jueves, 29 de octubre de 2015

ROQUE.


 
Ayer fui a almorzar al lugar donde suelo ir cuando el tiempo me apremia, cosa que ocurre casi siempre, iba con un amigo y colega. Para variar hablábamos de la crisis política, de la economía… Justo cuando yo estaba refiriéndome a uno de los jefes de la mafia que domina a Venezuela me percaté que en la cola para comprar los tiques de la comida, tres personas más adelante estaba Roque Valero, un tipo pálido, narizón, pequeño y muy delgado. Vestido con una chaqueta y roja marca Adidas y un mono de la misma y capitalista marca.

Sentí ira, me dieron ganas de pegarle cuatro gritos, de decirle cualquier cosa y por qué no, de darle un solo coñazo por payaso, jalabolas, indolente, enchufao, arribista, títere, aprovechado, inmoral, entre otras cosas que le considero. Incluso, simplemente por ser un representante del establishment corrupto que ahoga al país y con éste a mí, a mi familia, los que conozco y a los que no, pero veo hacer colas, morir a bala y padecer penurias todos los días. Tal vez sea por considerarlo  una labor inútil con un sujeto así, no me provocó invitarle a un debate de altura, sobre ideología, sociología política o historia socioeconómica contemporánea.

Ya hiperventilaba de la  rabia cuando vi bien alrededor, me percaté que Roque no estaba solo, lo cuidaban tres gorilas, suficientemente grandes como para jugar de pivots en un equipo de básquet, suficientemente armados como para quitarle las ganas de decir nada a cualquiera, suficientemente mal encarados como para jugar de escoltas de un imbécil como  el autor de “nuestra historia”

A Roque nadie lo saludaba pero todos en la cola lo reconocían, la gente murmuraba por lo bajo, los que atendían el negocio hicieron chistecitos sobre su persona. Más allá hacia las mesas, nadie supo que él, el candidato a diputado por el partido oficialista honraba el establecimiento con su chavista presencia.

Luego de pensarme bien el hecho de armar un escándalo y decirle una sarta de cosas, dejé de hiperventilar y de mirar de reojo a Urco, Maguila y Simiolón, tomé mi tique y fui a por mi comida, afortunadamente Roque con sus guaruras se fueron en dirección contraria.

Es impresionante, es un tipo de presencia insignificante, de esos que jamás te imaginarías emprendiendo una labor física como agarrar el transporte público en hora pico, tampoco parece un cantautor bohemio, ni un artista. Pero todos esos son prejuicios míos, dominados por una rabia social que lamentablemente se ha apoderado de mi. Cualquiera pensará que es absurdo sentir de esa manera al ver a un mequetrefe así, que tengo problemas, que debo ir a un psicólogo. Los chavistas que lean esto dirán “Visteee, es un violento golpista y pitiyanqui apátrida que no apoya al talento nacionaaaaaal”.

También espero que alguien me entienda.

Llevamos años viendo declaraciones, leyendo tweets y entrevistas de este sujeto, el lugar común de sus  afirmaciones, es el descaro “Yo no hago colas porque la que hace mercado es mi mujer” dijo una vez. Es un pelele, un mal actor, peor cantante, un terrible político. Pero quién dijo que debe sobrar el talento para ser ministro, diputado o presidente del chavismo…

Roque es, como Nicolás, como Aristóbulo, el ministro de educación, el del interior o cualquiera, una muestra más de que la mediocridad con plata y con poder puede establecerse y mandar por años, 17 años incluso. Más aun, es hasta posible que Roque gane como diputado por Aragua y nos represente en la Asamblea Nacional. Lamentablemente y por experiencias previas ya se sabe que ese tipo de gente inocua, foránea, mediocre y mal intencionada, en Venezuela, gracias a lo que sea, a Tibisay y a los que no votan, puede ganar elecciones.

Roque, nuestra historia es diferente, de pana que sí...

 

Illich.

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