Joan Miró - Dancer (1925) |
Solo de verla caminar delante.
Intuí sus poderes manando desde sus caderas.
Fue tarde, ya me había hipnotizado.
Y mis ojos extraviados de toda voluntad eran rehenes de ese ritmo.
El tiempo perdió sus propiedades asesinas y todo, las cosas y lo que no son las cosas porque no tienen forma ni sentido, iniciaron una levitación anárquica.
Fue tarde, he dicho, ya me encontraba a merced de un magnetismo rítmico, de una conspiración, de un tratado secreto, escrito y firmado en el pentagrama borroneado de algún genio.
Illich.
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