miércoles, 5 de septiembre de 2018

ESOS OJOS, LO VEN TODO


A la cancha donde desde hace años jugamos baloncesto, han dejado de asistir jugadores, amigos de risas, brincos, golpes… te los encuentras en las redes a los días de echarlos en falta, arribando a algún país de las adyacencias. Del trabajo, del mío y el tuyo, se han ido tantos, y no los despidió un patrón, los expulsó el país. Se van, se fueron del colegio, del edificio, la vereda, la calle, los vecinos, los primos, los panas, la tía, la madre de alguien, el esposo de miles, los hijos. La peluquera, el mecánico, la hija del mecánico, el vigilante, el que vino después del vigilante, la señora de la frutería, el zapatero, el doctor, la profesora, aquel chamo que jugaba fútbol, los del abasto, el contador con su esposa, los hijos de la maestra, y su hermana, y sus compadres, y el señor del kiosco…

¿Alguien puede aun dudar de qué querían decir con RODILLA EN TIERRA? ¿Era o no arrodillarse? Arrodillarse para rogar, para comer basura. Y cuando dijeron PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE… Pues, era morirse, morirse de hambre, de hambres varias, hambre a la carta, era morirse a bala, bala de Guardia Nacional o de malandro, que es lo mismo y se escribe igual, en una ortografía perversa donde se escribe con letras rojas GOBIERNO, MAFIA y RÉGIMEN, se escribe con letras de ausencia. Era morirse de no tener remedio, porque acá, toda enfermedad es irremediable a falta de una ampolla, de pastillas, de un jarabe, de un examen, de sutura, de luz en el quirófano, de plasma, de sangre, de aspirina.

Y todavía están, esos, los que nos matan, nos expulsan, apresan, torturan. Ejerciendo su oficio de daño sistemático, con sus planes de joderlo todo, con sus nuevas formas de marcar a la gente y sus patrones de exclusión quirúrgica, pensados, cronometrados; eso sí, por expertos en control de las masas, con su plaga de hambre homogéneamente distribuida, y sus trampas como se les busque, y sus formas de corromperlo todo, de mancillarlo todo, de pisar dignidades en vivo y directo, de inventarse atentados, y su propaganda que multiplica la nada que fabrican con cada segundo transcurrido,cambiando las palabras, exterminio por amor, y así amándonos hasta hacernos cadáveres, los cadáveres amados de la Patria y la Revolución.

Mientras algunos se mueren de hipotermia cruzando páramos, otros caen por golpes de calor en medio de las colas, o caminando largas avenidas, otros resisten la patada de la xenofobia en el rostro, otros añoran, extrañan y tantos otros se desapegan, otros aguantan, otros fallecen, otros son olvidados en las cárceles, otros deambulan. Mientras nos vamos haciendo más Los Otros, los ojos afilados del CULPABLE lo ven todo. Los ojos mal pintados en paredes de escuelas y avenidas, presidiendo desfiles de asesinos, impresos en franelas obligatorias, en uniformes de gendarme, los ojos del asesino en masa, del padre de la migración, el autor de la tragedia, el creador del veneno que hoy administran sus lacayos, lo ven todo.

Illich


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