy en las aulas universitarias del país. En Venezuela tenemos un gobierno que lleva 16 años ejerciendo su “rol” de rector de la educación. Será que por esos 16 años La Revolución se ha empeñado, con excelentes resultados, en embrutecer a la juventud, en sembrar la idea de que conocer, aprender, tener aspiraciones intelectuales son cosas despreciables.

No trato de mal poner a mis estudiantes, también los hay brillantes, interesados, exigentes, esforzados, ambiciosos de saber cada vez más cosas. Pero lamentablemente estos son bastante escasos. Los mejor preparados se nos están yendo del país, otros ni siquiera piensan en la universidad o en estudiar educación. Para qué, para ir a un campo laboral donde lo único seguro es que el sueldo que devenguen sea el de el profesional peor pagado del país. Por estos tiempos el rollo de muchos jóvenes venezolanos se reduce a mantenerse vivos y con eso basta.

Aparentemente los venezolanos de Homo Sapiens, en algún momento de estos años de Revolución mutamos en “Homo Sobrevivientus”. Se nos va el tiempo en una carrera contra el hampa, tras unos ingresos mínimos, últimamente inmersos en colas por enseres de la dieta y el consumo básicos, sin opciones culturales, hundidos en una constante agitación política, amenazados, arrinconados, engañados. En medio de toda esa pléyade de circunstancias ¿Cómo le voy a pedir yo a unos chamos estudiantes de Educación que sepan dónde queda Roma? Cómo me atrevo…

El problema no es Roma, Paris o Nueva York. No se trata de mis complejos pequeño burgueses y mis anhelos eurocéntricos. Lo terrible es que si pregunto cuál es la capital de Yaracuy, tal vez como respuesta obtenga el mismo silencio. Quizás si pruebo a dibujar en la pizarra una boa que se ha tragado un elefante, seguramente me dirán que deje de estar pintando sombreritos.




Illich.

2 comentarios:

  1. Sumamente preocupante profesor, y me atrevo a pensar que cuando esos estudiantes y demás ciudadanos despertemos del letargo en que nos encontramos, seremos reprimidos aún más, apoyados en la resolución homicida (008610) que no solo atenta contra la Constitución sino contra la vida misma.

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