domingo, 21 de enero de 2018

LADRONES DE TIEMPO



“En la posada del fracaso,
donde no hay consuelo ni ascensor


Ese quejido de años con el que Sabina nos ha contado del extravío, mejor, del despojo de un mes, el robo de su abril. Esas palabras que salen ásperas, como de piso rústico, como de tormenta con truenos, clamando por un mes.

A nosotros nos han robado veinte años, veinte abriles, con sus mayos y junios, y sus diciembres. Nos han robado hasta el suelo, lo vamos cambiando por suelos que pisamos ajenos, suelos de otros, meses y años migratorios. Extranjeros en suelo ajeno, ajenos en nuestro propio suelo.

Ajenos de vida, amenazados de muerte en cadena nacional, caminamos al trabajo con una pistola apuntando a nuestra frente, esquivando balas, sobornando a los días, rogando por uno más, por un día, también robado, asesinado sin nacer siquiera. Especulando el precio de la respiración, despidiendo amigos, desalojados de cualquier lugar, untados de miedo, bañados en terror de Estado. Presos a cielo abierto, breves y eternos, con la mirada puesta en ningún sitio, cuales Miranda en la Carraca.

Sabina ignora quién le ha robado el mes de abril, nosotros al contrario, conocemos muy bien a los ladrones, a los estraperlistas, a los Boves, los Pedro Navaja, a los mucho peores que éstos, los ladrones del tiempo, de los abriles, con sus mayos y junios, y todos sus momentos. Asesinos del tiempo.


Illich

martes, 16 de enero de 2018

MIEDO, CONSUMO MASIVO


Cuando Juliette fue al supermercado y caminó los pasillos largos, iluminados de una luz blanca y limpia, encontró los anaqueles llenos de latas contentivas de miedo, miedo para llevar, miedo de larga duración, miedo empacado al vacío. Ella tomó seis latas, las puso en el carrito, llegó al sitio de las legumbres y verduras; ahí encontró paquetes bien hidratados de un miedo vivaz, miedo vegetal, miedo a vender por kilos o docenas. Llevó todo el que pudo, estaba en oferta, y con estos precios es muy difícil hallar buenas ofertas para llevar a casa.

El miedo que no escasea en los anaqueles, se le apareció en la calle, en los rostros de los otros, en el murmullo de los transeúntes, en las vidrieras, en el transporte público, en las redes sociales, en lo que queda de la prensa, en los rincones oscuros de su alma, alojado ahí sin permiso, creciendo como una tumoración en ciernes. Conversó su miedo con un vecino tembloroso quien la vio acercarse con sus bolsas cargadas de miedos enlatados y por docenas. Intentando no mirarse a la cara, murmuraron sus saludos casi como susurros, casi como si no dijeran nada.

Juliette, mirándose al espejo del ascensor, reconoció su miedo personal, se le rebeló detrás de la mirada, pudo sentir un gusto salobre en su paladar, un olor a óxido, un frío sin sentido en la punta de los dedos, ganas de orinarse… Todo mientras se miraba la espejo del elevador mientras el silencio del viaje hacia arriba le pesaba en la boca del estómago. Se abrieron las puertas, dio pasos hacia afuera y encaró la puerta de su apartamento, temblando logró meter las llaves, las giró, haló la reja, repitió el rito con la puerta, empujó y entró. Quiso dejar parte del miedo tras cerrarlo todo y al fin quedarse dentro, pero no.


La familia de Juliette juntaba pedazos de un rompecabezas que una vez completado formaba una figura extraña a la que dieron el nombre de Un Miedo Doméstico. En la televisión  el surtidor de miedo hablaba en cadena nacional garantizando “Miedo para todos y todas, un bono de miedo y un aumento en la cuota de miedo para cada quien, un miedo equitativo de distribución puntual y masivo, a la vez que personalísimo, abundante, total”


Juliette quiso dormir, quiso, mas no pudo, ella simplemente se sentó a la orilla de la cama y suavemente esperó la hora de las balas, la hora de los misiles con su nombre y número de carnet, los que le tocaban por decreto, la metralla garantizada en la Constitución, el obús al que todos tenemos derecho, el proyectil que siempre nos correspondió, la sentencia que nos mandó la patria.



Illich

viernes, 12 de enero de 2018

ELEGIR PASTA DE DIENTES ¿ELEGIR CÓMO VIVIR?

Pink Floyd-The Wall

Una vez alguien dijo que en la vida había decisiones más importantes que la de elegir pasta de dientes o champú, que tomar decisiones era un arte difícil el cual muchas veces nos tomaba de sorpresa, sin experiencia, débiles de conocimiento; y por tanto, era necesario contar con herramientas intelectuales que nos auxiliaran al momento de quedarnos accidentados en el cruce de caminos que es una decisión.

Bueno, en realidad, quien suele decir eso en sus primeras clases tanto de filosofía como de sociología soy yo, nadie importante, obviamente… No obstante, apropósito de las decisiones sencillas como la marca de dentífrico, el lugar dónde y con quién pasaremos el fin de semana, si comeremos pasta con carne o pollo frito, y así, algunas más trascendentes como qué carrera estudiaremos, nos casaremos o iremos de solteros por la vida, qué nombre le pondremos a nuestros hijos, uno compuesto como Chivirixaida o Albermantel José, o el de algún personaje literario, tal vez histórico, seremos de una u otra tendencia política; con relación a muchas de las elecciones para las que la vida nos plantea dilemas, siempre, repito, siempre necesitamos asideros de los cuales agarrarnos a fin de elegir lo que más nos conviene, y lo que es lo mismo, evitar aquello que más nos afectaría. Aun y cuando deba hacerse la salvedad de que siempre juega el azar, y que por más que seamos sesudos, las cosas pueden darse de maneras diversas con su devenir.
Pink Floyd-The Wall

Con todo esto quiero significar algo que aglutina varias de mis preocupaciones actuales, en primer lugar, la educación de nuestra sociedad, dentro de esa educación como problema, la educación política, y desprendido de ésta, la ciudadanía como concepto naufrago dentro de la trama de relaciones sociales de la actualidad en Venezuela.

¿Y qué tiene que ver la educación, su crisis, su fracaso con cuál crema dental se escoge?
Sencillo, una sociedad elige mal a sus gobernantes, los elige basándose en prejuicios, slogans, sentimentalismos, pálpitos, opiniones chamánicas, características folklóricas (tiene guáramo, es arrecho, habla bonito, es bien macho, etc.) y 18 años después, o antes, ya esa misma sociedad no puede elegir la crema dental, elige si se cepilla los dientes o no, ya no elige qué comer, ya no elige sobre dónde pasar el fin de semana, ya no elige qué estudiar, se lo impone un régimen totalitario, o no puede estudiar, o se tiene que ir del país, o ya no elige, simplemente YA NO ELIGE.

Las elecciones y evitaciones en la vida (en eso sí coinciden varios famosos de la Filosofía como Sócrates, Platón, Aristóteles, Epicuro, Kant, entre otros) son terreno para ser abordado desde el pensamiento y no desde las vísceras, mucho más allá de que la gente tenga creencias arraigadas, los actos electivos más importantes de la vida deben pensarse. ¿Qué trato de decir con esto? Pues que usted no debería renunciar a su empleo porque cree que el jefe le echó “maldeojo” en el café que compartieron en la mañana, o porque usted siente una energía pesada en la mirada de aquel jefe, esos no serían motivos válidos a no ser que todas sus decisiones estuviesen movidas por una estructura un tanto mágica de llevar a cabo sus acciones.

Alguien, que aun creyendo en el “maldeojo” tenga otras herramientas para decidir, pues, se cuida, bien, se protege, pero no deja su empleo, porque sabe que hay razones más importantes para conservarlo. Igual pasaría si por soñar con un número alguien va y se gasta todo lo que tiene en la lotería. Crees en los sueños, fantástico… pero no lo gastes todo por favor, así sientas que esta vez sí, que te vas a hacer multimillonario porque el fantasma de tu abuela te lo dijo en el sueño. ¿Cuando piensas las cosas eliminas todos los riesgos? Digamos que no, pero arriesgas menos en relación a lo que puedes perder y exiges algún tipo de garantías.

Dejando los ejemplos a un lado, vayamos al punto central del asunto. Por qué antes dije que todo esto va de una crisis en La Educación, y por qué esta crisis nos trajo a otra MACRO CRISIS donde cosas sencillas como elegir qué comer han dejado de ser algo inmanente a la vida de muchos para sustituirse por ejemplo en:
¿QUÉ ES LO QUE HAY QUE HACER PARA PODER COMER?
• Colas
• Pedir
• Robar
• Ir al pote de basura de algún establecimiento
• Especular
• Sobre pagar

Desde que comenzamos a VOTAR (acordemos, 1958 aunque antes hubo formas de sufragio) en Venezuela las élites políticas han estimulado en la masa el que se elija a sujetos que en lugar de ser, lo que deberían, es decir FUNCIONARIOS PÚBLICOS con más responsabilidades que derechos, sometidos a supervisión y con finitud en cuanto a su servicio al país, sean más bien una especie de SÚPER CAPATACES DE FUNDO, tipos imponentes, omnipotentes, imprescindibles, eternos (¿les suena?) intocables. En síntesis: CAUDILLOS.
Pink Floyd-The Wall

Para lograr tales fines ha sido necesario que las masas de votantes no piensen el voto, no piensen en lo que elijen, por el contrario, que vayan a las urnas a designar entre unos y otros superdotados para que éstos LOS MANDEN.
La máxima expresión de una votación movida por prejuicios, rencores, filias y fobias fue la de Chávez, fueron todas las de él. No que antes ese no haya sido el esquema estimulado y perseguido por quienes siempre han detentado el poder detrás del poder. ¿Y dónde ha residido el punto focal de que en Venezuela (y gran parte del mundo) se elija como se elige?

En la no educación política, en la ausencia de un sistema
educativo que forme ciudadanos, y en la imposibilidad de que la educación que tuvimos en el siglo XX y seguimos teniendo, con su obvio deterioro, intente, quiera y se plantee generar gente capaz intelectualmente. Nuestro cenit, en épocas del desarrollismo y la masificación, fue lograr una Educación Tecnificada, y a pesar de que nuestras universidades por tiempo fueron bastante competitivas, siempre carecimos de cupos suficientes, de campus en todo el país, de una inversión seria en el sector.

No obstante, es en la educación desde los primeros años, donde los vacíos de un sistema otrora productor de obreros, ahora productor de pobres, generan esas carencias culturales, intelectuales y al final de densidad mental en la mayoría de la población donde hoy, por no haber sabido elegir gobernantes, hemos perdido el derecho a elegir algo tan simple como la marca de la pasta de dientes. En recompensa a estos errores tenemos a un sujeto como Nicolás maduro en el poder (Adjetívelo usted mismo)

P.D: Si algún chavista pseudo intelectual lee esto hasta el final, no venga a decir que yo estoy abogando por el consumismo marquista del capitalismo. De eso no se trata señor estúpido, se trata de que la vida en ciudadanía, entre otras cosas, se basa en el derecho a elegir libremente los aspectos tanto de la vida pública y como privada. ¡SE TRATA DE ELECCIONES LIBRES!

Illich