lunes, 15 de diciembre de 2014

...2014


Es propio de muchas personas por estas épocas, echar un vistazo hacia atrás en el año y evaluar lo que éste les dejó, lo que les ha privado y aquello que les quedó por cumplir. 

Es un ejercicio de auto reflexión, tal vez un intento por ponderar el propio actuar en el lapso de un año, para así volver a emprender el ciclo, con nuevas o mismas metas.


Si intentásemos este ejercicio en perspectiva colectiva, no solo en lo personal sino por ejemplo, en cuanto a nuestro país, a los sucesos que nos ocurrieron como sociedad en el 2014, tal vez tuviésemos razones para pensar que éste ha sido un terrible y trágico año.

Comenzamos el 2014 aun con el aturdimiento provocado por el DAKAZO, nombre que fue dado a los saqueos promovidos, organizados y dirigidos puntualmente por el gobierno el último mes del 2013, mes el cual  había sido de colas, escasez y personas corriendo con televisores sobre sus cabezas.

Aun no salíamos del sopor decembrino cuando la ex miss y acrtriz Mónica Spear fue asesisada a sangre fría en una carretera del país. Una persona más, una mujer joven, una madre sumada a las listas de la violencia homicida que colapsa a toda nuestra sociedad.


Ya en febrero, como es costumbre en nuestra historia reciente, la conflictividad social estalló con las protestas del Día de la Juventud (12F) y se prolongó por, al menos, un mes más. Esta vez se sintió la represión, la brutalidad del Estado y sus aliados paramilitares, los Colectivos. Muertos, desaparecidos, presos, torturados, heridos, perseguidos, despedidos de sus empleos, amenazados, propiedades incendiadas, robos y saqueos fueron el saldo de la respuesta que el gobierno de Nicolás Maduro dio a las protestas que exigían eficiencia, democracia y libertad.

Cuarenta muertos, dice la prensa, personalmente creo que fueron más, pero el gobierno se mantuvo en el poder a fuerza de balas, motos y botas, se mantuvo en el poder para seguir haciendo lo que por 16 años han hecho, robar, destruir, regalar al país y quitarnos todo tipo de seguridad; la de transitar, la de crecer, la de existir.

Los “héroes” de la Revolución fueron condecorados, los llamados Colectivos de la Paz se ganaron un puesto en las tribunas del poder gracias a su accionar forajido en contra de los manifestantes. Más adelante en el año, el propio gobierno les llamaría delincuentes e iría por sus cabezas para pararle el trote a sus líderes, los cuales se habían constituido en caciques tribales en ciudades repartidas en satrapías entre grupos irregulares y fuerzas policiales, actuando todos como mafias que pican en trozos el control de un territorio.

Este año conocimos la Chicungunya, tal vez aun no la conocemos, más sí sufrimos sus efectos, el dolor, las articulaciones inflamadas, el sarpullido y la escasez de todo cuanto podía palear parcialmente los efectos. Colas para comprar agua de coco, buhoneros vendiendo medicinas, hospitales y clínicas colapsadas. Uno, dos, tres… enfermos por familia iban cayendo, mientras el tipo que es presidente decía en cadena que había solo 200 casos. Cuántos fuimos víctimas de esta epidemia, no se sabe, cuántos murieron y siguen muriendo, cuántos más la contraen día tras día, qué hacer con los efectos progresivos, nadie sabe, todos especulan.

En este silencio concertado sobre la epidemia se evidencia una muestra de lo que significa  vivir en un país donde los poderes y los medios de comunicación danzan comprados al ritmo de los millones de dólares con que el gobierno venía cerrando bocas, haciendo trampas y financiando impunidades.

Pero bajó el petróleo, y si la escasez que desde hace años ya nos venía estrangulando era terrible, ahora lo es más. La peregrina excusa de la “Guerra Económica” tan elástica como para culpar desde los empresarios nacionales hasta los oligopolios de la globalización y del imperio, ahora es llevada al límite de su ductilidad para achacar las culpas de lo que aquí pasa a los países productores de todo el mundo, los cuales inundaron el mercado internacional con crudo para atacar directamente a la Revolución ¿Queda quien les crea? Lamentablemente, sí…

Este año también se mataron entre ellos mismos, hablo de los ilustres revolucionarios, se tendieron celadas y trampas. Se emboscaron políticamente; también de forma literal develaron sus riñas internas cuales hienas medrando tras la presa se mordieron unos a otros sus patas y hocicos.

También los líderes de la oposición mostraron sus costuras, la división, la falta de consenso y el desatino de acciones intempestivas les impidió crecer como reflejo esperado de una crisis institucional que ha desplomado la popularidad del gobierno, una popularidad que aun cuelga de los pies del difunto. Sin embargo, si algo  ha faltado del lado opositor es cohesión, sus líderes sufren del terrible síndrome del personalismo. Debido a eso, el descontento de la gente no se transforma en acciones de protesta organizada y coherente sino que va y regresa desde lo estentóreo a lo epiléptico sin mayores progresos.

El ciudadano común, al verse privado de referentes en lo político clama por alzamientos militares (sumamente peligroso) o por el momento en que se “arme el verguero” Ambas, salidas desde la desesperación que solo pueden llevar a lo que Nicolás quisiera, el atornillarse al trono sin que medie otra cosa que su imposición por la fuerza de la pólvora. Tal vez un escenario peor, el encumbramiento del segundo en escena, del cual se sabe que pudiera ser más sanguinario todavía.

Alguien de entre quienes lean este texto se va a preguntar por qué no hablo de lo bueno ¿Hubo algo bueno? Si es que lo hubo, yo no lo vi, el 2014 me pareció uno de los años más fatales de todos los que me acuerdo haber vivido. Algo si es patente, mantiene el ritmo descendente en cuanto a todos los ítems que precisan la categorización de Calidad de Vida.

No obstante, mi invitación no es al olvido, sino a la memoria, al recuerdo y a la acción. Recordar a los estudiantes muertos en las protestas del 12F, recordar a los privados de libertad de forma injusta, recordar que sigue la crisis del sector salud, que la delincuencia nos sigue privando de vidas inocentes, que nuestras cárceles continúan en guerra mientras una ministra lidera las mafias internas, recordar que nuestras escuelas públicas se caen a pedazos y seguimos teniendo a los maestros peores pagados del planeta, recordar que no hay leche ni pañales, ni medicinas, ni nada.

Recordar que este año nos han hecho sufrir por todas las vías posibles para que Maduro y sus ladrones adjuntos se den la vida de ricos y famosos pregonando la paz y la felicidad del socialismo.

Illich

miércoles, 10 de diciembre de 2014

SIN SENTIDOS


Los sentidos se le fueron, se apagaron. Uno por uno se le fueron borrando.

Primero, la vista. Cuando se quedó ciego casi enloqueció, salió corriendo dando tumbos, se golpeaba contra las cosas que había en la habitación. Sintió la oscuridad, la tibieza y el sabor ferroso del hilo de sangre que corría por la comisura izquierda de su boca. La saboreó y de inmediato llegó el dolor, pero casi no lo tomó en cuenta.

Intentó incorporarse, sin ver, luego de haber caído, solo llegó a sentarse y ahí quedó.

De súbito se dio cuenta que no escuchaba, se percató porque al tropezar con el mueble y derrumbarse sobre el piso un estruendo de objetos rodando y chocando entre sí lo había aturdido. Ahora podía golpear y patear los trastos en el suelo pero éstos no le sonaban. Gritó y no pudo escucharse a pesar de que el esfuerzo le reflejó un dolor vibrante en la garganta.

Se llevó las manos al rostro pero no consiguió nada, dejó de sentir sus manos o éstas dejaron de sentir lo que tocaban, se hincó las uñas donde creyó que quedaba su cara, no encontró dolor, ni roce alguno. Se echó hacia atrás, pensó que era hacia atrás, hasta que algo le detuvo de golpe. Una pared, tal vez.

Salir de ahí, debía salir, pero ¿Para qué? No veía ni escuchaba, tampoco sentía las cosas. Por no escuchar, no sabía si hablaba, si sus gritos eran audibles por alguien más. Todo tan confuso, tan junto, tan de pronto, tan definitivo.

Inspiró fuertemente, volvió a hacerlo, se percató de que no podía oler las cosas. Tampoco tenía olfato.

Ni siquiera dolor percibía, ni texturas, nada de sensaciones térmicas. Una angustia vacía, un limbo ingrávido y atemporal, miedo!

Un terror indecible, flotante y absurdo ¿Muerto? Había muerto o tal vez no, estar muerto, nadie lo está, se muere y ya… Así decía un libro que alguna vez leyó. No se trata de eso, de qué, entonces, de un encierro o más bien la deriva total, un naufragio dentro de sí mismo.

Preguntas agolpadas y atormentantes cayendo en avalancha, en estampida, una interrogación aplastante, ahogo, no obstante no sabía si respiraba, hiperventilaba o se había quedado en paro de todas sus funciones vitales ¿Cómo saberlo? No podía saberlo ¿Qué podía saber? Algo, nada… fuera de los sentidos nada se sabe, todo se intuye.



Illich

viernes, 28 de noviembre de 2014

DE MUROS, CAÍDAS Y DERRUMBES.

(Ponencia presentada en Foro sobre la caída del Muro de Berlín. 27/11/2014)    
                


I

¿Para qué sirven los muros? ¿Desde cuándo hacer muros ha sido una práctica humana? Tan humana como otras que solemos admirar tales como pintar cuadros, hacer música o buscar respuestas…

 ¿Desde el neolítico, probablemente, tiempo de las primeras aldeas, o desde las primigenias ciudades amuralladas, quizás? Babilonia, Assur, Troya, Jerusalén, Persépolis… Todas, ciudades que vivieron y murieron tras muros colosales, dividiendo a la gente en dos categorías, los propios y los extranjeros. Sirviendo para proteger a los de dentro, primero de leones, hienas y otros predadores, luego, resistiendo el asedio de arietes, catapultas y guerreros de ejércitos hostiles, soportando heladas, tormentas de arena; disipando peligros, protegiendo, o, ¿Atrapando?

Si los muros se remontan hasta la prehistoria, imaginemos que los primeros eran precarios, apenas un amontonar de rocas que aislaban un pequeño clan totémico de los peligros de la sabana o la selva. Luego, tal como se formaron las ciudades-estado, la tecnología de guerra generó el paso de la piedra y la madera, al bronce y luego al hierro, los muros usados como armas defensivas crecieron, se robustecieron a fin de procurar solidez, hacerse infranqueables, invencibles.

 No obstante, los muros también cayeron, los de Troya sucumbieron ante las huestes de un Agamenón eufórico, los de Babilonia se abrieron para dejar entrar a Alejandro, otros fueron enterrados por el tiempo, erosionados por el viento hasta convertirse en el polvo rojizo del pasado. El Muro de Adriano intentó inútilmente dividir la Bretaña romana de las tribus bretonas y celtas del norte, fue un capricho, un error táctico que le costó a Roma legiones enteras y no pudo detener las incursiones que luego tornaron en invasiones sangrientas y definitivas.



 II

 ¿Qué tipo de Muro era el de Berlín? una muralla protectora hecha para salvar la vida de los de adentro, o más bien, una enorme red de concreto tejida para pescar disidentes, para acorralar a millones dentro de un sistema constrictor de las más mínimas aspiraciones de cualquier individuo.

El Muro de Berlín no fue precisamente la verja que divida las casas de dos vecinos, el límite simbólico entre lo tuyo y lo mío, el cual si quisiéramos pudiésemos vulnerar, cruzar de un lado para el otro cuanta vez nos provocara sin que esto nos significase mayor cosa. El Muro, era el cerrojo que trancaba una cadena echada al cuello de aquellos que vivían al lado oriental de un mundo escindido luego del final de la Segunda Guerra Mundial, y cuya construcción en 1961 lo convirtió en el hito fundamental de la Guerra Fría.

A ambos lados del Muro, el espionaje en todas sus macabras formas hacía de la vida una constante zozobra. El cianuro se escurría hasta el fondo, tanto en copas de martini como en tarros de cerveza. Torturas, interrogatorios, comercio de información, todas las formas conocidas e inimaginables de la deslealtad, todas las manifestaciones posibles de la persecución. No obstante, algo ocurría para que los Berlineses del Este quisieran transponer el Muro, mientras que sus vecinos, otrora conciudadanos, ni siquiera imaginaran intentar el cruce allende la pétrea frontera.

Un poder constrictor, hemos dicho, un montón de ojos mirando, oídos escuchando, una vida viviéndose en y desde la sospecha, a punto de la traición, a centímetros de la temida delación, a segundos de un jergón eléctrico y de las preguntas circulares de los esbirros de Stasi (La Seguridad del Estado de la RDA)

Muy dura debió ser la vida al lado oriental de la pared, cuantificadas, aunque extraoficialmente 270 personas murieron intentando cruzar hasta Berlín occidental, incluidas 33 que fallecieron como consecuencia de la detonación de minas antipersonales, otros tantos fueron capturados, regresados y desaparecidos, al régimen de la RDA eso de escaparse le resultaba inaceptable.

¿Por qué querrían los germanos orientales cruzar el muro? ¿Por qué arriesgar la vida sorteando minas, alambre de púas, golpes, balas, perros entrenados para matar y soldados entrenados como si fueran perros? ¿Se trataba de simple curiosidad por lo desconocido? Escapar de la RDA, cruzar el muro, pudo tener que ver con el hecho de que aun y con el excesivo control de la información que ejercía el régimen comunista de la Alemania pro soviética, las personas lograban enterarse de la posibilidad de una vida menos violada al otro lado de la pared.

De igual manera, la vida al lado Este presentaba predicamentos más allá de la restricción de las libertades democráticas, la presión de un Estado Policial hipertrofiado y el constante asedio de vigilantes, soplones y funcionarios de la burocracia, traficantes de favores y de influencias, sobre personas que terminaban siendo sospechosas de todo, culpables de cualquier cosa. Al lado oriental también había hambre, escasez, carestía y por supuesto, como es ya fórmula conocida en todos estos regímenes, la más desfachatada negación de todo lo antes citado por parte de las autoridades del Estado.

En tiempos de la Perestroika, la ruina económica, el aislamiento y las presiones internas y externas eran ingentes arietes colisionando contra del Muro. Aun cuando del lado Este todo parecía estar en calma, el nivel de descontento, el latente odio hacia el Estado Policial de la RDA se acrecentaba, los intentos de fuga aumentaban, la propaganda occidental permeaba los controles de información. En fin, el Muro se agrietaba en sus cimientos, se resentía en sus bases, aun cuando siguiera pareciendo incólume.

Finalmente en Noviembre de 1989 se derrumba la Pared, mejor dicho, la gente lo tumba, lo abate. Habían transcurrido 28 años luego de haber sido erigido, ahora dos muchedumbres se hacían una sola con mazos, banderas, cinceles, pancartas, altavoces, abrazos, encuentros y reencuentros. Por fin, intentar cruzar no le significaba la muerte a quien lo aventurase.

El Muro de Berlín comenzaba su desintegración así como se desintegraría la Unión Soviética, el Muro enfrentó su destino y se hizo polvo rojizo del pasado.



III


La caída del Muro de Berlín, el entusiasmo por la reunificación de Alemania, la libertad y la vergüenza por años de sometimiento de la población oriental, hicieron pensar a muchos que el tiempo de las fronteras clausuradas había culminado. Con la caída de la Cortina de Hierro, Occidente proclamó el comienzo de una nueva era de paz. ¡Ilusos!

Quienes creyeron en esto se vieron sorprendidos tan solo un año después cuando Saddam Hussein, otrora aliado de Estados Unidos, invadía Kuwait y desencadenaba la Guerra del Golfo Pérsico. Ahora el enemigo no era el Imperio del Mal como Reagan llamó a la Unión Soviética, ya el enemigo no era el comunismo, ahora se trataba de un enemigo venido del Medio Oriente. Infieles, como la familia Bush decidió llamarlos dentro de su retórica de regreso a Las Cruzadas.

El Muro de Berlín había caído y el mundo seguía irrefrenable en su eterna lógica de guerras y de muertes.

Actualmente hay 14 muros en el mundo. Por nombrar algunos, el de Cisjordania atrapa al pueblo palestino, lo confina a la Franja. En la frontera México-Estadounidense otro muro en vano intenta impedir la migración al norte. Corea, son dos Coreas a partir de los años cincuenta. Un muro se alza entre India y Pakistán. Hay favelas en Brasil y barrios en República Dominicana donde paredes kilométricas ubican a los de aquí y los apartan de los de allá. Unos cuantos “Muros de la Vergüenza” han sido erigidos para que pase el Papa o el presidente, o para que no dañen la vista de los que pagan por mirar solo la mitad del paisaje. Y no hablemos de los muros invisibles, de los simbólicos, los que nos atrapan en el lado exterior de la muralla con la que el poder decide quién vale y quiénes no.

A fin de cuentas, nos hemos pasado la historia haciendo muros, los muros nos han protegido, apresado y dividido. También hemos pasado buen tiempo cincelándolos, grafiteando en ellos, saltándolos, excavando bajo sus cimientos, derribando y resistiéndolos. A muchos les ha dado por ser ingenieros de la división, pero éstos siempre han encontrado quienes se niegan a ser como dice la famosa canción de Pink Floyd “Otro ladrillo en la pared”



Illich.

jueves, 27 de noviembre de 2014

ESA PEQUEÑA CURIOSIDAD

Alguna vez has mirado el cielo nocturno y abrumado por una belleza que pareció siempre estar ahí, te preguntaste, cuándo, cómo y por qué empezó todo... 

Seguramente te confortó la certeza de que todo comenzó por obra de la deidad en la que siempre has creído. Pero, tal vez una pequeña curiosidad comenzó a crecer en ti, a provocarte más preguntas sobre el universo, sobre la vida, la muerte, sobre cómo convivimos, sobre ti mismo.Esa pequeña curiosidad es ancestral, y ha luchado por crecer en las mentes de hombres y mujeres desde tiempos muy remotos.

Desde que las explicaciones teológicas comenzaron a quedarse cortas, a no alcanzar, a no satisfacer del todo. También desde que el conocimiento práctico revelaba nuevas formas, empleos,  versatilidad.

Pensar se convirtió en una necesidad diaria pero a su vez, en un atentado contra lo establecido, se hizo peligroso pero también, inevitable. La pequeña curiosidad habitó en Heráclito, en Platón, inspiró a Aristóteles, a Hipatia, a Copérnico, a Nietzsche, a Steve Jobs y a tantos otros. En mala hora llevó a Sócrates a enfrentar una taza de veneno. 

Pensar se hizo peligroso, también maravilloso pues esa pequeña curiosidad vive en el arte, en la ciencia, en la búsqueda de un niño que pasa del gateo a su primer andar, errático y en medio de caídas que luego, algún día serán pasos de astronauta. 

Esa pequeña curiosidad vive en ti, es la chispa que entre otras cosas puede desencadenar el pensamiento, la filosofía, pues antes de todo, antes de ser una disciplina consolidada, una materia que aburre a muchos y encanta a otros (a menos, claro) La Filosofía comenzó siendo, no más que una pequeña curiosidad. 


Illich

jueves, 16 de octubre de 2014

A PROPÓSITO DE NIETZSCHE



Alguien muy cercano me dijo "Hoy es el cumpleaños de Nietzsche, no vas a escribir nada?" Le respondí, "Nietzsche es un pensador intempestivo, no me imagino picándole una torta..."

La verdad es que minutos después de dar esa respuesta me comencé a sentir en deuda, no con el autor sino conmigo, con mi constante vuelta a Nietzsche, a sus aforismos, a sus ideas sueltas y enredadizas, incluso con mi recurrente ejercicio reflexivo sobre la voluntad que él defiende con su vida y a costa de sí mismo.

No se trata de decir Happy Birthday Fredrich sino de imaginar un ocaso Sils María, una tarde entrando otoño, ya a punto de bajar los Alpes para apaciguar los fríos invernales que le calaban los huesos entre los azules del Adriático.

En esa postrera tarde en Sils María, imaginar al sabio atormentado caminando senderos junto al lago, con las manos detrás de la espalda y la vista empobrecida clavada en el camino, a grandes zancadas recorriendo el espacio sin tiempo de lo pensado y vuelto a pensar, escrito y arrugado, vuelto a alisar con rabia, con temple y luego trémulamente. Una idea, un parto, una embriaguez danzarina, un zarpazo y una lágrima lacónica sin destino.

Ahí voy a sentarme junto a él, sin preguntarle nada, ya en el tiempo podré leer en Zaratustra lo que seguro no me podría decir a causa de sus soledades acumuladas y los años de malos entendidos y de farsantes expertos en consignas y en nada más.

Illich


jueves, 9 de octubre de 2014

COLECTIVOS DE AMOR Y DE PAZ



Así los llamaba Maduro cuando los condecoraba y halagaba luego de sus "valientes acciones en defensa de la revolución"
Los días que siguieron al 12 de Febrero, viendo caer uno tras otro a nuestros jóvenes, cuando morían con disparos en la cabeza, arrollados, en la tortura, cuando eran detenidos ilegalmente. El mundo presenciaba, por los medios que aun lograban transmitir, el despliegue impune de los motorizados, el trabajo conjunto que mezclaba ferozmente a la GNB, la Policía y los temidos Colectivos, los cuales indistintamente arremetían contra mujeres, hombres, menores de edad y ancianos sin un dejo de civilidad, armados y sedientos de sangre. Declaraban sus amenazas por los medios del Estado y merodeaban las calles propiciando saqueos, robando, destruyendo.

¿Qué eran estos grupos? ¿Por qué estaban armados? ¿Quién los armó? Eran preguntas comunes y la respuesta obvia sería; Eran grupos paramilitares, trabajaban para el gobierno, único responsable de haberlos armado y empoderado.

Escudo de la Revolución, reza en la entrada del escondrijo donde murieron a manos del CICPC los cinco, ahora delincuentes, hasta hace semanas, héroes del "proceso" los defensores del régimen, los vitoreados por el propio Nicolás Maduro, aquellos que actuaban sin ley pero con permiso, los que incendian universidades, los que controlan el tráfico en los barrios, los que imponen el cobro de vacunas y a los que de forma burlesca como de costumbre el régimen nombraba "Colectivos de Paz"

Son los mismos, los asesinos del 12F, hoy ya son incontrolables y son desechables, ya no le son útiles a la jerarquía fascista de Maduro y Cabello (el que ahora se siente amenazado) Por eso se enfrentan, una guerra de mafias, un conflicto de malos contra peores y no se sabe cuáles son unos o los otros.
En medio de todo, la epidemia, la escasez, la indolencia, la inflación, el desamparo, el peligro constante del olvido, pues con cada escándalo seguimos olvidando el anterior. Como sociedad olvidamos conectar unos hechos con los otros, y así, una montaña de calamidades se yergue ante nuestros ojos que solo apuntan a la cima, nada de conexiones con todo lo demás que ocurre/nos/ocurre.

Ya no hay guerra bacteriológica, ni guerra económica, ni guerra del contrabando. Ahora el problema es que los ingobernables mercenarios se le han salido de las manos y al pueblo le toca estar en medio de su guerra de pandillas, de facciones de una misma mafia, racimo de corruptos de distintos calibres, todos armados, todos peligrosos, todos inmensamente cobardes!
Illich
 

lunes, 9 de junio de 2014

La Rebelión de Willkinson.


 
 
 

Diez años atrás el señor Willkinson Ramón Pérez había enviado su enconada carta dirigida a la Real Academia de la Lengua y a quien pudiera interesar. En ésta, el señor Willkinson expresaba su disgusto por la manera como, aseguraba él, erróneamente se aceptaba la conjugación del verbo Ser en la tercera persona del pasado.
Todo comenzó porque el señor Willkinson Ramón Pérez estaba harto de que el sujeto del kiosco de periódicos le corrigiera consecutivamente y con la mayor de las pedanterías cada vez que él decía “íbanos” o “estábanos” A Willkinson le enardecía la petulancia y auto celebrada complacencia con la que el dependiente del kiosco le recriminaba su supuesta ignorancia, diciéndole; Amigo, no se dice íbanos, se dice íbamos. Para luego esbozar una sonrisita burlona y desubicada, que de paso era lo que más le indignaba de la situación.
Por necesidad pura, el señor Willkinson debía volver siempre al kiosco. Era uno de esos pequeños negocios donde se vende casi de todo, desde diarios y revistas, hasta bombillos y velas para cuando se va la luz, últimamente hasta vendían café, leche descremada y queso. El kiosco quedaba a media cuadra de la casa del señor Willknson y los próximos negocios, el abasto de los chinos y la quincalla del portugués, estaban allende seis o siete calles y debía tomarse un autobús para llegar.
Por todo eso y pese a haber pasado varias veces frente al kiosco con actitud circunspecta y sin saludar, el señor Willkinson había tenido que rendir su orgullo y volver donde el petulante Kiosquero.
La carta decía entre otras cosas que él escuchaba en la calle a mucha gente diciendo “íbanos y veníanos” que en el barrio todo el mundo hablaba así, pero también lo había escuchado en la radio y visto escrito en la prensa, de hecho, la vez que leyó un “íbanos” en la prensa lo marcó con resaltador y se lo espetó por la cara al kiosquero, incluso guardó la página y la enviaba adjunta como prueba irrefutable de sus argumentos. Otras pruebas que enviaba era un video en el que un ministro decía “íbanos” y la grabación de las clases de sus cinco hijos donde desde la maestra de 2do grado hasta la de 6to repetían constantemente “íbanos” “veníanos” y hasta decían “los vamos” cuando era hora de terminar la clase.
Nunca le respondieron en diez años y aunque el testarudo kiosquero seguía queriéndolo corregir, el señor Willkinson Ramón Pérez seguía escuchando a más y más gente diciendo “íbanos” Por tanto seguía porfiando y mascullando su rabia entre dientes cada vez que recordaba que la institución encargada del idioma lo habría ignorado.

Todo cambió cuando la carta llegó a manos del secretario del presidente, alguien la había encontrado y pensó que ésta sería una buena manera de enfrentar el poder y la dominación de las potencias extranjeras, que el reclamo del señor Willkinson Pérez era un genuino grito popular que expresaba un clamor libertario a favor del derecho que todos deberían tener por decir las cosas como quisieran. Le llevaron la carta al presidente, se la leyeron y éste, de forma expedita hizo buscar al señor Wilkinson Ramón Pérez, para en Cadena Nacional condecorarlo con la recientemente creada Orden de la Libertad de Hablar Como Sea en su Primera Clase.
En el acto, frente a un orgulloso señor Willkinson el presidente reivindicó el derecho del pueblo a hablar como le dé la gana, amenazó a la Real Academia con quemar los diccionarios y anunció la creación del Banco del Poder Popular para las Palabras Liberadoras, el cual quedó bajo las órdenes del ministro de Petróleo, Deportes y Otras Cosas. Asimismo el mandatario mandó a expropiar el kiosco y ordenó una averiguación penal al kiosquero, porque “las ofensas proferidas al señor Willkinson Pérez durante años no podían quedar impunes”

Al llegar a su casa, el señor Willkinson Ramón Pérez dejó la medalla sobre la mesa, abrió la nevera y vio que no había leche, entonces hurgó en sus bolsillos y consiguió tres billetes, salió a tomar autobús para ir al abasto y al pasar frente al kiosco clausurado sonrió, no con la misma maléfica sonrisa del kiosquero, sino con la sonrisa pulcra y correcta de la justicia popular.

Illich.

 

lunes, 12 de mayo de 2014

Tres meses después


Incendio de autobuses UPEL 11/05/2014.10.30pm
 

Una cosa es la prudencia, otra muy distinta, la indolencia.
Hoy se cumplen tres meses del inicio de los hechos que terminaron de desenmascarar el talante totalitario y criminal régimen que rige a Venezuela, aunque habría que ser tan desmemoriado como lo somos para no haberse dado cuenta hace mucho rato y muchos muertos de que éste es un gobierno delincuente que viene menoscabando los derechos civiles desde su propio ascenso al poder.
Muy ciego hay que ser o hacérselo, para continuar ignorando la degradación que ha sufrido nuestra sociedad en 15 años de amenazas y ataques sistemáticos a todos los renglones que conforman nuestra vida pública y privada. Se nos ha hecho vivir en constante acostumbramiento a la delincuencia, a que mande el hampa; la común, la que usa chapa, la organizada, la que asesina, el hampa funcionaria que cobra su vacuna para inscribir a un ciudadano en una lista donde se le asigne el derecho a la vivienda, a los servicios y a la vida.
Vivimos en colas, se va la luz, el agua llega sucia, contaminada, llega a ratos. Nuestras preocupaciones pasan por perseguir productos allá donde éstos aparecen, disputar paquetes de comida con personas que como nosotros han sido llevadas a la más primitiva de las aspiraciones de una especie, la sobrevivencia.
Hace tres meses este gobierno nos salió a matar, a torturar, a perseguir. Hace  tres meses nos vinimos a dar cuenta de lo que hacían cuando cerraban emisoras de radio, negaban el dinero para que los periódicos adquiriesen el papel, expropiaban canales de televisión, clausuraban y compraban otros. Ellos creaban la oscuridad y con ella nos sumían en la ceguera informativa para que nada fuese noticia y todo fuese rumor.  Una ceguera roja de sangre y de propaganda, unos medios donde las recetas de cocina sustituyen a la transmisión en vivo y directo de los desmanes que se sienten en la carne viva.
Los derechos humanos que creíamos tener los vienen haciendo pedazos con sus botas infames, arrasando con sus motos productoras de miedo, a tiros en la frente de jóvenes, niños, mujeres y ancianos. Aun así, queda quien piensa que si no se mete en nada estará seguro, sobran quienes creen que lo que nos ocurre a todos los excluye porque a ellos los cubre el manto sagrado de la indiferencia.
Anoche los mismos que nos asesinaron más de cuarenta hermanos entraron y quemaron dos autobuses en la UPEL, la semana pasada también derramaron las llamas sobre la universidad Fermín Toro, atacaron la UCAB, la UCV es asolada a diario al igual que la ULA, LUZ, la Carabobo y tantas más. ¿A donde va un país cuyo gobierno manda quemar las UNIVERSIDADES? Sin duda, ese país va de la tiniebla a la oscuridad total.




Autobuses inciendiados UPEL-Mcy. Foto del 12/05/2014. 8:00am

 
La iniquidad de quienes ejecutan esas órdenes no alcanza siquiera las orillas de fango pestilente que habita las mentes de quienes las planean, las pagan, las sincronizan. Imagino a Nicolás Maduro y su consorcio de malandros millonarios, chocando las palmas y felicitándose como si anotaran un gol cada vez que una universidad arde en llamas. Aun no reúno los argumentos mínimos para convencerme de que algo positivo podía extraerse de haberse sentado a dialogar con estas personas. Si acaso hubiese mermado su violencia, si no nos hubiesen echado encima la prohibición exprés de la protesta, donde el TSJ volvió a lucir sus artes de legalizador de los atropellos.
Hoy, a tres meses del comienzo de la vil masacre de nuestra juventud, aun hay quien a lo perverso le quiere llamar irregular, a la ignominia le quiere decir malentendido y a la sádica brutalidad prefiere llamarla “socialismo”
Illich Sánchez

 

viernes, 25 de abril de 2014

Cuando de dialogar con las paredes se trata.


 

Desde que comenzó el llamado “Diálogo” muchos y me incluyo teníamos nuestras reservas sobre la posibilidad de lograr acuerdos con el gobierno en materias que influyeran de forma sólida en el mejoramiento de la situación de vida de los venezolanos. Materias como la economía, el respeto a los derechos humanos, las garantías democráticas, la seguridad ciudadana y la prestación de los servicios públicos, las cuales son a su vez las causas que generaron el malestar cívico que desencadenó la protesta y por consiguiente soltó los demonios de la represión, el asesinato, las torturas, todos estos monstros, ordenados y perpetrados por el gobierno y sus brazos ejecutores.
Los políticos que se sentaron asumieron el costo de ser llamados traidores y vendidos por parte de los ciudadanos que  se mantenían en la lucha o en apoyo a los manifestantes. Otro sector albergaba la esperanza de que como realmente ocurrió, los representantes de la oposición plantearan en público, en cadena y para el mundo las quejas que la censura impuesta por el régimen habían ahogado sin medios para ser expuestas de forma eficaz.
No obstante, como también era previsible, luego de un primer encuentro donde una vez más el gobierno y sus representantes se atascaron en el lodazal de las excusas, siguieron mordiéndose la cola como siempre lo hacen en las redundadas teorías conspirativas y evadieron sus responsabilidades, la realidad, el carácter inhumano de sus acciones. Para decirlo de forma breve, salieron con lo que siempre salen, la espasmódica huida hacia adelante, sin comprometerse ni aceptar que lo han hecho terrible, que no solucionan y  por el contrario, su gesta transita entre las esquinas del fiasco y la ruina.

A partir de ahí ya no hubo más “Dialogo en Cadena” pero hábilmente, sin darle una patada a la mesa como suele decirse en la jerga política, el gobierno permaneció en las conversaciones, en un coloquio infecundo a través del cual mantener la apariencia de una voluntad de dialogar y mientras tanto seguir desatando su desesperada empresa de control social a costa de lo que sea.

Luego de la propia invitación hecha por el gobierno a dialogar, quienes le adversamos volvimos a caer en la trampa de la división, no es que no estuviésemos divididos ya, pero si bien, los factores que se ganaron a la idea ya venían también tratando de mediar en la protesta, criticando las guarimbas, repudiando algunos sectores de la insurrección, también lo es que quienes se mantenían en la lucha no se sentían representados por los que acudieron al conversatorio.
Sin embargo, luego de las intervenciones de los políticos opositores, algunas de ellas brillantes, todas montadas en argumentos compartidos por quienes marchan, guarimbean, cacerolean y lanzan piedras. Muchos, me cuento entre ellos, comenzamos a pensar, aun con desconfianza en la voluntad del gobierno para resolver algo, que este diálogo podía servir para enterar al mundo de nuestra situación, llegar a los sectores de la población que no manejan las redes sociales y apoyados en la denuncia presionar al gobierno para que diera evidencias de rectificación en la política de Terrorismo de Estado con la que venía tratando la protesta y a quienes la hemos ejercido, así como en las demás materias de la agenda nacional.
Pero no, el gobierno se mantuvo en su línea de acción, dando la razón a los escépticos, al unísono con el “Diálogo” la represión ha continuado, las persecuciones, allanamientos, encarcelamientos y golpizas se han mantenido allí donde la protesta continúa.
Todavía peor, el gobierno adelanta o retoma su ofensiva anti educativa e ideologizante con la implementación de un cambio de pensum escolar donde la trama medular de la educación sea la justificación histórica de la alabanza a Chávez, el culto a la personalidad, valiéndose de una sarta de disparates listos para ser impresos en el imaginario colectivo desde los primeros años de vida de los venezolanos.
Mientras se da el “Diálogo” han subido los alimentos hasta situar el precio de la canasta básica en 17000 Bsf. Aumentaron el precio del transporte público en un 25% , continúa la escasez de productos de la más cotidiana necesidad, la delincuencia y violencia hamponil ha seguido su incremento en todo el territorio, continúa la corrupción, el cobro de facturas políticas, la violación de los derechos elementales al punto de que el TSJ ha derogado el derecho constitucional a la protesta a través, nuevamente, de la manipulación a pedido del gobierno del texto de la Carta Magna.
Ya el “Diálogo” no lo pasan por televisión, es a puertas cerradas, mientras este se ha dado, el gobierno ha seguido abusando de la ciudadanía, justificando sus violaciones, profundizando sus esquemas de control, imponiendo la lógica perversa del totalitarismo, por todo eso me surgen estas interrogantes ¿Por qué no se paran de la mesa? ¿Por qué seguir ahí? ¿Hay razones o muestras del gobierno de querer cambiar algo? Y finalmente ¿Habrían tenido razón aquellos que repudiaron la idea de sentarse con el gorilato chavista, denunciando el fulano diálogo como una trampa caza bobos?

Illich Sánchez

lunes, 24 de marzo de 2014

Laissez-Faire*


 

Acto I

Una de las líneas tendenciales asentadas en el tiempo por parte del gobierno, ha sido la de “dejar hacer, dejar pasar*” Jugar al cansancio y al agotamiento del oponente para luego, ya disminuido en número y en ímpetu ir por él, atacarlo con todas sus fuerzas, las legales, las ilícitas y las de dudosa legalidad también. Con esa estrategia han afrontado las numerosas crisis que sus propias políticas han ocasionado en esta larga y penosa década y media que lleva su hegemonía.

 Los venezolanos hemos normalizado situaciones que son intolerables, la fuerza de la repetición y la costumbre nos ha hecho adaptarnos a vivir en violencia, en escasez, en ausencia de norma, en  falla de los servicios más esenciales, en desbalance en cuanto a nuestros derechos políticos y civiles. Durante estos 15 años hemos aprendido demasiado bien y lastimosamente, a sobrevivir siempre en crisis.

De ahí que el Ministro de Alimentación Félix Osorio se atreva a decir, palabras más palabras menos que si hacemos colas para ir a conciertos, al cine o en el banco, cuál sería el problema en que las hagamos para comprar comida. Este funcionario no está aventurando esas palabras, él no las dice porque éste sea un hecho que puede llegar a ocurrir, lo dice porque ya este fenómeno está bien calado dentro de la performatividad de nuestra sociedad.

El Ministro también lo dice porque él sabe que la escasez va a seguir por tiempo indefinido  ¿Por qué va a seguir?  Pues debido a las políticas del gobierno de Maduro, las mismas que han generado la merma de la producción, disminución de las importaciones, corrupción en la red de distribución de alimentos, la carencia de divisas, estancamiento de las inversiones, entre otras. Con ese mensaje el gobierno apuesta a su juego normalizador por vía del Laissez-faire. Ellos intentan llevar a la palabra algo para lo cual están conscientes de no tener ninguna solución pues, cuando ya resulta débil el pseudo argumento del “cerco económico” su nueva huida hacia adelante es plantear que hacer colas para comprar comida es algo, sino bueno, al menos “normalito


Acto II

Otro eslabón de esta cadena, lo de cadena lleva doble sentido, lo podemos visualizar en la forma como el gobierno ha tratado desde hace mucho tiempo las protestas en el país. Si bien es cierto, la presencia del asesinato como estrategia represiva se ha incrementado a partir del 12F, también lo es que brutalidad represiva se viene sintiendo desde tiempos de Chávez. La represión ha estado acompañada de una estrategia comunicacional en la cual se intenta vender la imagen de que nada está ocurriendo en Venezuela.

En este contexto, las “cadenas presidenciales” en las cuales Maduro llama al diálogo, según su palabra, a los “grupúsculos financiados por la ultra derecha” Acusándolos de minorías extremistas que generan la anarquía en un país donde todo está bien, al tiempo que felicita la acción de los grupos paramilitares que se hacen llamar “colectivos” los cuales salen a matar manifestantes a discreción o a la Guardia Nacional cuyos efectivos caídos o lesionados son tratados como héroes, mientras que a los civiles muertos se les echa la culpa de haber sido asesinados por el simple hecho de protestar.

Este discurso, actúa en tres  direcciones, por un lado culpabilizando a quienes ejercen la protesta, por otro lado, negando las razones y el alcance de las mismas y en tercer término, justificando los excesos de unos cuerpos de seguridad del Estado y sus irregulares adjuntos,  que cumpliendo órdenes de sus jefes nacionales y locales  han asesinado, secuestrado, torturado, vejado, asediado y allanado a personas y hogares cuya participación en las protestas les han costado y siguen costando su vida, su salud y su sosiego. Mientras esto ocurre, los reclamos no son atendidos y las políticas de hambre siguen acentuándose.

A la hora de bajarle intensidad a los reclamos por la forma inhumana con que el régimen ha atacado a la población civil, funcionarios del Estado como la Defensora del Pueblo Gabriela Ramírez ,ha esgrimido excusas como su tristemente célebre justificación de la Tortura “Si no te quieren sacar información, entonces no te están torturando” La pregunta que me hago en cuanto a esta terrible aseveración es ¿Dolerá menos que te golpeen, te apliquen electricidad, te rocíen gas irritante en la boca y los genitales, te quiebren los huesos, si al hacerlo no te preguntan nada?

Aquí no hay torturas dice el régimen, aquí los que mueren se lo buscaron, los colectivos están haciendo patria y hacer colas no está tan mal ya que en el cine las hacemos y no nos quejamos. Todo un orden discursivo que procura dar asiento verbal a las condiciones infrahumanas a las cuales nos está sometiendo el régimen  Maduro-Cabello y sus cómplices de la dictadura cubana.

Todo muy “transparente” como en la OEA, todo muy “normal” como imputar por agresión a quien recibe golpes y condecorar al que los reparte.

Illich Sánchez.

 

jueves, 13 de marzo de 2014

13M. ESTUDIANTES…LIBERTAD!

 
 
 
Alguien me dijo “En nuestros tiempos las luchas si eran buenas” Hice silencio, viré la mirada y en lo que pude me quité de su lado. No quise decirle a esa persona que no entendí nada sobre aquella afirmación, tampoco estaba de ánimo para informarle que acababa de ver a estudiantes de mi universidad heridos con perdigones de plomo, lacerados por las refriegas da la noche anterior, que había fotografiado una ruma de casquillos pertenecientes a las balas que les habían disparado. No le dije nada y me alejé.
 
Luego me vino a la mente la peregrina aseveración de aquella persona y de inmediato pensé ¿Cuándo han podido ser buenas o mejores las luchas? En primer lugar, tener que luchar, pelear y protestar para que los políticos cumplan con lo que es su mandato jamás ha sido algo bueno, mucho menos, idílico, como para ser evocado como que si antes “sí se luchaba bonito y ahora no
 
Pero si fuese menester comparar a lo que se enfrentó mi generación y la forma en que abordó la lucha estudiantil con lo que ahora enfrentan los estudiantes venezolanos. Tendría que aceptar sin un dejo de vergüenza que en mi tiempo de estudiante la cosa era muchísimo, muy distinta, por no decir, muchísimo menos peligrosa.
 
No era muy dado a lanzar piedras ni a quemar cauchos, sin embargo, cuando me tocó y  consideré que era inevitable, lo hice. En el lapso en el que estudié en la universidad asesinaron a un estudiante, cosa imperdonable! Salimos a las calles durante casi un mes, luchamos en contra de la policía, tragamos gas, lanzamos piedras, corrimos, dormimos en el campus, algún compañero fue arrestado, golpeado y luego dejado libre sin cargos. No estoy diciendo que era paradisíaco y que éramos unos Teletubies luchando contra unos Barnies. No obstante, la cantidad de violencia empleada por el Estado, se podría decir, hoy lo puedo asegurar, era extraordinariamente menor. En aquella época, nos enfrentábamos a un gobierno de “la derecha” por cierto.
 
Desde el pasado 12F, nuestros estudiantes han ido cayendo casi en proporción de uno por día, los detenidos se cuentan por centenares, los heridos pasan de mil y para mayor tragedia, los casos de tortura muestran el encono, la maldad y la premeditación que en nuestra historia solo podemos comparar con las políticas de miedo implementadas por los dictadores Gómez y Pérez Jiménez.
 
Cada estudiante venezolano detenido por los cuerpos de seguridad de este Estado Forajido que ha sido devuelto con los suyos, no sale a la calle con libertad plena, se les imputan los cargos más inverosímiles, se les intimida, se les ha cobrado a sus familias para “garantizarles la vida”, se les ha amenazado con la muerte. Durante su captura y detención les han golpeado brutalmente entre varios funcionarios, con cachas y cascos, con fusiles, los han pateado, vejado de múltiples maneras. Todas estas aseveraciones están bien registradas en videos y fotografías donde gráficamente se documenta lo que funcionarios como la “Defensora del Pueblo” la “Fiscal General” y toda la plana gubernamental niegan con espantosa desvergüenza.
 
Otros detenidos aun siguen en manos de los cuerpos de seguridad. ONGs como el Foro Penal Venezolano ha denunciado las trabas que les ponen para leer los expedientes, para conversar con los detenidos, les niegan informaciones básicas y contempladas en la ley, como derechos elementales de cualquier ciudadano que enfrente procesos similares.

Mientras todo esto ocurre a los estudiantes, los paramilitares tarifados por el régimen asedian barrios y urbanizaciones en complicidad con policías y guardias nacionales, roban, matan y atemorizan impunemente a quienes se atreven a protestar, en ejercicio de un derecho humano y consagrado en la constitución de este país.
 
No hay comparación entre las luchas de mi generación y la heroica gesta que encaran los estudiantes de este tiempo, a nosotros no nos llamaban fascistas, a nosotros no nos disparaban a diario para asesinarnos, no nos dejaron sin medios de comunicación, no nos sacaron aviones de guerra, no nos combatieron con grupos paramilitares terroristas, a ninguno de nosotros lo violaron con un fusil, ni nos asaltaron valiéndose de una ambulancia, acto que ni en la peor de las guerras ha ocurrido, por lo menos desconozco que se usara un ardid tan sucio y cobarde jamás contra estudiantes, contra el propio pueblo.
 
Por todo esto, por todas las violaciones de los Derechos Humanos, por el terror que impone esta mafia que ha empoderado a los maleantes y se los ha lanzado encima a la ciudadanía, por cada veinteañero asesinando, truncados sus sueños, dobladas por el dolor sus madres es que estos estudiantes son incomparables.
 
Esta lucha es inédita, demasiado arrechos son estos chamos que no se la calaron más! Han vivido la mayor parte de sus vidas soportando a un sociópata dirigir el país, para desembocar en este arrebiate de persona que se llama Nicolás Maduro, el mismo que baila cuando la gente muere. Y hoy, luego de haber sido combatidos con todos los medios por el régimen, siguen en pié, siguen luchando y como ellos mismos dicen, siguen ACTIVOS!
 
VIVAN NUESTROS ESTUDIANTES CARAJO!
 
Illich Sánchez.

lunes, 10 de marzo de 2014

Maracay, lunes 10M.


 
Hoy, lunes 10 de marzo de 2014, a casi un mes del inicio de las protestas en contra del gobierno de Cabello, Maduro y sus secuaces. Más de dos decenas de venezolanos muertos a manos de los cuerpos represivos del Estado y de sus aliados paramilitares, centenares de heridos, presos y torturados, poblaciones asediadas, atemorizadas y asaltadas de forma impune, en un despliegue inconcebible de brutalidad. Hoy, al pasar por una calle de mi ciudad a las 6:25am vi una cola de gente esperando la llegada de un camión de gas de uso doméstico.

Cuánto más tiene que pasar para que gran parte de nuestra población reaccione y enfrente la desoladora condición en la cual este régimen nos ha sumido a todos. Por qué aun amplios sectores de nuestra sociedad parecen esquivar la mirada ante la crueldad sistematizada de un régimen que por un lado reprime con violencia desmedida a ese sector que le protesta, pero por el otro, asfixia económicamente a la amplísima sección de la sociedad cuya condición de vida es la más depauperada.

Una de las múltiples razones de esta inacción puede residir en la dependencia que el régimen ha ido forjando con los años, primeramente adueñándose de todas las instituciones y luego destruyendo todo el aparato productivo del país. Aun así, cuesta creer que a estas alturas se vea gente con la pasmosa tranquilidad que muestran mientras, sentados en el suelo o en banquitos improvisados, esperan bajo el sol que llegue el camión del gas, lo mismo ocurre con todos los productos de la dieta básica.

Los sectores populares son sin duda aquellos en los cuales el gobierno invierte más en publicidad. Una impresionante parafernalia comunicacional que explota lo afectivo, va a los sentimientos e intenta, lamentablemente, con éxito que la gente crea que la revolución trabaja para su felicidad. Al tiempo que este mismo empeño comunicacional procura culpar de todo lo que sale mal, que es todo,  a factores externos tales como los reiterados intereses de los Estados Unidos, la burguesía, los gobiernos adversos, entre otros, en sabotear los “nobles” esfuerzos del gobierno por cumplir con sus labores.

No quiero con esto justificar la pasividad de tanta gente, intento entender el por qué de ésta. En este momento coyuntural se han vivido fenómenos que rompen la continuidad del devenir de la lucha social en Venezuela. Por un lado, es evidente que se han sumado muchas personas al repudio de las acciones  y políticas del gobierno, bien sea de forma activa en la calle o con un público desmarque de la línea gubernamental. El otro fenómeno importante es la carencia de apoyo espontaneo al presidente Maduro y su pléyade de corruptos. El gobierno se ha visto obligado a hacer uso de la tarifa, del pago por lealtad, con mucha más propensión que en otras oportunidades.

Es un hecho que en los sectores populares el gobierno ha perdido apoyo, en no pocas barriadas del país incluso se les ha protestado y en otras, el sentimiento de reclamo pareciera crecer, pero aun falta para que éste sentir se convierta en acciones. En el barrio se infunde miedo, los paramilitares se mantienen amenazantes, muestran sus armas  y se apoyan en delatores para ir a tocar la puerta de quienes se asumen contrarios y amenazarles con atrocidades tales como incendiarles las casas.

Sin embargo, por más paramilitares que pueda haber en una barriada, éstos empuñando sus armas despóticas, no son la mayoría en el barrio y en algún momento no van a poder contener a la gente que no consigue comida, no le alcanza el dinero y sufre tanto como cualquiera, incluso más, los desgracias que les causa el gobierno. La última de estas calamidades se expresa en  anunciado ayer por  Maduro, una tarjeta de racionamiento, como en Cuba, como en los guetos judíos de la Europa de Hitler, como en los campos de refugiados de Siria, Somalia y Uganda. Como en Haití!

Hasta allá nos ha llevado el Socialismo del siglo XXI, hasta la pérdida de todas nuestras seguridades, a que la vida valga lo que se le ocurra a un asesino con o sin uniforme, a no saber qué o cuando comeremos, a no contar con que haya luz, agua, aseo, medicinas, salud, paz!

Que siga la protesta, que despierten los inertes!

Illich Sánchez