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Como Voluntad de Poder
debemos entender aquella apuesta por la vitalidad ante todas las cosas, sobre
todo, aquellas que suponen el dominio sobre sí mismo y la posibilidad de
imponerse a los propios prejuicios, al remordimiento y a los atavíos
culturales.
Crear para sí un armazón de
valores que le permita sobrellevar la decadencia de la cultura de masas, las
imposiciones políticas y las manipulaciones éticas e intelectuales, tanto de
las élites en el poder como cuando estas imposiciones vienen de lo normalizado
por la mayoría.
Voluntad de Poder, no era
para Nietzsche voluntad de mandar a los otros, sino más bien, una voluntad
férrea por resistir, por no dejarse arrastrar por la marea de los tiempos, de
lo políticamente esperable, por las "buenas costumbres" cuando éstas
atentasen contra la dignidad de uno mismo.
La gente que nos manda,
obviamente emplea a su manera una voluntad de poder, la cual les permite
deslastrarse de cosas como el costo político de sus acciones, el deber ser de
sus cargos, la necesidad de jugar con las reglas que enmarcan el ajedrez
político, es decir, atender a las leyes. A estos sujetos lo único que les
importa es mantenerse con el control del país. A costa de lo que sea, como sea.
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Cómo anteponer el mismo
concepto ante tal avasallamiento, ante el abuso, cómo usarlo en contra de los
sátrapas que hacen gobierno en este país. Pues supongo que apartándonos un poco
del nihilismo absurdo que supone seguirles jugando con sus reglas, atendiendo
sus normas, respetando su tablero de ajedrez.
Desplegar una Voluntad de
Poderío supone arrancamos de una vez la esperanza de vencerlos en tanto ellos
sean quienes organicen la trama de los procesos con que se hace la vida
política del país. Resistir, protestar donde sea, como sea, pero en
coordinación y con más inteligencia que temeridad.
Hay que sacarlos de su zona
de confort, hacerlos rabiar, arrinconarlos en su pequeñez moral y luego
enseñarles que no son ellos quienes encausan la vida de nosotros en su ambición
totalitaria y corrupta.
Para eso tenemos exigir de
nuestros líderes un enorme acto de voluntad, precisamente, la voluntad de
mantenerse unidos y coherentes, no tanto por principios, sino por objetivos,
por el objetivo final de todo esto.
De cada cual, debemos
exigirnos el mayor de los impulsos, el de emplear el ejercicio de esa voluntad
sobre nosotros mismos, saber que superar el sufrimiento de estos años requiere
sacrificios tenaces para poder culminar con la égida de los forajidos que nos
gobiernan.
Voluntad de Poder es acción,
movilización y abandono de la terrible conducta inercial y de contraataque que
nos ha acompañado por años. Si no lo hacemos, se nos seguirá imponiendo la
oscuridad de los malditos.
Illich
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