martes, 21 de abril de 2015

SOBRE LA PRODUCCIÓN DE EL MALO EN EL DISCURSO DEL PODER.


(Fragmentos de El Juego del Ángel de Carlos R.Zafón)
En la plana que repiten los dictadores, grandes paranoicos con poder y los pequeños paranoicos de escritorio y esquina, estas palabras traslucen sus delirios...
"Es difícil odiar una idea. Requiere cierta disciplina y un espíritu obsesivo y enfermizo que no abunda. Es mucho más fácil odiar a alguien con un rostro reconocible a quien culpar de todo aquello que nos incomoda. No tiene que ser un personaje individual. Puede ser una nación, una raza, un grupo... lo que sea." Carlos Ruíz Zafón.
 Sólo reclamaría el que sí son abundantes los espíritus obsesivos y enfermizos, lo son al punto de que pareciera que la moda cultural de estos tiempos, es culpar a otros de aquello que no se puede solventar, a veces por falta de empeño, otras, por falta de talento y en el peor de los casos (Chávez/Maduro incluidos) porque lo que desde el principio se quiso fue joder!
Más adelante el mismo autor dice...
"Necesitamos un villano en este vodevil... Una de las funciones de nuestro villano debe ser la de permitirnos adoptar el papel de víctimas y reclamar nuestra superioridad moral. Proyectar en él todo lo que somos incapaces de reconocer en nosotros mismos y demonizarlo de acuerdo a nuestros intererses particulares. Es la aritmética básica del fariseísmo."
La necesidad de "El Malo" es una constante dentro de todo discurso maniqueista. En política, es por culpa de ese Malo que no se avanza en el cumplimiento de las promesas de progreso y mejoras socio económicas para el país, es a la vez el permiso para seguir prometiendo de forma atropellada sin reparar en que hay que hacer un ejercicio responsable del acto de ofrecer. ¿Para qué? si al final todo será culpa de El Malo, del Imperio, de la Derecha, de las conspiraciones internacionales, de los bachaqueros, de los golpistas, de los extraterrestres, las iguanas... etcétera a la N!
Como diría Bauman, es la época de la ruptura del compromiso mutuo, el momento de la licuefacción de todas las densidades y solideces en cuanto a las cuales el poder político estaba obligado a dar cuentas  sobre sus acciones so pena de ser defenestrado... No rendir cuentas y recalar las culpas sobre El Gran Malo es la estrategia de este poder líquido que igual inunda toda la trama social y la permea con sus propiedades erosivas, corrosivas, destructivas.
Illich.


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